sábado, 21 de junio de 2008

Terminar con la hipocresía


Enviado para Opinión Idónea, por FUNDACIÓN ATLAS 1853
Por Gerardo Gallo Candolo (x)
Contacto de Prensa:
155 013 4664
candolo@fibertel.com.ar

Hay que terminar con la hipocresía, dijo el ex­-presidente es su primer conferencia de prensa.
En eso estamos de acuerdo todos los argentinos. Empecemos desde las coincidencias para arribar a la verdad de este conflicto.

Cuando uno analiza objetivamente los montos de las retenciones y llega a la conclusión que al productor, logrando una cosecha exitosa, le quedan 60 dólares por tonelada, y al estado 200 de la misma moneda, el argentino informado se pregunta ¿Qué hay detrás de las maniobras de este gobierno?

Pero sigamos analizando, con esos 60 dólares que obtiene el agricultor, su familia tiene que vivir todo el año e invertir en caso que le sobre algo. Como ejemplo, deduzcamos que un productor de 200 hectáreas de la mejor zona agrícola del país obtendría unos 100.000 $ para vivir todo el año e invertir.
¿Cuál es entonces la “renta extraordinaria”?.

El objetivo mismo del estado parece ser que no va en busca de la una supuesta renta sino del propio capital.
Hay otro dato que no podemos desconocer: los gastos e inversiones de esos miles de productores quedan en sus pueblos, dando trabajo a comercios, industrias y servicios. Patrimonio que inicia un circuito virtuoso de crecimiento y bienestar para ese interior del país. Esa es la economía real, no la de escritorio, producto del trabajo y del esfuerzo.
Trabajo, valor que traído desde Europa por nuestros abuelos, permanece con mucha fuerza en ese interior productivo que se antepone al agio de unos pocos.
Es más, esas simples ingresos hacen que los chacareros paguen impuestos a las ganancias, tributo coparticipable con las provincias que se deberían traducir en obras en sus propios distritos.

Caso contrario, esos fondos terminan como “retenciones” manejadas por el poder kirchnerista para doblegar voluntades.
El envío del ejecutivo al congreso no es más que una nueva estratagema, que todo el pueblo, no solo los agricultores, debe desenmascarar.

Primero: Si la presidente apuntara a la pacificación de los ánimos, lo correcto sería dejar sin efecto la medida que originó el conflicto hasta que el Congreso, quien legalmente debe fijar los impuestos, se expida al respecto. Eso liberaría inmediatamente el comercio interno y externo.
Segundo: Al Congreso debería enviársele una propuesta amplia, para debatir desde la misma legitimidad de los derechos de exportación, sus tasas, su aplicación y destino de esos fondos, en caso que los representantes así lo determinen.

El Congreso no debería ser una oficina para avalar o no una decisión arbitraria del ejecutivo que pone en juego la paz social.
Tercero: Si la verdadera intención es dar más “democracia a la democracia”, no es al Congreso Nacional a quien se le debe solicitar un referéndum, sino al mismo pueblo, ya que las modificaciones a la Carta magna instituidas en 1994 establecen como mecanismo posible el de consulta popular.
Cuarto: El ardid del matrimonio presidencial es enviar la decisión del 9 de Junio, que habla sobre el “excedente del 35% de la soja”, pero nada habla del aumento en trigo, maíz y girasol. Fondos que, ilegítimamente, parece considerarlos propios y fuera de toda discusión.
Quinto: El ejecutivo inició un sondeo previo entre los congresales, especulando tener una mayoría de votos favorables a sus designios, haciendo uso de innumerables presiones a cada uno de ellos.
¿Acaso tantas decisiones en contra de los intereses nacionales no salieron de esta misma institución?
Cada persona tiene su precio, parecen razonar, sumado a la disciplina partidaria deberían ser los pilares para su respaldo.
Sexta : Si la propuesta fuese honesta, y no producto de la presión de las cacerolas ciudadanas, y de las encuestas de imagen de la presidenta que ya perforaron el piso del 20%, tendría que estar acompañada de gestos de conciliación y no de rencores acumulados en la contienda.
Designar al campo como extorsionador, autoritario, desabastecedor, desestabilizador, incendiario y otras maldades, no solo pone en el contrincante adjetivos que los mismos chacareros se cuidan de no utilizar contra el poder central, (cuando tendrían pruebas y mayor razón para utilizarlos), también explica el rencor que guarda el matrimonio a un sector que aunó a toda la ciudadanía para frenar oscuros designios.
Séptima: Por la magnitud e importancia del pleito, la discusión tendría que ser ampliada a la pública intervención de los sectores involucrados. Además las decisiones adoptadas deberían ser aprobadas por dos tercios de ambas cámaras, y no transformarse en un simple respaldo con manos levantadas en esas sesiones trasnochadas con debates al límite del quórum.

