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miércoles, 2 de diciembre de 2009

Olivos y aceitunos, todos son unos

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HORACIO SERPA

Comienzo por reconocer, nuevamente, que en los últimos años mejoró la seguridad. Por fortuna pasó la época tenebrosa de la violencia generada por guerrilleros y paramilitares. Un triunfo que debe acreditarse a la política de Seguridad Democrática, a la dirección del Presidente Uribe y a la actividad de las fuerzas militares y policiales.

No todo ha sido color de rosas. Pero la violencia disminuyó notablemente y en materia de guerrilla y paramilitarismo la situación cambió. Hay más tranquilidad y mejores posibilidades de convivencia. Un triunfo, sin duda, que debe mantenerse y mejorarse. Es lo que queremos todos.

De ahí que existan preocupaciones frente a las expresiones criminales que han aparecido en diferentes partes del país, que merecen la atención nacional.

En la edición 1438 de Semana se informó que en 9 ciudades del país, entre enero y octubre de este año, ocurrieron 5.860 homicidios, 1.363 más que en el mismo período de 2008. ¿Cuántos más ocurrieron en los 1.095 municipios restantes?

El Espectador del 21 de noviembre informó sobre “la plaga de las Bacrim”, para hablar de las Autodefensas Gaitanistas, las bandas de Don Mario, el rebrote de “Los Urabeños”, la acción de “Los Nevados”, “Los Paisas del Magdalena”, los bandidos del “Loco Barrera”, los de “Cuchillo”, los de “Pablo”, los de la “Oficina de Envigado”, y centenares de delincuentes que trafican, intimidan, asesinan sin tasa ni medida.

Todos los días oímos hablar de “Los Rastrojos, “Las Águilas Negras”, los criminales del “Cacique Nutibara” y docenas de nuevos grupos criminales.

Desde la Misión de la OEA en Colombia se dijo que “el tema del paramilitarismo o bandas emergentes está volviendo a tomar fuerza en la costa del país, en cinco departamentos que son Guajira, Córdoba, Atlántico, Sucre y Magdalena”.

El informe de la Corporación Arco Iris, que debe examinarse con atención, indica que grupos de esta naturaleza están extorsionando y matando en 293 municipios, 46 más que en 2008.

Y señala que la guerrilla ha tomado nueva fuerza, como apreciamos a diario en las noticias. Dijo Arco Iris que las Farc bajo el comando de Cano ha ejecutado este año 1.429 acciones delincuenciales, y tiene 11.500 hombres en armas. Cifras por las que se deduce, como el propio gobierno lo ha aceptado, que “la culebra sigue viva”.

La situación es delicada y debe asumirse a fondo.

La guerrilla sigue siendo una amenaza notable. A sus nuevos métodos, criminales en extremo como el incendio infame del bus en Nariño, deben aplicarse también novedosas estrategias de contención y desmantelamiento, antes de que logren recuperarse.

A los paramilitares de ayer, que se arman y crecen raudamente, también hay que aplicarles contundentes acciones para desmantelarlos. No cabe a esta hora una discusión sobre si son paramilitares de nuevo, o bandas criminales. Son lo mismo, son los mismos. Asesinos a sueldo, traficantes de droga, extorsionistas, gente sin alma que quiere seguir asolando a Colombia. “Olivos y aceitunos, todos son unos”.

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