sábado, 26 de abril de 2014

A propósito de la vivienda social en Colombia

Promesas incumplidas y tapen-tapen en vivienda
Jorge Enrique Robledo, Bogotá, abril 25 de 2014
En todos los países se construyen viviendas subsidiadas por el Estado. En Colombia ello ocurre desde el BCH (1932) y el ICT (1939). Dichos subsidios obedecen a que muchos no tienen con qué comprar casas o apartamentos que carezcan de aportes oficiales gratuitos, recursos que también sirven para promover los negocios de la construcción –tierras, materiales, capital financiero, constructores. Y son políticamente muy eficaces porque aparentemente prueban lo mucho que quieren a los pobres los mismos responsables de su pobreza: “Ustedes no saben que promovemos los TLC –por ejemplo–, pero sí saben el nombre del partido y el número que hay que marcar a cambio de darles o prometerles una casita”. El truco clientelista del anzuelo y la carnada. Luego es una viveza presentar como si fueran una gran cosa las viviendas con subsidios, cuando ello es apenas tan obvio como que el Estado, con los impuestos de las clases bajas y medias que son las que los pagan casi todos, gaste en salud, educación y vías. Son los detalles, entonces, lo que hay que evaluarle al plan de las cien mil viviendas gratis de la reelección.
Lo primero es señalar que la política de vivienda aprobada en el Plan Nacional de Desarrollo no es la de las cien mil gratuitas, proyecto que Santos solo le presenta al país en abril de 2012, ¡veinte meses después de empezada su administración! ¡Improvisaron con un gasto de cuatro billones de pesos! Y lo hicieron cuando las cifras demostraban que Santos no cumpliría su primera promesa. Leer más


domingo, 13 de abril de 2014

Buenos parceros

                                   Trafugario
                                    Por: José Óscar Fajardo
El viernes como a eso de las ocho de la mañana que  yo me dirigía hacia el centro de Barbosa por la carrera novena, frente a la Clínica Barbosa, vi un caso curioso. Una pareja de esposos, se supone, bastante jóvenes, era evidente, estaban esperando a que su mascota, un perrito bien cuidado con peluqueada de moda y chupa de boda como dijera don Rafa Pombo, hiciera popó de una manera sosegada y tranquila. Una vez terminado el biológico e inaplazable evento, la muchacha, muy pulcra ella, con un trozo de papel higiénico tomó los dos cilindritos de caca y los depositó en una bolsa plástica que estaba sosteniendo el muchacho. Yo los miré y ellos me sonrieron fraternalmente. No pude hacer otra cosa que felicitarlos. Esa es una actitud de personas respetables y decentes, les dije. Ustedes dirán, y este porque hace tanta alharaca por una corriente defecada de un can sin ningún embutido de perro norteamericano. Pues es que ahí es donde está precisamente el misterio del asunto. Que Barbosa, El Manicomio más grande del mundo, según mis apreciaciones sociológicas, es uno de los municipios de Santander que más tiene perros callejeros. Y eso qué tiene qué ver, me preguntarán. Cómo que qué tiene qué ver, les respondo ipsofacto. Pues que Barbosa es, de pronto, el pueblo que más atesora en sus hermosas calles excrementos de perro de todas las razas y de todas las clases sociales.
Claro porque hay perros burgueses, de refinada procedencia, y perros proletarios o callejeros, sin esperanza ninguna. Como ustedes pueden ver y lo saben con exactitud, es que de todas maneras, sea cualquiera la clase social de la que provenga el perro, los excrementos son igualmente repugnantes, lo mismo que la de los seres humanos. Pero lo verraco es que las señoras semi-pequeño-burguesas de la sociedad manicomiana, sacan sus perros a hacer popó en las calles y demás lugares públicos o sociolugares, como si el municipio fuera la vulgar cueva de Rolando, razón por la cual los transeúntes tienen que transitar las vías prácticamente bailando tango o mapalé para no untarse los zapatos de tan odiosa basura animal. Por eso  ve usted frente a los bancos, las cafeterías, heladerías, panaderías, sitios de diversión y hasta las clínicas y el hospital, restos de excrementos que, así sean en menor cantidad, producen la peor imagen de una ciudad y a la vez generan hedores nauseabundos. Pero de qué sirve  matarse la cabeza si para este tipo de problemas no hay ley. Mejor dicho, no se puede meter a la cárcel al propietario de un perro cagón. La única alternativa que queda es castigarlo socialmente haciéndolo ver como un ignorante de la cultura ciudadana. Como un vulgar pelafustán.