El Congreso de la Nación, órgano primordial creado por nuestra Constitución, nació después de décadas de guerras civiles, y dentro de sus substanciales responsabilidades fue la de fijar los impuestos que se cobraban en la aduana de Buenos Aires y la distribución equitativa entre las provincias de la joven Nación Argentina.
Este dato histórico no es menor, se ponía en forma una discusión que se alejaba de las armas para enmarcarla dentro de una cuestión de ideas y reflexión entre las provincias y el poder central. Es increíble que en pleno siglo XXI volvamos a debatir con los mismos peligros acechando nuestras familias.
El hombre de campo, protagonista en esta contienda, no conoce de imagen ni encuestas, para él esos temas se rinden todos los días: mientras los vecinos lo saluden con afecto significa que lo aprecian, y sirve como suficiente prueba.
Su lucha por los pueblos provincianos, no es más ni menos, que la lucha por la libertad; valor enquistado en lo más profundo del hombre del interior.
Los argentinos de las grandes ciudades desconociendo cuestiones técnicas, percibieron en los representantes del campo honestidad, sinceridad, trabajo, y en el poder ejecutivo las apreciaciones opuestas.
La ciudad también decidió.
Esperemos que esta vez, nuestros representantes reunidos por “voluntad y elección de las provincias que la componen... con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior…promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad…: invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia” cumplan su mandato.

(x) Ingeniero agrónomo, asesor de empresas agropecuarias y analista del sector en medios periodísticos. Volver a Inicio >

miércoles, 18 de junio de 2008

¿REVALUACION? FALTAN FRANQUEZA Y VERRAQUERA

Tomado del Nuevo Siglo.com

Por Horacio Serpa

La economía Colombia está adolorida. Todo conspira para disminuir los ingresos del fisco y mantener en ascuas a los exportadores, industriales, campesinos y ciudadanos. La revaluación, la caída de las remesas, el aumento del desempleo, los altos precios de la gasolina son síntomas permanentes de una situación que amenaza el crecimiento del país, aumenta la incertidumbre y prende las alarmas.

La caída del dólar, cuya cotización alcanza niveles registrados hace nueve años, está destruyendo la industria de las flores. Los productores están arrendando sus tierras y en Miami se cierran las empresas importadoras. Ahora miles de mujeres forman parte de las cadenas de desocupadas, lo que golpea con fuerza la economía.

Los exportadores reciben cada vez menos por sus productos y sus plantillas disminuyen porque ya no necesitan tanta mano de obra, aumentándose el desempleo; renegocian sus deudas, y están cerrando las empresas a la espera de nuevas oportunidades.

Sucede igual con muchas empresas exportadoras de productos como el calzado, los textiles y el cuero. Los empresarios e industriales están padeciendo los estragos de la situación económica. Nada para la crisis revaluacionista. Los productos colombianos se han vuelto poco competitivos por sus altos costos de producción y la avalancha de productos chinos, hindúes y coreanos. Caras largas se ven por todas partes.

En Estados Unidos se siente con fuerza el huracán de la recesión. Como en cualquier país tercermundista crece el desempleo, los precios del petróleo aumentan, la gente cambia los hábitos de consumo y se baja de la cultura del carro, para darle paso a la bicicleta y al transporte público.

Además, los estragos de la guerra en Irak y la crisis de las hipotecas, tienen a ese país en graves dificultades, cuyos efectos estremecen las bolsas de valores del planeta. En Colombia se sienten con fuerza. La caída de las remesas es un golpe contundente a nuestras finanzas. Los compatriotas envían menos dólares, que valen menos, dejando un roto enorme en los bolsillos de todos.

