viernes, 30 de septiembre de 2016

¿Se impondrá el bien sobre el mal en Colombia este domingo?

O la guerra será la suerte que merecemos
Por: Bernardo Socha Acosta
Luego de escuchar a eminentes y destacados personajes del mundo hablando sobre la paz de Colombia, país al que tienen sus ojos puestos alrededor de la paz, solo queda preguntarnos los nacionales, si el mal se impondrá sobre el bien.
No hay duda que respaldar el proceso de paz  es el mejor camino para Colombia, y como lo han repetido centenares de observadores y críticos que dicen, “más vale un acuerdo imperfecto que salve vidas, a una guerra perfecta que siga sembrando muerte y dolor”.
Y es que el Sumo pontífice, (Papa Francisco) que no hay duda es uno de los seres más espirituales del  planeta y con los mejores deseos para la humanidad,  vaticinó que  si los colombianos rechazan el Acuerdo de la Habana (es decir votan por el no) el país se va a enfrentar a peores rigores de la guerra.
Y la Revista Ecónomist,  uno de los medios de información más importantes y analíticos del mundo, le dedicó un editorial positivo a la firma del Acuerdo de Paz  del pasado 26 de septiembre en el que destaca los avances para Colombia. Y el director de ese medio para América, Michael Reid en reportaje para la Cadena Caracol,   consideró que  si los colombianos respaldan el Acuerdo con el voto este 2 de octubre, habrá mejores oportunidades para el país, diferente a, si los colombianos  rechazan esa  oportunidad (audio: http://alacarta.caracol.com.co/audio/097RD130000000406136/.)
Bueno, y si nos ponemos a hacer un repaso del respaldo que han ofrecido diferentes instituciones del mundo, no terminaríamos; pero eso demuestra que  la opinión universal generalizada orientada a respaldar el Acuerdo de  la Habana, sí sabe sobre qué significado tiene un ACUERDO DE PAZ   porque  han asimilado otros casos similares  en países donde ha habido guerra, diferente a un minúsculo grupo político que impulsa el rechazo a la Paz.
Y paradójicamente hay la insustancial o insulsa creencia de que quienes le dicen, no a la paz, están ejerciendo un derecho democrático, pero  si la PAZ  es un derecho de una sociedad consagrada en la Constitución, qué delito estarían cometiendo quienes le meten zancadilla a la paz.  Y entonces quienes están en contra de la paz, estarían causándole un mal a esa sociedad y en este caso a Colombia.
Y para decirlo de frente, si en el supuesto caso que ganara el NO en estas votaciones del plebiscito, la suerte de Colombia con todos sus males que sobrevengan en el futuro, serian lo que han querido los  que tienen la obligación de defender o someter a un país  a la peor suerte de la guerra.
Pero sobre el tema queda mucho que comentar.  Porque es que una buena parte d quienes le ponen palos a la rueda de paz, son quienes reciben emolumentos del tesoro público, es decir que esos algunos, son quienes reciben dineros (más de 20 millones mensuales  como los congresistas) con los cuales adelantan una campaña contra la paz y algunos colombianos son tan imbéciles, que les ponen las cadenas y salen a darles las gracias a sus verdugos.
Y aquí las Farc tienen un gran reto, y es el de hacer un fiel y estricto cumplimiento a los Acuerdos pactados, para darle una gran bofetada a los opositores y ponerlos ante la faz del país y el mundo como los gestores de las fórmulas del Mal  y enemigos de una sociedad sufrida por el maltrato de la guerra de la que ellos han sido corresponsables.

