sábado, 15 de noviembre de 2014

Explicaciones

                                                   Trafugario
                                              Por: José Óscar Fajardo
Cuando yo publiqué mi  primera novela hace diecinueve años, que se titula El Manicomio más grande del mundo, y donde se narran historias desatinadas, locuras desenfrenadas, salidas chatarrra y demás sacrilegios de mis amigos de esa época, tal como la del único hombre del  mundo que no pudo ser torero, no por falta de talento sino porque no le cabían los testículos entre en traje de luces, o la de  mi tía Faustina que para exterminar la ratonera de su casa que no había podido conseguir con los métodos convencionales como el veneno para ratones con sabor a queso, para lo cual le desocupó todo el agua gasificada de dos cilindros de gas entre los sifones por donde los bichitos retozaban, con el fin, en un tiro genial, meterles candela y, booommmm que voló medio barrio, reventó todas las cañerías, levantó las tapas de los colectores y hubo lluvia de mierda en todo el Manicomio. A ella, la diarrea producida por el susto por poco le desbarata el anillo anal  ya que casi no se le cura. Y así otros relatos más locos todavía. Yo por supuesto brincaba de la dicha porque todos me decían que eso era el maximun de la literatura, hasta que un día llegó un verdadero maestro y me puso los puntos sobre las íes, favor que hoy más que nunca se lo agradezco. Ya medio sé escribir literatura.
Estas aclaraciones las hago es porque alguien me contó que había unos políticos extremadamente, no peligrosos sino muy “arrechos” conmigo, dizque porque yo los estaba “ninguniando” a ellos y, “menospreciando” su muy entregado “trabajo” con el constituyente primario o votantes. Y de la misma manera, así dizque  argumentan algunos otros mandatarios, tanto de mediana como de alta prosapia. Qué cosa tan espantosa y qué mentira más grande. Yo sí le mamé gallo al alcalde de cierto pueblo que es tan pequeño, el pueblo no el alcalde, que el último que se acuesta, a las siete de la noche, apaga la luz. Y para este ilustre mandatario, lo más rancio de la “alpargatocracia” santandereana, es decir la alta burguesía agropecuaria, los alcaldes de Nueva York o el de Tokyo, son un par de “apanchirados” matamarranos, cosa que le ocurre a la mayoría de burgomaestres de municipios medianos y pequeños, casualmente porque no están ni estaban preparados, ni ética ni profesionalmente, ni mucho menos tenían la personalidad y la madurez sicológica para ejercer poder sobre la demás gente. Porque ipso facto se les disparan todos sus complejos de inferioridad y todas sus frustraciones y por eso se muestran como faraones. Pero eso se puede curar con madurez, precisamente aterrizando en este mundo.
A partir de este argumento, lo que deben hacer tanto aspirantes y candidatos a alcaldías, concejos y gobernaciones, ahora que se vienen las elecciones, es prepararse no sólo profesional, sino además sicológica e intelectualmente. Para qué. Para que se les quite lo romo y lo chambón. Para que en los discursos no digan,”algotros” pensarán. O “bustedes” dirán. Y para cuando hablen con sus gobernados, si van a tutear, aprendan a tutear y no a “tetiar” a la gente porque a los votos de ellos es que los mandatarios deben sus alegrías. Entonces es una “guarruspianada”, derivado de guarruspiano,  y una muestra de inexperiencia e inmadurez emocional el que un político o un mandatario, o un escritor o una reina de belleza, o en síntesis cualquier persona pública, se “arreche” con el comentario mordaz, porque entonces tendría que meterse entre el rabo de una cucaracha para que no la miren y para que no le ejerzan crítica. Obvio, me refiero a la crítica constructiva, fundamentada, sana honesta, equilibrada y decente. Si no, tampoco es periodismo crítico sino vulgar chabacanería, y de eso sí hay bastante en este Departamento.      

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