Hacerle ver, sin que se dé cuenta porque se corre el riesgo que saque el cuchillo y lo despedace a puñaladas, que eso está pésimamente mal hecho porque todos los ciudadanos merecen respeto, y que los excrementos de todo animal, incluido el humano,  es lo más repudiado por cualquier persona sana y decente. Existen normas con carácter de obligatoriedad para estos casos. Pero qué sacamos si nadie las hace cumplir. Sólo nos queda por esperar a que, de lo más profundo del ser humano que se llama racionalidad, aflore la lógica y con ella el milagro que la gente se vuelva sociable. Porque uno no entiende cómo, una persona con dos dedos de frente, medianamente educada, es decir que sabe leer y escribir, saque su perro no a pasear sino exactamente a hacer sus necesidades fisiológicas a las calles que constituyen los sociolugares más importantes de todas las ciudades del mundo. ¿Será que seguimos siendo cavernícolas y no nos damos cuenta? 

domingo, 6 de abril de 2014

Trafugario

Por: José Óscar  Fajardo
                                               Mucho brutos 
Aclaro que este titular es de carácter mamagallístico. Pero pueda que de algo sirva, sobre todo si es leído por algún padre de la patria o alguien más que tenga qué ver con esta desgracia nacional. Que los colombianos seamos por el momento los más felices del mundo de acuerdo a las estadísticas, no tiene discusión. Pero que nuestros muchachos bachilleres sean los menos favorecidos académica e intelectualmente, tampoco tiene discusión. Pues también eso dicen las estadísticas. Por lo menos eso dijo el módulo de la prueba Pisa sobre solución de situaciones cotidianas, que deja a nuestros muchachos de últimos entre 44 países. Vea pues. La conclusión se obtiene del desempeño mostrado por 85.000 jóvenes que participaron en la competencia sobre resolución creativa de problemas de la vida cotidiana, en el marco de las pruebas del Programa de Evaluación Internacional de Estudiantes, PISA. Confiesan las cifras de los resultados que en dichas pruebas, Colombia, con 9073 estudiantes de 15 años, ocupó el último lugar con 399 puntos. El primero del mundo fue Singapur con 562 puntos y el primer latinoamericano, Chile, con 448 puntos. De todo ello se dedujo que el problema de los colombianos está en la baja capacidad de abstraer mentalmente, de imaginar, de actuar a través de racionamientos lógicos con el fin de obtener respuestas lógicas a los problemas de la vida cotidiana.
En términos más claros, debo decirles que el problema nace en el pésimo sistema de la educación en el país, aunado éste a N problemas aledaños que, como en las novelas río, cada afluente pequeño o cada chorrito de agua o quebrada, van aumentando el caudal inicial hasta convertirse en un caudaloso torrente de magnitudes fantásticas como el río Amazonas o como el Nilo. Primero que todo se debe tener en cuenta que al pobre país no le alcanza el presupuesto para mejorar la educación porque si no, con qué se sostiene la guerra que es mucho más rentable a corto y a largo plazo. Aclaro: mientras un profesor o maestro no gane una remuneración justa y adecuada, no se le va a poder exigir calidad en su preparación y en efecto en la enseñanza. Se ha deducido por ejemplo, que el estudiante presenta muy bajo rendimiento en las áreas de ciencias, matemáticas y lectura. Y qué pasa con eso. Que un muchacho que no sepa distinguir entre un modelo matemático o una ley física, de unas ferias y fiestas, aguardiente y marihuana a la lata, jamás va a entender la dialéctica de la vida y la solución lógica de los problemas cotidianos, a partir de la aplicación de los conocimientos adquiridos en sus respectivos estudios.
De la misma manera, un muchacho que no entiende lo que está leyendo, mucho menos va a poder comprender o a hacer el planteamiento de un problema y muchísimo menos a plantear soluciones. Y quiéranlo o no, esta es una forma de analfabetismo, según la manera como lo quieran interpretar. La comprensión de lectura, ojo padres de familia y maestros,  es quizá el más agudo problema del estudiante colombiano, incluso a niveles universitarios. Pero resulta que al estudiante no le gusta leer; en cambio a sus profesores de colegio o de universidad, sí que menos. De los padres de familia ni hablar, y aquí hay bastante tela para cortar. Pues hay hogares en los que no se ve un libro a varios kilómetros a la redonda, y los padres son los primeros maestros de los niños.  Y como para ponerse a llorar, la pobreza en que vive la mayoría de los niños colombianos, la irresponsabilidad total del Estado y la mediocridad y obsolescencia de la educación, se refleja en el pésimo rendimiento académico de los muchachos.   

