sábado, 30 de julio de 2016

De Vélez y muy de Vélez

                                  Trafugario
                             Escribe: José Óscar Fajardo
Todos los años y por esta misma época se lleva a cabo como un ritual y por pura herencia cultural, las fiestas municipales de Vélez que a la hora de la verdad son regionales. Y yo creo que el nombre de Vélez es conocido a nivel mundial, no solo por sus bocadillos sino también por su historia que viene desde la conquista y que se afianza durante la colonia con tantos sucesos que ocurrieron en este período. Por ejemplo, la llegada de Martín Galeano y el genocidio de sus antiguos pobladores y verdaderos dueños de las tierras como eran los indios Agataes y Cocomés, Chipataes y Cimitarras, que se encontraban aquí por simple ley natural puesto que allí en aquel territorio de América nacieron, se  criaron y crearon su propia cultura. Los cronistas que arribaron con los conquistadores, y que eran los periodistas de la época y los encargados de registrar todos los hechos de aquel entonces, los cuentan con sus medios primitivos y con sus propias metodologías ya que no existían los engendros de  las comunicaciones de hoy. Son varios y muy destacados y entre ellos se ubica a Fray Pedro Simón, uno de los más prolíficos cronistas de la provincia de  Vélez. Entre tantas cosas narra alguien que Vélez no nació allí donde está hoy, sino donde hoy está ubicado Cite, corregimiento de Barbosa. A Cite le tienen un cuento, del origen de su nombre, que dan ganas de llorar. Dice la tradición de, “corre ve y dile”, que cuando surgió y creció el caserío, llegó el momento de ponerle nombre.  Los sobresalientes del caserío dizque comenzaron a decirse entre sí, cite usted, y que el otro le respondía: no, cite usted. Y que de ahí surgió el nombre de Cite. Una historia tan tonta como ridícula. En cambio opina mi amigo abogado, músico e historiador oriundo de Vélez, Wilson Hernández, que tal palabra se deriva del francés La Cité (La ciudad) y que proviene por allá de los tiempos de la fundación de París, unos 700 años DC. La Cité era una isla que quedaba en medio de una bifurcación del río Sena, muy cerca de otra isla llamada Santo Domingo en territorio Francés. Wilson asegura que la palabreja llegó al Nuevo Reino y exactamente a esta región, traída por los conquistadores como muchas otras, Pamplona, Málaga, Medellín, y que aquí le  quitaron la tilde. Pero miren qué ocurre con el nombre de Vélez. A orillas del mar Mediterráneo por allá por el siglo XV, había tres poblados con el nombre genérico de Vélez. Ellos eran Vélez Málaga, Vélez Rubio y Vélez Benahudaya. De Vélez Málaga era la esposa del conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada, quien entre otras cosas padecía de Lepra y prácticamente eso lo mató. O lo ayudó a matar porque los enfermos de Hansen, como se les dice hoy, mueren más que todo de viejos. Cuando ya quedó fundada y establecida La Cité de Vélez donde está hoy, Martín Galeano, su fundador, quiso tener una deferencia con su jefe Gonzalo Jiménez de Quesada, y en honor a su esposa, de Gonzalo Jiménez, le  puso y oficializó el nombre de Vélez como se le conoce hoy. Hay un montón de datos históricos aledaños y muy deliciosos, como los bocadillos veleños, de escribir, pero me toca obviarlos porque la extensión de este escrito no me lo permite. Eso es bueno que se sepa y se divulgue porque por estos días Vélez celebra sus fiestas tradicionales y no es bueno que sus miles de visitantes, e incluso sus naturales, se sigan comiendo el antiguo cuento.