¿Por qué nuestro peso se ha convertido en una de las monedas más duras del mundo? Si no hay industrias gigantes, si la construcción está en retroceso, si no somos grandes exportadores de crudo, ni de productos terminados, ¿por qué nuestra moneda vale cada día más? En buena parte, porque la bonanza cocalera no para de irrigar sus grandes ganancias verdes en la economía.

La narcoeconomía sigue voyante e incentiva una cultura traqueta del lujo y la ostentación, que permite una economía en ciertos aspectos mentirosa. El dinero ilícito nos ha convertido en un paraíso para los mafiosos. El dólar sigue cayendo y puede alcanzar los 1.500 pesos. Nadie sabe hasta dónde llegará el problema, que puede superarse si aceptamos todas sus causas reales.

Señores economistas, sean sinceros. Los miles de millones de dólares del narcotráfico inciden notablemente en la revaluación. Si no lo reconocen no se encontrará la solución y seguirán siendo cómplices de la crisis. Falta franqueza, falta verraquera.
Bucaramanga, 17 de Junio de 2008 > Regresar a Inicio >

viernes, 13 de junio de 2008

LA BASE DE MANTA, UN ENCLAVE DE DOMINACION


POR: REINALDO RAMIREZ

La base aérea de Manta, Ecuador, es junto con las bases militares que mantiene Estados Unidos en Guantámano, El Salvador y Curazao, un eslabón fundamental de la infraestructura bélica imperialista que le permite acantonar y movilizar sus fuerzas militares de intervención a cualquier lugar de Latinoamérica; en suma, estas bases militares son el garrote del imperio para perpetuar la sumisión política de los estados, la explotación y apropiación de nuestros recursos naturales y la dependencia económica y cultural de nuestros pueblos; la base de Manta es una espina en el corazón de América Latina, un enclave militar de una potencia extranjera agresiva que humilla y somete a nuestros pueblos, una fuerza de ocupación para impedir la liberación y la autonomía que reclaman las naciones originarias de Hispanoamérica cansadas de más de quinientos años de servidumbre.

Insinuar siquiera el traslado de la base militar norteamericana de Manta, Ecuador, a territorio colombiano muestra una sumisión indebida e innecesaria del gobierno de Alvaro Uribe a la política imperial; el solo anuncio de su posible ubicación en territorio colombiano será tenido como un gesto inamistoso hacia la República Bolivariana de Venezuela y los demás países del subcontinente suramericano que rechazan el tutelaje norteamericano.

Sabido es que Venezuela mantiene unas relaciones tensas con Estados Unidos por ejercer su autonomía, por desafiar los dictados imperialistas respecto de la explotación de sus recursos naturales; en el plano internacional, en ejercicio de su soberanía, Venezuela tiene su propia agenda exterior, mantiene relaciones diplomáticas y comerciales con otros Estados en todo el mundo sin pedir el beneplácito ni la autorización de Washington; frente a sus desavenencias con Estados Unidos Venezuela merece nuestra solidaridad por ser nuestro vecino y el principal socio comercial de Colombia en Latinoamérica; compartimos con Venezuela más de dos mil kilómetros de frontera, una cultura y una historia comunes.

Pretender hacernos cómplices de los planes de agresión de los Estados Unidos a Venezuela resulta verdaderamente absurdo y contraproducente; prestar nuestro territorio para el acantonamiento del aparato militar que amenaza a nuestros vecinos es una aptitud inamistosa; a un elevado costo para nuestra soberanía y la paz de la región, el Gobierno de Alvaro Uribe acorralado y debilitado por sus nexos con el paramilitarismo, atado al brete de la derecha fundamentalista y al descrédito mundial del imperialismo norteamericano, busca afianzarse en el poder convirtiendo el territorio colombiano en una plataforma de las fuerzas armadas de intervención de Estados Unidos para amenazar la independencia de los países hermanos de América Latina.

