lunes, 23 de mayo de 2016

¿Castigo para quienes quieren la paz?

Por: Bernardo Socha Acosta
La incertidumbre de muchos colombianos  que  veíamos cómo desde varios  espacios de las instituciones colombianas se ataca el proyecto de paz  sin que saliera nadie con poder decisivo a defenderlo, diferente al propio gobierno y al 95% de colombianos rasos, parece que encontramos luces que  ayudaran a tranquilizar la esperanza de encontrar a un país  muy pronto con ese preciado don como es la posibilidad de ejercer tanto el deber como el derecho a la paz.
Para quienes tenemos muy presente el mandato de la Constitución, consignado en el artículo 22  que dice: ‘La Paz es un   derecho y un deber  de obligatorio cumplimiento’, nos sorprendió cuando escuchamos que la procuraduría general de la nación  amenazó con abrirle procesos disciplinarios a los funcionarios que le hicieran campaña a la paz, sin  que otra institución diferente al propio presidente de la republica  saliera en defensa de ese bien tan anhelado como es la paz. Pero por fortuna todavía quedan instituciones de control  que obran bajo los postulados legales.  Se trata de la Fiscal general, que a través del titular  (e)  Jorge Fernando Perdomo hizo un duro pronunciamiento contra estas amenazas. Leer aquí
Es que leer estadísticas que demuestran que la guerra en Colombia, en los últimos 50 años ha dejado como saldo mínimo a cerca de cinco millones de desplazados; miles de desaparecidos; pequeñas poblaciones arrasadas por la guerrilla y por los   paramilitares, y billones de pesos perdidos en voladuras de puentes y vías carreteables, oleoductos y demás infraestructura del país, no es para menos que los colombianos de bien anhelen un verdadero cambio de vida.
Los colombianos de bien saben que una paz no se logra con el poder de los fusiles, las ametralladoras y los bombardeos, como está ocurriendo en otros países, y que algunos ensañados en la guerra, quieren imitar en Colombia, a pesar de estar esquilmado al estado desde posiciones privilegiadas.  Entonces, por qué no ayudar a que la tranquilidad del país se logre con  acuerdos  negociados como lo pretende hacer el actual gobierno.     
Y es que esas expectativas de paz  se ven fortalecidas cuando encontramos  reflexiones tan positivas y verdaderas como las del  sacerdote Francisco de Roux  cuando dice que lo que está en juego en Colombia no es el futuro del presidente Santos, ni el futuro político de Uribe,… sino la posibilidad de que podamos vivir  como seres humanos.
Y estas reflexiones nos llevan a pensar que, entonces quienes se aferran a que siga la guerra en Colombia, ni sienten el compromiso de humanos, o tampoco consideran que viven con seres semejantes.

Pero todavía queda algo más para reflexionar. Dicen los entendidos que la convocatoria que hace un sector político, de la llamada resistencia civil contra la paz, es una actitud de graves consecuencias, porque de un movimiento de esta naturaleza, no está lejos una guerra civil.  Y, quiénes la están promoviendo.   

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