martes, 19 de febrero de 2019

La Celebración del Bicentenario


La Asociación organizará y apoyará conferencias y talleres en el Banco de la República
Por: Brenda Escobar Guzmán
Profesora de Historia, Universidad Industrial de Santander
“¡Es el año del Bicentenario!”, se escucha como lema de gobierno y como excusa para organizar celebraciones rimbombantes. Sabemos que hace 200 años, un 7 de agosto, tuvo lugar una batalla crucial en la campaña independentista. En la Universidad me enseñaron que era un sinsentido exaltar tal evento porque el puente donde ocurrió el célebre encuentro de armas era tan insignificante que no cabían ni dos novios abrazados. ¿Merece la pena concederle al asunto la trascendencia que quiere dársele? O ¿acaso fue ese evento solo una batalla más, engrandecida por la Historia Patria? Una nueva generación de historiadores viene pugnando por concederle un sentido más profundo, no tanto a la batalla misma, sino al trascendental proceso histórico del que hizo parte. Pues estos historiadores ven en los acontecimientos de la independencia nada menos que una revolución, nuestra revolución, en la medida en que los territorios antes pertenecientes a la Corona española y que por tanto compartían sus instituciones políticas, pasaron a buscar administrarse de manera autónoma, por medio de regímenes republicanos, una forma de gobierno que apenas comenzaba a experimentarse en algunos rincones del mundo. La tarea, pues, no era nada fácil: implicaba, primero, inventar a los antiguos compatriotas españoles como enemigos y organizar contra ellos campañas militares contando con escasos recursos económicos; y luego, tras vencer en lo militar, instaurar un sistema político basado en principios de soberanía popular, ciudadanía, igualdad, cuya puesta en práctica no se había experimentado antes ni se contaba con muchos referentes a nivel mundial. Que en ese camino hubiera habido más tropiezos que éxitos, que las herencias del antiguo régimen como las marcadas jerarquías sociales, la desigualdad ante la ley o la esclavitud hubieran subsistido por varias décadas, que muchos nuevos gobiernos hubieran sido más despóticos que los antiguos, que no todo hubiera cambiado de un tajo como lo prometían los impulsores de la independencia, no impide reconocer que el proceso por el cual nacieron repúblicas de las antiguas colonias españolas en América significó un esfuerzo colectivo de gran valía, que debe celebrarse, incluso, por qué no, con sentimientos de orgullo, como solían hacerlo nuestros padres o abuelos.
El punto es que la celebración del Bicentenario no aportará nada si se sigue conmemorando como ellos lo hacían: como una mera exaltación de personajes de bronce. Los 200 años nos deben incitar a pensar de manera crítica en las contradicciones e ires y venires del proceso de construcción del Estado y la nación colombianos, nos deben llevar a preguntarnos cuáles han sido las dificultades para lograr una sociedad más igualitaria y menos injusta, y especialmente nos deben llamar a reflexionar sobre las permanencias de los desafíos a los que se enfrentaron los primeros gobiernos republicanos: el sostenimiento económico del país independiente, la integración del vasto territorio que delimitan sus fronteras, la acentuada jerarquización social, la heterogeneidad cultural de sus pobladores, la existencia de órdenes locales que desafían las pretensiones de un orden único dirigido desde el nivel central.
El Bicentenario resulta pues crucial para ir más allá del recuerdo del acontecimiento del triunfo militar en Boyacá y detenerse a mirar cómo colectivamente se han intentado salvar esos obstáculos en el trascurso de la historia. La Asociación Colombiana de Historiadores - Capítulo Santander se quiere unir este año a los esfuerzos conjuntos por conceder trascendencia a la celebración del Bicentenario y por fomentar una discusión renovada sobre los acontecimientos que propiciaron la fundación de lo que llamamos, aún hoy, República de Colombia, pues se tiene la convicción de que entender el presente como una construcción colectiva de larga duración, nos puede permitir sentirnos también parte de esa construcción. La Asociación organizará y apoyará conferencias y talleres en el Banco de la República, charlas en la Casa del Libro Total, conferencias en la Universidad Industrial de Santander y actividades en otros espacios a los que podamos acceder para que la ciudad de Bucaramanga y el departamento de Santander se sumen a esta conmemoración y adquieran una conciencia crítica de su pasado y de los desafíos a futuro del país que queremos seguir construyendo colectivamente.

sábado, 9 de febrero de 2019

Reflexión. “Nos falta una enorme sensibilidad por el otro”