Permitir la construcción de bases militares extranjeras en nuestro territorio para satisfacer los intereses y las designios de dominación norteamericanos es un delito de lesa patria por menoscabar la soberanía nacional, por convertirnos en enemigos y virtuales agresores de nuestros vecinos y por apartarnos del destino común que forjaron los héroes y patriotas que hace doscientos años derrotaron y expulsaron el dominio español para crear naciones libres y soberanas.
Bucaramanga, Junio de 2008
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Uribe tiene en su conciencia las muertes de 10.586 colombianos»

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Remitido desde España
Hernando Calvo Ospina, periodista y escritor colombiano«
Juan Carlos Guillén

Qué Pasa

Sobre el trabajo que este colega colombiano viene realizando a lo largo de cuatro lustros, y muy particularmente sobre el último que lo trajo a Venezuela en un apretado periplo por nuestras principales ciudades, que incluyeron Barinas, Caracas y Maracaibo, Ignacio Ramonet afirma que «no cabe duda que apenas comienza el forcejeo. ¿Quién sabe si las importantes revelaciones hechas en este libro por Hernando Calvo Ospina, no serán a corto o mediano plazo confirmadas por los propios implicados? Por tanto este trabajo es sumadamente valioso. Más aún, su atenta lectura —refiriéndose al libro 'El Terrorismo de Estado en Colombia'— es indispensable para entender la tragedia del pueblo colombiano».

Ese terrorismo, agregamos nosotros tomando la palabra de Hernando Calvo Ospina, entre agosto del 2002 y junio del 2004, en la época de Uribe, ha costado 10 mil 586 asesinatos y desapariciones políticas; muchos más que las sumas de los crímenes de lesa humanidad de las dictaduras de Argentina, Brasil, Uruguay, Bolivia y Chile en todos sus años.
Buscando un espacio para el encuentro programado para dos horas, encontramos el camino para que los 120 minutos reglamentarios de la formalidad periodística se transformaran sosegadamente en 72 horas de recuerdos, conversaciones, solidaridades y el afianzamiento de los lazos de amistad entre hombres de pueblos hermanos, separados por la intolerancia primigenia de Francisco de Paula Santander.

- El periodismo ha venido cultivando esa especie de cultura de la violencia. Hace algunos años un reportero neogranadino me comentó que cuando se iniciaba la era del sicariato exacerbado, se hicieron algunos llamados para no darle aires al fenónemo que ya se trasladó a Venezuela y que tiene mucha responsabilidad en la cotidianidad de la muerte en Colombia, ¿qué opinión tiene al respecto?- El sicariato sirvió para endosarle toda la culpa de acciones atribuibles al propio gobierno, al estado colombiano y el periodismo no ha querido dar luces en ese sentido. Fíjate, y como lo escribo en mi libro, en noviembre de 1988 la gran prensa informó que la justicia colombiana «sí» castigaba a las autoridades que cometían delitos contra la ciudadanía. Contaba, por ejemplo, que unos policías habían sido suspendidos durante un mes por haber torturado y asesinado a un hombre. Unos días después, el 20 de noviembre de ese año, el periodista Antonio Caballero escribía sobre ello en El Espectador de Bogotá: «Lo más grave de todo es que la prensa —por oficialista que sea, por militarista que sea— aplauda esa parodia de justicia como si se tratara de una cosa seria.
No puede ser que a un periodista en pleno uso de sus facultades morales y mentales le parezca adecuada y ejemplar la pena de un día de suspensión de sueldo por cada patada en los testículos, y otro día por un culatazo en las encías, y otro más por cada colgamiento, y todavía otro por cada ahogamiento en excrementos, y así hasta veintinueve, y en total treinta si el torturado acaba de morirse a fuerza de patadas y ahogamientos. No puede ser. Debe de tratarse una vez más de un error tipográfico. Da un poco de risa. Da un poco de miedo. Da un poco de asco».

Este fenómeno exclusivo en principio del narcotráfico, fue adoptado y utilizado amplia y abiertamente por el estado.Hernando reside en Francia porque lo llevaron para allá, según su propia palabra, se hizo escritor y periodista y hoy es colaborador permanente de Le Monde Diplomatique. Ha participado en documentales de la cadena británica BBC de Londres y la franco alemana ARTE.

