miércoles, 8 de febrero de 2017

EXECRABLE POLITICA DE TRUMP

Por Gerardo Delgado Silva
Si un pueblo se abandona de la justicia, habrá perdido el gran soporte que le da sentido a su existencia y estaría próximo el abismo insondable.
El recurso a la violencia se explica muchas veces por pulsiones subjetivas que obran en individuos repugnantes como Trump, un megalómano con sus tendencias aniquiladoras de la juridicidad, pues no hay autoridad superior que pueda determinar si un caso dado se justifica su ejercicio, ni cuales pueden ser sus alcances.  Estos se fijan por la voluntad de dominio y la eficacia destructiva de los medios de quienes lo invocan.  El presidente Trump, pretende distorsionar el ejercicio del poder público, considerando que el gobernante debe gozar de cierto estatuto privilegiado desde el punto de vista del derecho penal, pues se asocia con ello cierto idealismo.  Los móviles y los medios que pretende utilizar van en contra de los principios básicos de la civilización e incluso contra los más elementales de toda convivencia que merezca llamarse humana.
La monstruosa y aberrante exaltación y por consiguiente justificación que en días pasados hizo el presidente Trump, de la tortura en ciertos eventos, es la saturación de la megalomanía y la desestabilización de la democracia.
La psicología judicial explica estos comportamientos, como pulsiones subjetivas que obran en personas que experimentan enormes dificultades para adaptarse al entorno social.
El rasgo más persistente de la ideología nazi en la que se subsume el señor Trump, es su irracionalidad.  La democracia se ha basado en la razón y en el acuerdo pacífico entre una pluralidad de pareceres.  No obstante, para Hittler, estas ideas no tenían sentido, así lo expreso.
Los hechos atestiguan que la personalidad de Hittler fue la clave tanto del asombroso establecimiento, como del colapso aún más asombroso de la efímera dominación por parte del Tercer Reich Alemán sobre el resto de la Península europea del Continente Asiático.
El Señor presidente Trump, presenta al mundo un espejo donde muchas contradicciones del hombre moderno se reflejan con acusadora precisión. Predica la libertad de opinión, pero quiere practicar el control efectivo de la prensa, la radio y la televisión.  Es la función de una ideología y práctica autoritaria que puede compararse a la función de los síntomas neuróticos y su mentalidad de totalitarismo.
Habiéndose separado el presidente a los pocos días de su mandato, de su sagrada misión, avanza frenético con las fuerzas del caos y la anarquía, el dinero unido al poder.  Sin el anhelo de elevar la dignidad de la sociedad en el mundo entero, de preservar nuestros valores, por encontrar unos rumbos más esplendorosos, sólo muestra la desmesura de la ambición de poder.
Por todo lo que ha dicho, se abandona de la justicia y el derecho, como ya lo había hecho Calígula, hace tantos siglos, perdiendo el gran soporte que le da sentido a la existencia del pueblo como exprese al principio.
Ahora, ha prohibido este señor Trump monstruosamente el ingreso de musulmanes a Estados Unidos.  Es su política migratoria, todo lo contrario a la política civilizada que debe realizarse dentro del dialogo y la persuasión racional.  Aquí están sus tendencias aniquiladoras de los derechos humanos, despertando y movilizando aquellas fuerzas diabólicas del hombre que creíamos inexistentes o, por lo menos, desaparecidas hace tiempo.
La presidencia de Trump, solo es concebible como producto del estado de degradación que se está viviendo en Estados Unidos en los actuales momentos. 
La gente de bien, ha tenido actos de entereza pública como lo hemos observado en el resto del mundo, congregándose en defensa de sus valores políticos y morales que se propone abolir el Señor Trump, y que se explica por esa mentalidad autoritaria y ese maniqueísmo horripilante.  Y lo más grave es que la situación actual es aún susceptible de empeorar, y realmente cada día va empeorando más.
Cuando el gobernante se desborda, sobre sí mismo, cuando exige que las lealtades le sean obedecidas conforme a la obediencia es cuando los gobernados le hacen saber que ya no gobierna.
El señor Trump, ¿Es un líder nacido después de una confrontación ideológica y ética? ¿Ha sido un defensor de los intereses nacionales en ese país en todos los aspectos de la vida republicana?
Su elección, se produjo cuando la política torció su rumbo de servicio público para convertirse en un negocio de trastienda.  Por ello, dicta decretos acomodaticios creyendo que así se consagran con las aguas bautismales actos proditorios, pérfidos, como el veto migratorio, repetimos, para los musulmanes y latinos.  Está a tan corto tiempo de su mandato este señor Trump en la imposibilidad de recibir ni de darse un certificado de virtud.
Lo que caracteriza al Estado de Derecho (como lo expresé hace corto tiempo) al que aspira toda organización política de tipo constitucional, y muy especialmente la republicanodemocrática, es la sujeción de toda actividad gubernativa al imperio inexcusable de un determinado orden jurídico.
Toda facultad de carácter discrecional de un mandatario, es por su naturaleza, antisocial y antijurídica.  El ejercicio de cualquier autoridad debe mantenerse estrictamente dentro de un ámbito fijado de antemano por la Constitución y por la ley.
El señor Donald Trump, se considera tal vez, por su incontable dinero que posee, un amo irascible, que fuera de toda ley, quiere aplastar a los latinos, a los árabes, al mundo entero, y hacer que caigan de rodillas.  Un psicópata.  En pasado artículo exprese: Marshall, el gran presidente de la Suprema Corte de los Estados Unidos, dijo en uno de sus famosos fallos: “El gobierno de los Estados Unidos es el de las leyes y no el de los hombres, y cesaría desmerecer tal denominación si las leyes no estableciesen un remedio contra las violaciones de los derechos reconocidos”.
El señor Trump se apresta a un gobierno de brutalidad burocrática organizada con el totalitarismo contemporáneo, para conseguir la alienación de las masas que no pueden sino perder su albedrío, anulando todo intento de libertad individual.  Nadie puede tener ideas propias.  El poder se tornará tenebroso, gigantesco, invencible.
En las Sagradas Escrituras podemos encontrar estas palabras esplendorosas: “A vos Señor levantaremos nuestro espíritu para que con vuestra protección nos veamos libres de los peligros que nos amenazan”.
“Dejemos, pues, las obras de las tinieblas y vistámonos de las armas de la luz”.   
                                                                                                              Bersoahoy.co

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