miércoles, 27 de febrero de 2013

Columna de opinión política

¿Dónde ocurrió la hecatombe?
Horacio Serpa
Entre nosotros ocurren cosas sorprendentes y hasta milagrosas. Hace quince días el presidente Santos tenía enorme prestigio, gozaba de buena imagen y contaba con gran apoyo político para plantear su reelección y ganar sin dificultades. Hoy dicen que no existe tal prestigio, su imagen se vino al suelo, lo mas seguro es que no se lance y si lo hace pierde las elecciones.
¿Qué pasó? ¿Dónde ocurrió una hecatombe que pudiera generar tal cantidad de situaciones políticas? Una encuesta de opinión, la carta de Timochenko, el paro cafetero y el descontento de unos sectores parlamentarios porque se anunció que no habrá reforma política, no da para tanto. Varios medios de comunicación, algunos influyentes periodistas, la oposición que orquesta el expresidente Uribe y los oportunistas que nunca faltan, presentaron una situación de desastre como pocas veces se ha visto. Estremeció la carátula de Semana: “La tormenta perfecta”.
Si el Presidente Santos fuera un irresponsable, estuviera dilapidando los recursos públicos o cometiendo graves actos de corrupción, si hubiera abandonado sus funciones oficiales o cometido atropellos que ofendieran la dignidad nacional, si estuviera fuera de juicio, hasta se explicaría que de un momento a otro las cosas hubiesen cambiado tan radicalmente. Todo el mundo sabe que eso o cosas parecidas no han ocurrido. El mandatario es una persona seria, responsable, leal con el país, atenta en el cumplimiento de sus deberes, dedicada al cumplimiento de sus obligaciones y sano de mente.
Problemas hay y los habrá en este gobierno y en los siguientes. Algunos asuntos no han salido adelante, pero no es la catástrofe. Han ocurrido hechos violentos, como  en el gobierno de su pugnaz antecesor. No se ha logrado la paz, pero nadie pudo pensar que se terminaría en cuatro meses. Cafeteros, cacaoteros, arroceros y otros respetables sectores del campo viven una mala época, pero se encontrarán soluciones y alternativas. Son situaciones que se sufren en una sociedad afectada por tantas carencias y fragilidades, no  propiamente causadas por el  Gobierno.
¿Qué pasó? Es explicable que la desfavorable encuesta genere inquietudes y reflexiones a analistas y comentaristas. Está mal que de ello se agarraran los escandalosos, los tremendistas, los sin tema, los carboneros de oficio y los opositores, para armar “la de Dios es padre”.
Ni el mundo se está acabando, ni el gobierno se va a caer, ni las encuestas son definitivas, ni los problemas van a continuar sin solución, ni se va a terminar el proceso de paz de La Habana.
Hay dificultades, es cierto. También se han presentado equivocaciones gubernamentales. Es verdad que existen fallas en la comunicación. También es cierto que tener de contradictor al expresidente Uribe es un verdadero “camello”. Pero el gobierno tiene mucho espacio por donde poder volar.
Pilas deben estar los socios de la coalición de gobierno. También su equipo de trabajo. Gobernar no es fácil. Tampoco mantener a la gente contenta. La gestión va bien, pero se puede mejorar. Y el Presidente es capaz de hacerlo.
Bogotá D.C., 26 de febrero de 2013 Columna del NuevoSiglo

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