martes, 19 de julio de 2016

Sensible pérdida de un ilustre colombiano

CESAR GONZALEZ MUÑOZ
Horacio Serpa
Tuve el honor y el orgullo de conocer, de tratar y de querer a Cesar González Muñoz. Primero lo conocí de oídas, como se dice en Santander, por su destacada trayectoria en el campo económico, por su labor en la Decanatura de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional, de donde era egresado, por su notable actuación en la gerencia de la Financiera Eléctrica Nacional ---FEN---, por la labor que cumplía en la Presidencia de la Asociación Bancaria. Se había especializado en Inglaterra y gozaba de enorme aprecio en distintos círculos sociales y profesionales.
Cesar González M  (qepd)
Luego lo conocí personalmente cuando me desempeñaba como Ministro del Interior del Presidente Samper y él trabajaba en la Bancaria. Muchas veces nos encontramos en distintos eventos académicos y sociales y me gustaba escucharle sus planteamientos económicos y sus comentarios políticos. Era un demócrata progresista bastante alejado de la ortodoxia económica, excelente analista de las realidades nacionales. Nació en Santander, en Jesús María, un bello pueblito de la provincia de Vélez, y en alguna ocasión en la que conversábamos sobre los “chicharrones” que me tocaba atender a diario me dijo, “ojalá no le vayan a hacer huelga los ascensoristas de mi pueblo”. Amaba y recordaba mucho a su patria chica.
Un buen día, cuando me decidí a aspirar a la Presidencia de la República, le propuse que me acompañara en ese propósito. Me contestó galante que lo iba a pensar y un par de semanas después me invitó a una tarde dominguera en su casa, para hablar. Dialogamos muchas horas, de política, del gobierno y la oposición, de la guerra y de la paz, del propósito presidencial, de esta vida y de la otra. Al final de la larga  e interesante charla me dijo que le jalaba al proyecto. Sentí una gran alegría. 
Cesar González Muñoz
qepd
Cesar y otros especiales amigos como Mauricio Cabrera, Antonio Hernández, el recordado Luis Bernardo Flórez y Chucho Villamizar, se propusieron enseñarme economía. Fueron largas y extenuantes jornadas pedagógicas, de análisis, a veces de intensas discusiones, sobre esta ciencia a la que me acercaba con temores. Me quitaron el miedo y aprendí mucho más allá de lo básico. Recuerdo la cara que pusieron mis colegas aspirantes a la presidencia cuando en un foro económico aparecí explicando y elogiando las tesis de  Joseph Stiglitz, por entonces economista jefe del Banco Mundial y un desconocido aún para muchos expertos.
Diferentes anécdotas y experiencias podría contar sobre Cesar, pero el propósito de estas notas solo es el de manifestar mi dolor y el de mi familia por su sensible muerte. Se fue el gran César, como le decíamos algunos amigos, bastante temprano, cuando era mucho lo que podía seguir ofreciendo en inteligencia a su país y en afecto a su familia y a sus allegados. Muchos sentimos que su fallecimiento fue un acto de traición de la parca, tan incontrolable e insensata.
Abrazos y solidaridad para Anett, sus hijos y familia, y para los paisanos y amigos del gran ausente.
Bogotá D.C., 19 de Julio del 2016 - Fuente: Ola política

sábado, 16 de julio de 2016

Donde hay caña dulce hay guarapo

Trafugario
              Escribe: José Óscar Fajardo 

Y con el guarapo, bebida cultural, empieza la tragedia alcohólica de los campesinos de las zonas cañadulceras de Colombia. Alguna  vez en una conferencia se lo dije a una delegada de la FAO y el asunto le pareció explosivo, tomó buenos apuntes, pero nunca supe en qué paró su informe. Y lo que más le llamó la atención, fue cuando se le hizo saber que el guarapo forma parte del menú alimenticio rural al cual tienen acceso los niños campesinos desde su más temprana edad.  Ese  trabajador colombiano está bebiendo guarapo desde las seis de la mañana cuando recibe el desayuno en la finca donde se va a realizar una molienda. Aparte del que toma como sobremesa  en las comidas normales, todo el día se le está abasteciendo de esta bebida que actúa como un doping, tal como ocurre en el indígena mambeador de hoja de coca del Perú y del Ecuador. Cuando termina su jornada a las cuatro o cinco de la tarde, el cortero, el levantador y todos los demás, ya están entre pintones y pichos de la rasca, expresándolo en un lenguaje coloquial. En esas condiciones, en las zonas cañicultoras y en sus alrededores, la violencia en general es verdaderamente alarmante. Para qué decir de la violencia intrafamiliar, de la violencia sexual incluso de orden familiar o incestuosa, y del empobrecimiento pauperizado de este campesino en todos los sentidos. Pobreza económica, pobreza moral, pobreza física y necesidades básicas insatisfechas. Y lo peor de todo es que el Estado, hasta donde yo sé, no está haciendo absolutamente nada. En Santander el problema se evidencia en municipios como Güepsa, San  Benito, Puente  Nacional. En Boyacá en los municipios de Santana, San José de Pare, Togüí y otros que son limítrofes con nuestro Departamento. Pero repito, lamentablemente los alcaldes de esos municipios que nombré, aquí de Santander, no desarrollan políticas educativas y culturales en las zonas de influencia de tan delicado problema. La costumbre de tomar guarapo habitualmente, los va convirtiendo lenta e inexorablemente en alcohólicos, abocándolos al consumo de otro tipo de bebidas espirituosas como cerveza, aguardiente y otras, obvio de mayor poder embriagante y de un costo económico que les pauperiza mucho más sus miserables economías. Si esta columna llega a leerla un alcalde de alguno de esos municipios podría preguntarse, qué se debe hacer. Pues un proceso social, educativo y cultural a través de talleres, conferencias, charlas personales y todo lo demás que esté al alcance, para dar inicio a la sustitución del guarapo por jugos de frutas como la naranja, mandarinas, limones y todas las que se produzcan en la región. Incluido el jugo de guayaba, uno de los alimentos más completos de la naturaleza. Pero no se vayan a imaginar que, como el proceso del posconflicto, eso se da en ocho o diez días. Ni lo sueñen. De antemano les aclaro que los cambios socio-culturales son bastante largos y difíciles de lograr. El ser humano con su cultura viene afectado desde el Inconsciente. Los únicos animales que tenemos dos herencias, abran bien los sesos y las esas, somos los seres humanos. Por un lado la herencia genética mediante la cual heredamos todos los caracteres físicos: estatura, color de piel, de ojos... Y mediante la herencia cultural, que es la más brava, heredamos todas las costumbres buenas o malas y eso viene consignado en el Inconsciente del individuo como un tatuaje Maorí. Somos godos o cachiporros y católicos, por herencia cultural. Y vaya quítele de la cabeza eso a un godo o a un cachiporro o a un católico para que vea cómo es.