Por: Mabel Rocío Castillo Pineda
Como periodista creo que he sido privilegiada, conozco el país tan de cerca, conozco las comunidades, el sufrimiento de las regiones, sus esfuerzos, su residencia y su carencia invisible para muchos, y doy gracias todos los días por eso.
Lo que he recorrido no hay un lugar , una esquina en costa Caribe, Pacífica , eje cafetero, centro , llanos orientales , que no encuentre denuncias por corrupción , por intereses superiores que pasan  por encima de las comunidades, y la mayoría de las veces he recogido denuncias de esas invisibles , pero que han sostenido por décadas todas las regiones, el raizal  impotente de poder elevar sus quejas, el campesino que solo tiene amor por su tierra y es su herramienta para pelear, el indígena que tiene todos sus saberes ancestrales y no comprende como nadie ve lo que para él es evidente, el emprendedor que encuentra todas las trabas posibles , eso sin contar las regiones donde se le pide a Dios por qué no hay mayor presencia del estado y donde los lideres usan todo de si mismos, por qué no tienen más que su convicción y su fuerza interior .
Y creo, viendo todo lo que ha pasado este año, lo que está pasando con Hidro Ituango, la desafortunada situación ayer de una mamita y su hijo, Líderes sociales, hidrototare, campesinos agricultores de todo el país, las situaciones del pacifico, y puedo continuar interminablemente... hay un factor común, es nuestra inmensa falta de solidaridad, de “SENSIBILIDAD POR EL SUFRIMIENTO DE OTROS”.
No logramos identificarnos y entender a otros, por qué nuestra inmensa ceguera y desconocimiento de la situación real del país, no nos lo permite, y no asumimos responsabilidades porque siempre la culpa y las acciones dependen de otros.
Cuando necesito mostrar, visibilizar situaciones, me encuentro con esa pared que solo la presión de las comunidades y su deseo de mostrar lo que les pasa logra romper, y me hace insistir, es doloroso porque yo misma aun conociendo las situaciones, a veces tampoco sé cómo más insistir, que más hacer y cómo lograrlo, y creo que ese es el sentimiento generalizado del país en las regiones.
Nosotros estamos cómodos y vemos y nos parece terrible, a lo mejor vemos un escenario polémico y entonces comentamos, pero no estamos en el territorio viviendo y sufriendo día a día, entendiendo que es una realidad que con un trino o un like no va a desaparecer,  de una mañana a otra, yo voy al territorio, lo veo y regreso, continuo,  pero es nuestra falta de sensibilidad, de reconocimiento por el dolor y sufrimiento de otros lo que nos tiene así.
No logramos entender que cada uno de nosotros tienes un mundo completamente diferente, complejo y de dolor, pero cada uno de nosotros también tiene las herramientas que otro necesita y pueden ayudarle a seguir, auxiliarle, para que pueda continuar en su lucha interna o por otros.
Nuestro papel como actores de una sociedad debería ser sumar desde cada uno, sin importar si el otro suma o no, y de quien es la culpa, sumar desde acciones individuales para ayudar al otro, donde mi acción puede cambiar completamente el mundo de un ser, un grupo de personas o comunidades enteras.
Nos hemos dedicado más a buscar culpables y menos a generar soluciones, más a encontrar las razones por que no ayudar y no visibilizar, que, a encontrar las razones para hacerlo, y como la mayoría de nosotros no conoce la realidad es más fácil sólo opinar, ponerse de un lado del bando y juzgar o señalar, que actuar.
Piensen por un minuto si cada uno de nosotros generará acciones reales y tangibles desde su escritorio, puesto de trabajo o cotidianidad por el otro. No le aportaría tanto al otro como a nosotros mismo y es lo que nos haría cambiar como ciudadanía, como sociedad.
La responsabilidad no es de gobernantes, o de actores públicos, por que la inmensa mayoría de la población no lo somos… ¿Hace cuánto perdimos nuestra capacidad de asombro por el dolor de otros?... ¿Hace cuánto perdimos nuestra iniciativa y solidaridad para ayudar a otros?...¿Hace cuánto no ponemos un granito de arena por una cadena de  apoyo en una gran causa contra la que luchan unos pocos?
Para hacer algo no necesitamos publicar, compartir o comentar, nuestras acciones pueden ser invisibles solo las debemos conocer nosotros mismos, lo que más satisfacción nos da es aquello que nadie ve, nadie conoce y nadie escucha, pero que sabemos que es importante y cambia la vida de otros.
(Ajuste de contenido y diagramación: Bersoahoy.co)

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