«¿Disidentes o Mercenarios?» y «Ron Bacardi, la Guerra Oculta», son algunos de sus trabajos donde ofrece importantes revelaciones sobre las ruecas que tuercen los destinos de los hombres avasallados por el terrorismo de estado en Colombia.
- Muchos colegas, historiadores y analistas manifiestan que la tragedia colombiana se inició con el asesinato de Gaitán, sin embargo, usted va mucho más atrás y afirma que todo se inició con Francisco de Paula Santander, ¿por qué?- Francisco de Paula Santander vio en el asesinato de Simón Bolívar la sola posibilidad de desmembrar a la Gran Colombia. Su codicia de poder y de la naciente oligarquía criolla que lo apoyaba, lo llevó a planificar varios atentados contra el Libertador, el más recordado fue aquel en que a los sediciosos enviados por el «hombre de las leyes», se encontraron con una dama vestida en camisón espada en mano, enfrentando a los sicarios y dando tiempo para que Bolívar escapara. Esta afrenta, jamás le sería perdonada por el estado colombiano naciente y comenzó una política de terror, que al morir el Libertador, y Santander regresar, el país lo llenó de honores, le fueron restituidos todos sus cargos. Siendo nombrado presidente, firmó el decreto que desterraba a Manuelita que termina muriendo en la costa peruana de difteria y muy pobre.

Sentado con olores de carne asada invadiendo la atmósfera que nos rodeaba, Calvo Ospina recordó los sabores parisinos y las interminables comidas en la que los galos introducían a los hijos del Caribe; comidas que en la urgencia del hambre eran consumidas casi en minutos cuando el resto de los comensales aún no habían terminado, ni siquiera el primer plato.

Francia lo recogió y tras pasar sus primeros cuatro años con un pie en ese país y el resto del cuerpo en América Latina, tomó la decisión de desprenderse de sus afectos patrios y asumir la trinchera de lucha y de denuncia que lo trajo a predios maracaiberos; pues Hernando todavía sueña con ver casas de chocolates en donde vivan todos los niños de su querida Colombia.Bajo los horcones de una casa saladillera seguimos conversando.
-América Latina ha tenido un repunte de esperanzas. Vemos el caso Venezuela con su revolución bolivariana, tenemos a la Bolivia Aymara de Evo Morales, también llegó el momento del brillante Correa en Ecuador y así podemos enumerar a Nicaragua, Brasil, Argentina, Uruguay y la Paraguay del obispo rebelde. ¿No te parece que Colombia es una especie de isla?

Un respingo casi imperceptible brilló en sus ojos caribeños y soltó:-No, Colombia no es una isla. Allí se han gestado desde hace muchos años movimientos revolucionarios que siempre han pugnado por reivindicar los derechos civiles, los derechos ciudadanos y las reivindicaciones de un pueblo que se ha negado a morir ante la quirúrgica y sistemática acción del terrorismo de estado. Tenemos que recordar que es el estado colombiano y no su pueblo el que se ha aislado a expensas de los Estados Unidos de Norteamérica. Es ese estado quien acompañó a los estadounidenses, enviando tropas, en la guerra de Corea en la década del cincuenta. Fue el estado colombiano quien erigiéndose como el Caín de América, apoyó la invasión de la Margaret Thatcher, primera ministra del Reino Británico, a las islas Malvinas, después de que el gobierno de facto izara la albiceleste en el frío islote austral.

Desde hace mucho los movimientos sociales han tenido su aporte de sangre en la Patria de Nariño y tal como lo refleja Hernando Calvo en su libro, y como la ratifica con la convicción de la palabra frente a este interlocutor «cuando llega la década de los veinte, Colombia vive un considerable aumento de las exportaciones de café. Esta bonanza produce unas desaforadas ansias de lucro en las clases dominantes, que mayoritariamente seguían concentrando sus intereses en la explotación del campo. Este hecho —comenta Hernando— generó la agresión contra campesinos, colonos e indígenas, quienes deben escoger entre vender sus tierras o abandonarlas. Fue así como la violencia y la explotación produjo movilizaciones y confrontaciones que dieron pie a la lenta disolución de las relaciones serviles en el campo. Los indígenas del suroeste del país, acaudillados por Manuel Quintín Lame, muchas veces acompañados por campesinos organizaron movimientos de resistencia que se extendieron por varias regiones del país. Estas fueron acalladas a fuego y sangre, pero sólo después de varios años de luchas».

