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miércoles, 14 de enero de 2009

Carta del gobernador de Santander a María Elvira Samper



Bucaramanga, 14 de Enero de 2009

Doctora
MARÍA ELVIRA SAMPER
Revista CAMBIO
Bogotá

Respetada María Elvira:
No hay peor lector que quien no quiere leer bien. Ni siquiera en la segunda lectura de mis declaraciones a El Espectador usted quiso comprender lo que dije. La absorbió la bronca de otras épocas, que no cesa ni siquiera ahora que estoy desmovilizado electoralmente.

Ninguno de los adjetivos utilizados en su escrito se acomoda a mí: no me he rendido, ni me volví tibio, ni me acomodo, ni soy arribista. Sigo en mi línea y en mis luchas. Solo que ahora cumplo una función gubernamental en mi Departamento, donde estoy contento, trabajando honestamente, haciendo las cosas bien, apoyado por mucha gente buena de Santander. Y feliz siendo abuelo. Le participo el nacimiento de Nicolás, mi segundo nieto, hace tan solo 15 días. ¡Qué dicha!

Pero ni mi condición de funcionario público, ni mi "abuelazgo", me impiden pensar, ni opinar, incluso sobre política, si no llego a lo electoral, ni abuso del poder para apoyar aspiraciones propias o ajenas. No estoy en eso.
Con el referido criterio dije lo siguiente.
No estoy de acuerdo con la reelección presidencial. Así lo dejé sentado en la Constituyente. No lo voy a estar en las elecciones de 2010, ni después.

No estoy de acuerdo con la reforma constitucional, -ni por Referendo, ni por Acto Legislativo- para aprobar una nueva reelección. No es serio, no es conveniente, no corresponde al constitucionalismo universal. Un acto de esa naturaleza nos ubicaría más cerca de una republiqueta bananera que de una nación emergente que busca codearse con los países de más alta alcurnia democrática.

No tenemos ni la tradición, ni una cultura democrática que permita luchar, en igualdad de condiciones, con quien ejerce la Presidencia de la República y maneja todos los hilos del poder gubernamental, político, económico y mediático. Un poder omnipresente , que frena el surgimiento de nuevos liderazgos, como se señala desde las propias filas oficialistas.

Por esa razón, por falta de garantías, como un precedente y una forma de protestar, si llegare a prosperar el nuevo intento de reelección no deberían presentarse otras candidaturas. Y el Liberalismo podría abanderar esta enhiesta y beligerante actitud política.

Ya ve usted que no es flojera, ni sumisión. Al contrario. Es una acción política para que los interesados recapaciten sobre la conveniencia de una nueva aspiración reeleccionista, y en caso de darse, una forma democrática pero contundente de decirle a Colombia y al mundo que en nuestro país se están desconociendo esenciales principios constitucionales.

Tampoco es para que el liberalismo abandone sus luchas, ni para archivar las candidaturas, menos ahora que tiene tan importantes dirigentes al frente de la acción partidista.

Se necesita valor y coraje para asumir una posición de ese talante. Ese es el reto que le planteo a mi partido.
Mi idea es una invitación a luchar a fondo, en cambio de legitimar un escenario tan poco atractivo. Así no se lo propongan los artífices del reeleccionismo; así se expidan todas las leyes de garantías que se quieran, no habrá igualdad. Ya lo sufrimos. De ahí el cuento del toche y la guayaba.

Esta manera de pensar la he comentado otras veces. A mitad del año pasado la expuse en una reunión social al Presidente del Partido Liberal, doctor César Gaviria Trujillo, en presencia del precandidato Rafael Pardo y el senador Juan Fernando Cristo. Les dije que en ese caso la acción partidista debería centrarse en la elección del Congreso de la República, para ejercer la oposición.

Y si usted leyera su propia revista, se habría dado cuenta que la manifesté en una declaración que CAMBIO tuvo la amabilidad de tomarme el pasado 17 de diciembre.

Ya ve como son de distintas las cosas. Tiene usted la oportunidad de resarcirme un poco de la violenta vaciada que me pegó tan a mansalva e injustamente, sugiriendo a CAMBIO que publique estas explicaciones.
Atentamente, amigo,
Horacio Serpa Uribe

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