martes, 5 de julio de 2016

Barboseños que son orgullo

Trafugario
Escribe: José Óscar Fajardo
Siempre que escribo este tipo de columnas tengo la precaución de explicar que ese estilo es producto de mi filosofía sobre el periodismo. Lo he dicho en muchas ocasiones, a mí los científicos y los intelectuales me producen un profundo respeto y una indescifrable admiración. No dudo en venerar a las inteligencias superiores porque ellos constituyen el más grande orgullo de la humanidad.  Pues por aquellos avatares del destino, pude conocer de cerca y comprender en buen grado el mundo de la física y las matemáticas, y de hecho asimilar algunos secretos del universo. La Ciencia y las Bellas Artes dan buena razón de las leyes del universo, así parezca que no. Albert Einstein o Van Gogh, por ejemplo. Esta vez tuve que fijarme y con sobradas razones, en mi buen y antiguo amigo Carlos Alberto Porras Suárez, excelente profesional, miembro de una de las familias más prestantes de Barbosa, pueblo donde la inteligencia es peste, y voy a demostrarles por qué. Primero que todo tengo que aclarar que allí no hay clanes de sangre azul, y que por lo tanto la clasificación debo hacerla por el desarrollo, progreso y uso de la inteligencia. Carlos desde muy “pelao” fue a parar al Instituto Técnico Industrial de Puente Nacional porque allí si había el bachillerato tecnológico al cual se adaptaba él por lo analista y lo pragmático de su pensamiento. Con esas bases físico-matemáticas y con su cartón de bachiller técnico industrial, terminó estacionado en la facultad de ingeniería de la Universidad Nacional. Pero allí al poco tiempo lo reventaron las huelgas y las pedreas callejeras. En acuerdo con su familia, resolvió arrancar para la Universidad Javeriana donde, con la precisión de un relojito, se graduó de Ingeniero Civil. Luego hizo una especialización en Gerencia de Construcciones en la misma universidad, posteriormente Seminarios de Sistemas de Información Geográfica, y como si eso fuera “pescao”, finalmente realizó estudios de un Doctorado en Transporte que, entre otras, no pudo terminar. Si yo me pusiera a escribir la cantidad de seminarios y diplomados que ha hecho este hombre, necesitaría dedicarle una página entera del periódico. Carlos Porras fue Secretario de Planeación de Barbosa pero según me contó, esos puestos le “arrechan”, como decimos los santandereanos, porque tiene que vivir metido en la política y las palancas, y a él le gusta es demostrar sus capacidades profesionales. Dado que el hombre se dedicó a la investigación, entonces se ha desempeñado como profesor en la misma Universidad Javeriana, en la Uniagraria, en La Salle, en la Unimilitar Nueva Granada, en la Nacional y en la UIS. No obstante, lo curioso es que mi amigo Porritas resultó fue especializado en Topografía por una historia que aquí me es imposible contar. Y de esta materia, Topografía, fue el aparato que el ensambló y está patentando, y que recibió el sofisticado nombre de Multiorientador Universal, MOU.  Ya tengo un video técnico para TV, porque de ninguna manera es posible explicar en esta columna cómo funciona. Pero básicamente es una combinación de lentes montados sobre un trípode de Topografía. Estas coquitas o prismas de color anaranjado, 11 en total, le dan al aparato una apariencia extraterrestre de mecano embrujado para revisar el cielo, que es lo portentoso, y que constituye todo una revolución tecnológica en lo que tiene que ver con las técnicas modernas de la Topografía. En dicha investigación duró cuatro años y fue asistido por la ingeniera civil Aurora Velazco Rivera, también orgullosamente barboseña. Además es directora de un grupo de investigación donde maneja un semillero de técnicos especializados en la materia. Por eso es que les hago este homenaje.    

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