Del campo a las ciudades y al Frente NacionalEl terrorismo de estado en una Colombia que cada vez se va configurando como una cuña sionista e israelita en el corazón de América Latina, va prefigurando el propósito imperial de hacer la guerra para evitar la administración propia de los recursos que le son necesarios a los gobiernos estadounidenses.Al respecto el periodista subraya que «con tal panorama se va forjando la organización y combatividad de los trabajadores y fue en Barrancabermeja, en 1924 donde la lucha obrera puso en el tapete la nacionalización del petróleo y la defensa de la soberanía, todo en contra de la Tropical Oil Co».
- ¿Qué sucedió?- La «Tropical» se negó a dialogar, obteniendo el aval del gobierno para despedir a cien trabajadores. Entonces 3.000 se fueron a huelga, la cual fue inmediatamente declarada como subversiva, la región fue militarizada, otros 1.200 trabajadores fueron despedidos y deportados a varias ciudades, mientras los principales dirigentes fueron llevados a la distante Medellín para ser encarcelados por 17 meses.
Concebido como una especie de Pacto de Punto Fijo colombiano con un corolario de sangre, el Frente Nacional institucionaliza y sacraliza el terrorismo de estado en el hermano país. Al respecto Hernando Calvo Ospina comenta que todo se fue decantando hacia un frente autocalificado como nacional en donde la oligarquía colombiana se auto amnistió de tantos miles de crímenes.

«Se cree —asegura— que entre 1946 y 1958 fueron asesinados unos 300 mil colombianos, casi todos campesinos. Casi todos anónimos. Hasta donde se conoce, ninguno de la clase alta. Caídos en una guerra civil no declarada, porque nadie la declaró, aunque sí se sabe quienes la fomentaron: el Frente Nacional».Hernando Calvo Ospina fue detenido, torturado, declarado desaparecido, exiliado de su país, de sus amigos y casi hasta de su historicidad por el terrorismo de estado colombiano, sin embargo y sin melancolía refiere: «Con los gobiernos de Virgilio Barco Vargas y César Gaviria Trujillo, se desencadenó el terrorismo de estado en Colombia. La Comisión Intercongrecional de Justicia y Paz realizó comparación de desapariciones y asesinatos políticos en esos ocho años de gobiernos democráticos en mi país de origen, con las más represivas dictaduras que tuvo América del Sur y los resultados son incontrastables».
- Cuéntanos…- En los ocho años de dictadura Argentina fueron aniquilados 9 mil seres humanos, Brasil en 15, defenestró a 125; Uruguay en 16 años, desaparecieron o fueron asesinados 220 personas; en los 17 años de dictadura boliviana y chilena, fueron asesinados (aunque creemos que son muchos más), respectivamente 2 mil 21 y 2 mil 666 personas.
- ¿Qué sucedió en la Colombia democrática de Barco y Gaviria?-Mataron o desaparecieron a 31 mil 491 ciudadanos.
-¿Y Uribe?- Él está batiendo el récord pues en apenas dos años tiene en su conciencia asesinatos y desapariciones de 10 mil 586 colombianos.
Juan Francisco Remolina Caviedes Regresar a Inicio >

martes, 10 de junio de 2008

CHÁVEZ PIDE FIN DE LAS FARC


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Por Horacio Serpa
-
Chávez no está loco, ni está desvariando frente a las FARC. Su posición de pedirles abandonar la guerra de guerrillas es la misma desde hace muchos años. Solo que su intromisión en los campos minados del acuerdo humanitario, para lograr la liberación de los secuestrados, lo convirtió en un aliado mediático de las FARC y en un pugnaz contradictor de Colombia.

Los computadores mágicos de Reyes, que más bien parecen de Superman y venidos de otro planeta, porque resisten bombardeos y tienen una memoria no inventada aún por Bill Gates, han servido para enredar más aún al Presidente venezolano y presentarlo ante el mundo como aliado de la guerrilla más vieja del mundo.

Chávez sorprendió el pasado domingo, en su programa Aló Presidente, cuando dijo: "Creo que llegó la hora de que las Farc liberen a los que están en la montaña, sería un gran gesto humanitario. Y eso pudiera ser el primer paso desde lo que aquí anhelamos que es que se acabe la guerra interna en Colombia".
"¡Vamos, suelten a esa gente! Allí hay ancianos y soldados que tienen allí más de diez años. Llegó la hora, Cano. Yo lo creo. Así que quiero enviar este mensaje: la guerra de guerrillas pasó a la historia. Y ustedes en las Farc deben saber que se han convertido en una excusa del Imperio para amenazarnos a todos nosotros".

Para mi no hay nada de nuevo en ese concepto. Se lo escuché personalmente un día que lo visite en Caracas, en mi condición de vicepresidente de la Internacional Socialista.