La guerra y la paz

29/09/2016
Por Antonio Acevedo Linares.
La paz no se hace con los amigos, sino con los enemigos.
La guerra se gana para compartir la paz con el enemigo.
La paz no es el silencio de los fusiles.
La paz es la justicia y la justa distribución equitativa de la riqueza y el poder.
La guerra es el fracaso de la política, afirmó Wallace Stevens.
La paz no es un decreto.
La guerra es la muerte ojo por ojo.
La paz no es un minuto de silencio.
En la guerra como en la paz, no todo es válido.
La paz no justifica la guerra, no se hace la guerra para conseguir la paz.
La paz no es la ausencia de conflictos.
La paz es la solución pacífica negociada de los conflictos.
Las guerras no son eternas, si no eres capaz de derrotar a tu enemigo, hay que negociar una salida política.
La paz no es una derrota y a veces la guerra no es una victoria.
A veces la derrota tiene una dignidad que no tiene la victoria
dijo Borges.
La guerra no hay que humanizarla.
La guerra hay que terminarla.

domingo, 25 de septiembre de 2016

Los criollos caballeros del Apocalipsis:

Se conocen por el odio, la venganza, violencia y deseos de catástrofe
Por: Bernardo Socha Acosta
Hasta cuándo los caballeros del Apocalipsis aspiran a que Colombia continúe con la guerra que los relatos históricos sostienen que lleva más de 60 años y que en ese lapso la guerra ha dejado más de 8 millones de muertos por la confrontación y unos 5 millones de desplazados que han contribuido al desorden de las ciudades.
Las personas sensatas se preguntan, hasta cuando los caballeros del apocalipsis seguirán sembrando cizaña entre los colombianos, discordia que es peor que las minas que la guerrilla ha sembrado en esos 60 años de confrontación.
Lo que predican los caballeros del Apocalipsis no tienen más que la intención de  cultivar odio, venganza y ruina   en una sociedad que ha sido martirizada, no solo por la guerrilla, sino por unos cuantos y disfrazados redentores que quisieron acabar con la insurgencia pero se convirtieron en los peores verdugos sociales como lo fueron los paramilitares que hoy algunos agazapados bajo el falso manto de la incredulidad quieren atizar más guerra entre quienes quieren la paz y quienes se oponen a ella.
Y hablando de paz, seriamos ilusos pensar que porque se firma un tratado de paz, Colombia se  convirtiera de la noche a la mañana en ese paraíso terrenal del relato bíblico, donde tengamos todo. No; ese tratado es apenas un comienzo para seguir trabajando por esa paz que por tantos años han deseado los colombianos; es solo un paso que posiblemente se aceleraría si los caballeros del Apocalipsis cambiaran su actitud negativa, arrogante, tendenciosa,  ofensiva y carroñera, por ese espíritu   amable, abnegado, de colaboración y de aprecio por su país que a pesar del conflicto les ha dado todo y hasta unos con jugosas pensiones y otros devengando en las Corporaciones públicas  privilegiados emolumentos que les sirve hasta para despotricar  de su país, anunciándole un futuro azaroso y menos halagüeño que lo que ha traído la guerra y la corrupción de cuello blanco, males que parece empeñados en que   sigan mortificando a los Colombianos.
Que mejores oportunidades le esperarían a una sociedad, si no  actuaran los predicadores del mal; los que pretenden hacerle creer a unos cuantos, que continuando la violencia es como se van a encontrar las oportunidades de progreso para Colombia. Que ironía de quienes lo tienen todo y pretenden con falsas teorías llevar a un país a la ruina total, solo por mediar fuerzas políticas para en un futuro pretender el primer cargo del estado volviendo a las plazas públicas a seguirle mintiendo a los electores y a todo un país en el que por fortuna solo unos pocos creen que continuando la guerra es como Colombia va a encontrar salidas en busca de progreso. Cómo estos señores creen que mintiéndole a Colombia es como se encontrará la solución a los problemas. 
Y seriamos un país de ilusos si pensáramos que ya con la firma del Acuerdo de paz, Colombia volviera a recuperarse de más de 60 años perdidos en la guerra. Y es sensato también pensar que seguirán habiendo hechos delictivos, máximo cuando otra guerrilla no se ha desmovilizado y cuando hay unos reductos criminales que buscan la riqueza a como dé lugar.  Pero con la firma del Acuerdo de paz de la Habana,  se aporta un granito de arenas a ese querer de la mayoría de compatriotas que si aspiran a ver una Colombia en la paz, y que entienden que la firma de los Acuerdos es  solo un paso, pero no el retroceso de quienes los que pretenden que continúe la confrontación.

