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sábado, 20 de noviembre de 2010

TRAFUGARIO

-------------------------------Por: JOSE OSCAR FAJARDO

QUÉ PASA CON BARBOSA

Que está por terminarse una de las obras civiles más importantes para el desarrollo de la ciudad en los últimos lustros teniendo en cuenta los componentes sociales y culturales. Estoy convencido de que la modernización de la carrera novena con el ensanche de las zonas peatonales al igual que en las ciudades más importantes y famosas de Europa, guardadas las proporciones, es una prueba contundente de que nos estamos volviendo turísticamente competitivos. Lo anteriormente expresado no es una manera de loar a la actual administración, la de Jorge Ardila, sino que son conceptos emitidos basados en estudios estadísticos realizados en las más prestigiosas ciudades del antiguo continente. Según tales conceptos, las gentes de todas las vertientes, consciente o inconscientemente prefieren los andenes anchos y con el mínimo de flujo vehicular porque ven en esos sitios una prolongación de las zonas sociales de sus propias viviendas. Según tales estudios, la gente prefiere las calles para caminar y para lucirse de las mil maneras que le dan su inteligencia y su imaginación, porque, según el Psicoanálisis de Freud, el ser humano nace para el placer. Es edonista por naturaleza. A nadie le gusta sufrir y mucho menos ser rechazado por sus congéneres. La mujer bella y atractiva, el hombre apuesto y destacado, el intelectual de pensamiento brillante, el artista de gruesos quilates, el comerciante o el industrial que paladea la economía y en general todo el conglomerado de seres humanos que ha producido la naturaleza, no pueden prescindir de la calle para relacionarse.

 Hay que anotarle cien puntos sobre cien al gitano Melquiades alias Jorge Ardila Velandia, quien fue el que hizo toda la vuelta para que esta obra saliera adelante. Naturalmente que sin la mano derecha del gobernador Horacio Serpa, quien proveyó los fondos necesarios, todo se hubiera quedado en los sueños, en las pesadillas y en los actos fallidos de los soñadores. Falta la iluminación pero según investigué, ya está contratada, y ésta, para la temporada decembrina, va a ser una calle más hermosa que los Campos Elíseos de París. No tengo la menor duda.

También estoy convencido de que Barbosa sigue siendo la ciudad intermedia más importante del sur del Departamento de Santander, y por qué no, una de las más pujantes en el centro del país, máxime si se tiene en cuenta que sólo cuenta con sesenta y siete años de edad contra los 300 y pico y casi los 500 años de sus amigas vecinas. Por eso me choca terriblemente cuando algunos gobernantes y algunos políticos se olvidan de la región haciéndonos creer que de pronto no pertenecemos a Santander por lo que estamos lejos de Bucaramanga. Qué ignorantes de la historia patria. Pues cojan los libros y estudien para que se den cuenta que Santander nace precisamente en la provincia de Vélez y que primero fue Vélez que Bucaramanga, que Barranca, que San Gil, que El Socorro, que Málaga, y todas las demás que usted quiera escoger, que nacieron y crecieron pero muchos años después. Por la misma razón me enverraca que para el canal TRO, dizque siendo hijo legítimo del Gran Santander, Santander no llegue sino hasta San Gil. Parece que para el gerente del canal, Luis Alirio Cañas, y lo mismo que para el cuerpo de periodistas y presentadores del mismo, Barbosa y la provincia de Vélez no existe. Con el debido respeto, cómo me gustaría que el gobernador Horacio Serpa, como que es presidente de la junta directiva, le dijera al gerente Cañas que quiera mucho a Norte de Santander de donde es oriundo lo mismo que casi el total de los empleados, pero que también quiera a Santander, sobre todo al sur de Santander, aunque sean los 13 meses que le quedan de su contrato. Por lo menos eso hice yo mientras estuve en el canal porque es un honor y un orgullo ser de la provincia de Vélez. De pronto donde también echó raíces lo que hoy es la República de Colombia. Si no lo creen, por sólo mamar gallo revisen la historia de Santander y de Colombia que después hablamos.

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