Cuando le pregunté por qué le interesaba tanto el tema de la paz en Colombia, me respondió en voz baja y meditabunda: "Quiero contribuir a la paz de Colombia. Estoy dispuesto a reunirme con Marulanda. Ir a las selvas de su país y mirar a los ojos al comandante de las FARC para decirle que la guerra de guerrillas hoy no tiene sentido, ni futuro, porque las revoluciones ya no se hacen con tiros sino con votos".

Guardé en mi memoria esas palabras y las recuerdo cada vez que se le va la lengua al presidente venezolano y los rayos caen desde el lado colombiano contra el mandatario vecino. Me alegra que él las haya sacado a la luz pública para reiterar su compromiso con la reconciliación nacional.

Creo que lo mejor que le puede pasar a Colombia es el logro de la paz negociada con las FARC y el ELN. Cano sí que entiende la política. Por eso ojalá esté pensando en cómo ahorrarle a Colombia más muertos y cómo subirse a un proceso que permita que el país vuelva a escuchar de las FARC palabras de paz y no ese tableteo insensato de arengas pasadas de moda.

Hay que negociar. Hay que liberar a los secuestrados. Las palabras de Chávez son un buen comienzo. ¿Va Cano hacia ese mismo puerto? Solo él lo sabe. Por lo pronto Chávez ya habló. Ojalá las FARC lo escuchen. Volvera Inicio >

MAGNA IMPOSTURA



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La institución de la extradición, basada en los tratados públicos y en las normas de procedimiento penal, es un acto jurídico de solidaridad internacional en la lucha contra el triste fenómeno de la delincuencia; de tal suerte que se garanticen las condiciones de la vida civilizada, conforme al derecho que es el cimiento y nexum de la sociedad.

Por manera pues, se torna paradojal que el Presidente Uribe al fin y a la postre, hubiese admitido la evidente alianza entre los paramilitares y el narcotráfico, ese tenebroso contubernio desde su origen; no obstante, que a lo largo del proceso de “negociación”, de trastienda en Santafé de Ralito, les prometió, contra la tradición jurídica universal, un tratamiento de delincuentes políticos con lo cual les garantizaba la no extradición. Para mayor escarnio y afrenta al constitucionalismo, amenazó con acudir a la activa colaboración del pueblo –bajo una apariencia democrática– para la vigencia del estatus político de los paramilitares. Todo, ambigüedad, impostura, agonía de la justicia y del Estado de Derecho.

El gobierno de Uribe, con la extradición de catorce “jefes” paramilitares, se echó sobre sus hombros el cadáver de la llamada Ley de Justicia y Paz, y con él la prioridad suprema y sagrada de la verdad, la justicia y la reparación, acibarando más el suplicio de los miles y miles de víctimas humildes e inocentes, en este espectáculo absurdo de nuestra patria ahogada satánicamente en sangre, con la pedagogía del resentimiento y el vacío de la moral del establecimiento.

Pero, ¿qué revela la lógica oculta de estas contradicciones? ¿Qué se aprestaban los extraditables a denunciar? Ante el desprecio desmesurado de la justicia, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos expresó: “…la extradición impedirá la investigación y el juzgamiento de graves crímenes, cierra las posibilidades de participación directa de las víctimas en la búsqueda de la verdad e interfiere con los esfuerzos por determinar los vínculos entre agentes del Estado y estos líderes paramilitares”.

Entretanto, en el establecimiento solo hay “Silencio y Bruma. Soplos de arcano”. Como dice un poeta.

Y bien. ¿Es este, el respeto a la dignidad humana, que el gobierno demuestra en el caso de las víctimas y que la Constitución les otorga? ¿No es, pues, la intangibilidad de la vida un derecho fundamental que inequívocamente garantiza su óptima calidad cuando se aleja del sufrimiento? La interpretación del derecho fundamental a la vida, no puede hacerse al margen de los tratados internacionales en materia de derechos humanos.

El gobierno de Uribe, ha cerrado los ojos ante los crímenes de lesa humanidad de los narcoparamilitares, y el sufrimiento de sus víctimas, que no han tenido ni siquiera la alegría de vivir, contrariando así, la preceptiva constitucional, de nuestro Estado Social de Derecho.