martes, 1 de abril de 2014

La mortífera amenaza del planeta

                Por: Bernardo Socha Acosta 
La peor amenaza del Planeta que en muchas ocasiones veíamos solo en documentales de la TV, hoy ya se ha hecho una realidad en el territorio colombiano.
La mortandad de especies silvestres y la física escases de agua dulce que todos hemos visto y escuchado en los medios de comunicación  en zonas de los Llanos Orientales y las costas colombianas, donde ya se aprecia que la guerra es por el agua, tanto para humanos como para animales y la vegetación,  debe ser para gobernantes y gobernados una voz urgente de alerta.
La emergencia en los Llanos. Foto: Pacific Rubiales Energy
Seguí  con atención un documental de televisión que relata todo sobre el permanente aumento del calor por efectos del sol y al mismo tiempo la evaporación de la poca agua que contienen los acuíferos en el planeta.
En las zonas que han vivido el drama por la falta de agua, no hablemos en el mundo, sino en Colombia para ser más prácticos y concretos, como en Paz de Ariporo en los llanos orientales y en la Costa Atlántica; las tomas de televisión en esas regiones demuestran que la acción irracional en la tala de árboles ha sido frecuente y han dejado grandes extensiones, incluso por donde quedan huellas de cuencas por donde pasó un caño o quebrada, no queda un solo arbolito porque ha sido cortado y destruido con la acción del fuego a raíz de las inveteradas prácticas de quemar. 
Pero no nos limitemos a comentar sobre el despoblamiento de la vegetación de esas zonas.
Es necesario revisar lo que ocurre en los Páramos.  Todos sabemos que buena parte de los ríos y quebradas nacen en los Páramos, en los se han formado unos ricos ecosistemas donde hay diversidad de especies.
Responsabilidad del estado
La responsabilidad del estado en la conservación del agua, se hace cada vez más evidente. El Ministerio del Medio ambiente y las Corporaciones Autónomas Regionales  deben desprenderse en un alto grado de tanta burocracia y fijar programas concretos para frenar las prácticas que destruyen los acuíferos.
Estas campañas no son solamente reprimir al campesino,  sino educarlo y de paso ofrecer incentivos para quien mejor establezca campañas protectoras de las cuencas, cañadas y quebradas. 
Igualmente el estado debe adquirir algunos predios que son reconocidos como nacederos de agua, haciendo al mismo tiempo convenios con los propietarios de predios adyacentes para que se protejan las franjas de caños y quebradas que se hallan muy cerca a los yacimientos  del preciado líquido.
Y de la misma manera el estado tendrá que fijarle parámetros a las empresas que exploran y explotan el petróleo para que no se conviertan en factores de miseria y muerte de esas zonas, donde el agua desaparece por las grandes y profundas perforaciones y excavaciones que se hacen.  La labor exploratoria tendrá que seguirse realizando, pero urge la búsqueda de alternativas que ayuden a conservar el agua, porque cuando ésta se agote por completo, el pueblo no podrá sustituirla con petróleo o sus derivados. Creo que en esas zonas de exploración habrá que construir grandes reservorios o estanques para almacenar el agua lluvia y devolverle a la tierra parte de la que se le quita a través de las perforaciones profundas.
En la actualidad es de conocimiento público, que hay numerosas zonas potenciales en producción de agua en toda Colombia, pero ni el estado ni los campesinos hacen nada para protegerlos.

¿Será que se sigue esperanzo que ocurran hechos tan desastrosos, desagradables, lamentables y de emergencia  para tomar las medidas preventivas?

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