miércoles, 25 de junio de 2014

La Ruindad

Por Gerardo Delgado Silva 
Percibimos en lo que se puede llamar hoy, sin ninguna exageración, un desierto de ideas.  Nos basta escuchar a los integrantes del “Centro Democrático”, que no expresan ideas nuevas, no hay ideas que hagan levantar a las personas de su resignación desde el gobierno de Uribe, pues los colombianos nos resignamos a una especie de fatalidad que no acepta cambios.  A contrario censu, el Gobierno de Santos, se propuso regresar a esa tan sencilla, tan estupenda, tan magnífica que es el pensamiento comprometido con la defensa de los Derechos Humanos , y el Mundo Civilizado, sin olvidar su cara más amable, la más humana sin duda, la que ha mirado desde los albores de la Modernidad, por la dignidad y la libertad del Ser Humano, encarnadas ambas en los valores de la justicia social, la igualdad, la tolerancia, la educación y sanidad universales, canalizando la Paz. Los diálogos con la guerrilla, harán un alto en el camino de la vida tortuosa colombiana, para tomar conciencia de nuestro compromiso cristiano.
Con el triunfo estupendo el 15 de Junio, de Juan Manuel Santos, tiene el país la obligación de rodear al Señor Presidente, y entender plenamente que cuanto de paz y de sosiego se va a lograr, es enfáticamente su voluntad de adelantar una verdadera cruzada de sanidad espiritual que revela al mundo entero, la finalidad redentora de devolverles a los colombianos la seguridad de poder vivir y avanzar protegidos en sus fueros y dispuestos a librar valerosamente por los caminos legales, la batalla contra toda clase de hechos punibles y colaborar en los esfuerzos oficiales para garantizar el mandato constitucional que establece para el Estado, el imperativo de amparar la vida, honra y bienes de los asociados.
Sobre tantas perversiones que nos vienen del Gobierno de Uribe, contamos con otras abominaciones.  Representamos un espectáculo híbrido: algo entre la farsa atroz y la tragedia griega. 
En estos días pasados de Campaña Electoral, resolvieron los caballeros del “Centro Democrático”, justificar las triquiñuelas rastreras – con hacker incluido-, la dialéctica canalla del rencor de Caín, su filosofía , y como Cioran, que repudió todo sobre la tierra, menos su derecho a calumniar, engendrando desenfrenos fratricidas para marchitar las ilusiones de los millones de colombianos seguidores de Juan Manuel Santos.  Aquí por lo menos, la Ruindad no es una Institución nacional.
Y como para sellar con broche de oro las troperías del “Centro Democrático”, su jefe Uribe, rabiando por estar en falta, de tiempo atrás, le hizo al Presidente Santos, la falsa imputación de un delito contra los mecanismos de participación democrática.
Como expresó Albert Camus, en su gran obra “La Caída”: “¡Cuantos crímenes se cometieron sencillamente, porque sus autores no podían soportar estar en falta!!”.
Estos graves incidentes de la vida pública, desde su gobierno sectario y fanático del señor Uribe, los conoce el mundo entero.  Y así fue como se instauró una secta uribista con para-políticos en su administración, con todas sus taras connaturales y ajenas a la índole de nuestro país.  En cambio, los grandes valores nacionales han tenido una vida ejemplar, bella y generosa, presidida por la comprensión universal de los fenómenos humanos, iluminada por la caridad y la benevolencia, constituyendo un canto de esperanza, tonificante de virtudes privadas y civiles.  Han sido guardianes vigilantes, desinteresados y eficaces de la nacionalidad hasta confundir su figura personal con el perfil histórico de Colombia.
La imputación irreflexiva que el Señor Uribe le hizo al Doctor Santos, esta fácilmente conducida por estados sobreagudos de paranoia.  Nadie como el Presidente Santos en la vida pública contemporánea ha estado mas compenetrado con lo que esta patria representa como proceso civilizador, como evolución creadora, como ideal histórico.
Su tío abuelo, Eduardo Santos, fue considerado aquí en su tierra como también en Europa – donde se le exaltó su pulcritud siendo Presidente – como  la figura que se confundía con la imagen de la Patria.
Y bien.  Volvamos a la falsa imputación de Uribe, que es una conducta que puede subsumida bajo un tipo de delito expresamente previsto en la norma penal.
La ley tutela el patrimonio moral de las personas, por medio de los delitos de calumnia e injuria, cuya objetividad jurídica la constituye el bien del honor.
La integridad moral,  se entiende como “ un estado a que tiene derecho toda persona, en su doble categoría de natural y jurídica, para conservarse en el uso y goce de sus sentimientos internos de dignidad, para disfrutar y complacerse con la buena fama conquistada por ella, y aún transmitirla a otros”.
La imputación falsa agravada, de un hecho punible al Señor Presidente de la República y a varios parlamentarios, por la pérdida de Uribe en los comicios del 15 de Junio, camino a la Paz, se infiere, es una imputación falsa como ya lo dijimos, hecha dolosamente.
El calumniador Uribe, debe probar su imputación para librarse de castigo.  ES necesario atender a la naturaleza del hecho que constituye la calumnia y la injuria, según el alcance moral que tal hecho tenga en el sentir de las gentes sensatas y decentes.
La acción subjetiva de la calumnia consiste en el conocimiento de la falsedad que encierra el hecho concreto imputado al Doctor Santos por Uribe, y en la voluntad de hacerlo aparecer como ejecutado por el Presidente y los parlamentarios, con carácter deshonroso o inmoral capaz de exponerlos a la animadversión o al desprecio públicos.  Aquí, la mentira difamatoria de Uribe tenía la capacidad potencial (peligro), para lesionar el patrimonio moral independientemente de la efectividad o realización de dicha lesión.
Al tipificar el hecho punible de calumnia, Uribe ha presentado un espejo donde muchas perversiones del hombre moderno, se reflejan con acusadora precisión.  Ahí están desnudos, el absurdo y la insignificancia de las ínfulas cortesanas, exhibiendo el odio envenenado de un alma ruin, abyecta, y depravada que claudica ante la defensa de la Paz.
Además, sobre tantas amarguras de marca mayor en nuestra patria, contamos con otras abominaciones como los holocaustos bárbaros de los paramilitares que además moto sierra en mano fueron electores del Señor Uribe, con los llamados “distritos electorales” de Jorge 40.  Constituye una certeza lo expresado por Víctor E Frankl, en su gran obra “El Hombre en busca de sentido”: “Hay dos razas de hombres en el mundo y nada más que dos: la raza de los hombres decentes y la raza de los indecentes”.  Y más adelante nos dice: “¿Qué es, en realidad el Hombre?”.  Es el ser que siempre decide lo que es.  Es el ser que ha inventado las cámaras de gas, pero así mismo es el ser que ha entrado en ellas con paso firme, musitando una oración”.

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