Quedan las víctimas en un limbo pavoroso, como si su tragedia fuera un castigo sobrenatural, en tanto que sus verdugos reciben en la práctica una amnistía tenazmente enmascarada, encabezando una operación de impunidad en relación con ese repertorio de atrocidades, revestidas de reivindicaciones nacionales, según los parapolíticos de la “refundación de la patria”, los patrocinadores y beneficiarios de estos criminales.

Por otra parte, a la luz del Código de Procedimiento Penal, el Ministro de Justicia –tan visiblemente limitado– tiene la facultad para “diferir la entrega” de quien esté procesado y pedido en extradición, “hasta cuando se le juzgue y cumpla pena”.

El Ministro no solo desconoce los caminos de la justicia nuestra, sino que implica torpe barrera para la eficiente aplicación de la ley. Es la atroz secuela de ser Ministro de Justicia y de no honrarla. Elster, dice acertadamente que: “el poder, para ser efectivo, debe ser dividido y la omnipotencia, lejos de ser una ventaja, puede ser una calamidad”.

Las bellas palabras de la Constitución y de los Códigos se quedaron sin alma y sin medios de obrar, en este proceso con los narcoparamilitares, que no es otra cosa que la legitimación de la mentira.
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martes, 3 de junio de 2008

EL CASO DE JUAN MANUEL


Por: Horacio Serpa

Si hay una persona seria, responsable, honrada, constructiva, leal, altruista, diligente, de buenos sentimientos y ejemplar comportamiento familiar y social, es Juan Manuel López Cabrales.

Honra la política y el servicio público. Es de los que se pueden mostrar para hacer ver que en la política hay gente sana, trabajadora y consagrada. En el Liberalismo es insignia de lo que debe ser un dirigente confiable.

Tiene votos. No comprados, ni negociados. No los consiguió por presiones, ni en convenios criminales. Nunca vendió el alma al diablo. Pertenece a una dinastía de políticos sanos, que crearon en Córdoba un espacio liberal y ejercieron durante medio siglo pulquérrima actividad pública. Su padre Libardo fue un dirigente siempre victorioso, al igual que su tìo Edmundo, quien sigue dando cátedra de inteligencia carácter y dedicación.

Juan Manuel hizo honor a su sangre y siguió en la política. Pero no se durmió sobre los laureles familiares, sino que demostró con trabajo y buenas actitudes que hay políticos honestos y cumplidores. Logró con esfuerzo lo que todos los políticos anhelamos: que lo adoraran sus seguidores y lo respetaran sus contradictores. Su esposa Arlet es una mujer extraordinaria que secunda su labor con dinamismo, inteligencia y coraje.

Juan Manuel no llegó al Senado por presiones u órdenes de Mancuso. Al contrario, lo logró limpiamente en contra de sus designios y de los intereses del paramilitarismo. Es tal el liderazgo que tiene entre los Cordobeses y la fortaleza de su movimiento, que el año pasado, estando preso en Bogotá, ganó de nuevo las elecciones en Córdoba.

Es un valiente. Muchos sabemos que Mancuso le prohibió respaldarme como candidato a la Presidencia, lo que rechazó frontalmente. Siguió apoyándome y respaldando mis denuncias a los atropellos de los paramilitares, que muchas veces expuse a su lado, con su gente, en público, sin que nunca se me hubiese sugerido que moderara mis señalamientos.

Me consta la difícil situación sufrida por Juancho y su gente por la intransigencia del paramilitarismo. Como amigo y jefe del Partido viví sus tribulaciones. Muchas veces temí por su vida. Supe paso a paso las razones por las cuales Juancho terminó en la reunión de Ralito, a cuyos designios nunca se doblegó. Al contrario. Siempre hizo saber su distancia con los paramilitares que azotaban la región, por lo que Mancuso ordenó su muerte.

El Senador Juan Manuel López Cabrales comparece al juicio que se le adelanta por nexos con los paramilitares. Hubiera podido eludir a la Honorable Corte renunciando a su investidura. No lo hizo porque tiene responsabilidades con su gente, su tierra y su partido, porque ama a su familia y quiere que su inocencia se demuestre al más alto nivel, y porque es hombre de honor que respeta a la justicia.

Colombia requiere políticos como Juancho, por quien es un orgullo meter las manos al fuego. A la sala de audiencias le envío mi solidaridad, mi respeto y mi cariño de compañero y amigo.

Bucaramanga, 4 de Junio de 2008 . Volver a Inicio >

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