Trafugario
Escribe: José Óscar
Fajardo
Supongate Marco Tulio
(expresión popular) que por ley de igualación algebraica, en este caso el
Instituto Municipal de Cultura de Bucaramanga, es igual Macondo. Entonces ¿qué
pasa en Macondo? Yo no creo que lo que pasa es que al coronel Aureliano Buendía,
en este caso la máxima cabeza, el nombrado y actual director, no tiene quién le
escriba definitivamente. Porque es que ya van cinco meses que empezó el nuevo
gobierno y lo que es el IMCT, está como los carros viejos y destartalados que
ya ni empujándolos prenden. Sería muy atrevido yo al siquiera tratar de
insinuar que mi muy respetado historiador, la máxima cabeza, no es el personaje
idóneo para poner a funcionar el destartalado carromato que hoy es el IMCT.
Sería yo muy atrevido. Pero también es cierto que, el destartalado carromato,
desde el punto de vista científico y dialéctico materialista, en realidad no
funciona por ningún lado. Entonces reitero muy interrogación, ¿qué pasa en
Macondo? ¿Dónde están Ursula Iguarán, Mauricio Babilonia o el Gitano Melquiades,
personajes imaginarios pero que yo estoy
seguro, ponen a funcionar toda la maquinaria de Macondo? Alguien me comentó,
Javierito Félix, mejor dicho, bardo prolífico y prolijo en opiniones, que
nuestro respetable amigo, la máxima cabeza, no estaba en condiciones de salud
de poner a funcionar a Macondo y eso me parece lamentable. Claro porque eso es
muy lamentable. Pero entonces, ¿dónde carajos está la enorme pléyade de poetas,
escritores, pintores, filósofos y promotores del arte, con títulos universitarios,
que han sido profesores universitarios, que tiene toda la experiencia y
sabiduría para dirigir los destinos del IMCT, que no los nombran y ni siquiera
los mencionan?. Artistas con obra y trabajo en las diferentes manifestaciones
artísticas, de gran calidad y publicadas, que están hoy sumidos en el más
ignominioso ostracismo cuando debieran estar depositando esa sabiduría y esa
herencia cultural en los muchachos de hoy. Cómo será la soledad y la dejación
en Macondo, dígase IMCT de Bucaramanga, que muchos cultores de arte y muchos
artistas me llaman a diario dizque para que yo lance un SOS a través de mis
columnas a ver si algo se puede remediar, y yo claro que aquí me tienen
combatiendo. Lo digo en términos artísticos y culturales porque si no, ahí sí
que nos metemos en una vacaloca para acabar de completar. A veces me pregunto,
¿será que los escritores, poetas y demás cultivadores de las Bellas Artes,
estamos condenados en Bucaramanga, claro que en el resto del país también, a vivir cien años de soledad? O en el peor de los casos, ¿a morirnos en el
más oprobioso desencanto y en el más
despiadado ostracismo? Otra cosa que también debemos cuestionarnos, además con
vehemencia, es, qué pasará con la industria de la Cultura y sus componentes
aledaños. Con los grupos de danza y de teatro. Con los promotores, guionistas y
directores de cine y televisión. Y lo
que más nos preocupa a los que sí producimos Bellas Artes todos los días de
nuestras descachimbadas vidas, es que, a la final, dios no lo quiera, siguen
beneficiándose los abejones, los avivatos
y los tramposos del Arte. Los predadores, negociadores y demás
desvalijadores del Arte. Yo no soy Werner Von Brawn, ni Stephen Hawking, ni
mucho menos un ingeniero de la Nasa, pero mi cerebro y el de todos los
artistas, sí alcanzamos a captar que la cultura artística en Bucaramanga, y por
qué no en el Departamento, es hoy un dinosaurio en vías de extinción.
Afortunadamente tenemos un alcalde culto y un gobernador preparado que
entienden ambos el valor del Arte en el proceso de paz.
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