sábado, 3 de septiembre de 2016

De malas pulgas

                 Trafugario
                           Escribe: José Óscar Fajardo

Eso es, ni más ni menos, lo que le ocurre a la mayoría de políticos y a los empleados públicos en general, que se “arrechan” porque los critican con mamadera de gallo, es decir, a través del método letal del humor sulfúrico. Cosa pendeja, digo yo, porque un político, o un funcionario, al igual que cualquier artista, un periodista, y todos aquellos que conforman esa fauna que está expuesta a la crítica, tienen que entender que son persona públicas, que se hacen protuberantes o famosas socialmente, o por tener un elevado coeficiente intelectual y a la vez una inteligencia superior, o porque definitivamente su cerebro y su sentido común están reducidos al cero absoluto de las matemáticas. Una excompañera sentimental mía, por ejemplo, tiene demandados a sus progenitores porque, no solo la elaboraron fea en una nefanda noche de tormenta como deduzco yo, en que tuvo que haberse aparecido La Llorona por ahí por lo lados de su casa, e incluso haberse metido. Porque aparte del genio de pantera que administra, tiene el bigotito melifluo de una pantera de carne y hueso. Y esto se me ocurre contarlo, primero porque yo fui víctima de ese sainete con esa felina, segundo porque algunos trabajos periodísticos míos han sido rechazados por sacarle brillo a algunos padres de la patria por sus geniales cerebros y sus einstenianas propuestas políticas y filosóficas, y tercero, porque  me causó curiosidad el periodista Antonio Morales, uno de los fundadores del noticiero Quac, junto con  el desaparecido (a la brava) Jaime Garzón, cuando afirma que, “los canales privados están cerrados a cualquier posibilidad de humor político”. Vaya, vaya, vaya pero es cierto. Y el problema más verraco todavía es que arrastran con casi todo el raiting a nivel nacional. Entonces cómo diablos hace uno para “rascarle la jucha” a su propia mujer, claro que sin que ella lo sepa porque  le son suspendidas las prestaciones (de servicios diurnos y nocturnos, es decir desayuno, almuerzo y lo demás) hasta nueva orden. O que ella también se burle de uno democráticamente  por lo “bonito”. O cómo hace uno para decirle al doctor X, al doctor Y, y al doctor Z que son lo más “pichurria” que ha dado la creación, y que como si eso fuera “pescao”, que le prendieron esa fatal enfermedad a sus hijos por simple herencia genética y cultural. Y lo más circunstanfláutico de todo es que ya empiezan, así menorcitos, a tener mucho poder. Y entonces así ¿Cuál proceso de paz? Pero lo que sí no mencionan es que ellos se burlan de la gente, que incluso les puso buena votación en las últimas elecciones, y tienen que hacer cola como cualquier transeúnte en la oficina del zar para que al final de los siglos les digan que todavía, por razones extraterrestres, no se están dando contratos. Que espere otros 500 años. Claro que como ustedes pueden apreciar, no doy nombres para que esta columna, o yo, no vayamos a parar, de pronto, al paraíso de los desterrados. Porque no hay cosa más bacana, verbigracia en periodismo, que a uno la hagan reír pensando como lo hacía Jaime Garzón a los cuatro vientos. Yo soy de los que opina que no habrá un lustrabotas más intelectual y conocedor de las realidades tristes de este país, que Heriberto de la Calle con su sonrisa de mueco inocente. Si es que la crítica es lo más sano que hay, y si es irreverente mucho mejor porque un piquete sin ají, no tiene fundamento. Pero que sea un ají que pique más que un pantalón de paño.  

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