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sábado, 1 de agosto de 2015

Psicoanálisis del Chismoso

                   Trafugario
Por: José Oscar Fajardo
Por estas épocas preelectorales no está de más hacerles las siguientes advertencias. El chismoso, de ambos sexos, es un resentido social que por culpa de sus frustraciones la emprende contra todos los seres de su misma especie. Como es profundamente hipócrita y adulador, pues se le facilita metérsele a todo el mundo por cualquier hueco con el fin de conocerlo en sus intimidades para luego proceder a destrozarlo porque se muere de la envidia que el otro es mejor en todos los sentidos. Los chismosos de por sí, son mediocres y su nivel cultural por lo general se acerca al cero absoluto de las matemáticas. En psicoanálisis, un complejo se padece pero no se siente, es de la esfera del inconsciente y por eso se llama complejo. Pues el chismoso sufre de graves complejos de inferioridad y eso es lo que hace que su comportamiento sea tan ruin, mostrando en todas sus actuaciones las más rastreras perversiones de su corazón.
Los chismosos son verdaderos magos de la mentira y siempre la disfrazan con benévolas apariencias. Si se tiene en cuenta que el chisme es chisme, independiente que sea falso o verdadero su contenido, el depravado chismoso sólo busca dañar a los que él ve como sus enemigos, reales o potenciales, sin un ápice de piedad, sin ningún asomo de remordimiento, sin un solo gramo de compasión. Pues la envidia lo calcina por dentro. Como siempre tiene en la mira telescópica de su mediocridad a los más inteligentes, a los más capaces, a los más preparados profesional e intelectualmente, entonces como compañero de trabajo es una peste blenorrágica y como trabajador retrasa, malogra, daña, o contamina cualquier proceso laboral o cualquier metodología útil para el desarrollo. Y de una manera misteriosa y soterrada establece conexiones con todo género de informantes que van desde las vendedoras callejeras de chicles, hasta los más científicos parasicólogos y mentalistas, pasando de antemano por Lenguadeperra, Bocadediablo, Donfalsario, Barriguesapo, Coñoñoca y  Chirimbolo. En síntesis, maneja unas fuentes de información que no las maneja ni siquiera la CIA en el mundo ni Satanás en los infiernos.
Para mayor precaución, se debe tener en cuenta que dicha peste social frecuenta fiestas de bautizos y matrimonios, despedidas de solteros, cumpleaños, y otros sitios de aglomeración social porque los citados especímenes son eminentemente comadreros. Esto es válido para ambos sexos. ¿Qué hacer para combatir semejante costra social? Como para los chismosos no existen los amigos del alma sino sus cómplices y sus alcahuetas, entonces la primera norma de prevención está en aislarlos. No los trate y por el contrario, ignórelos con sevicia. No les haga ni el más ínfimo comentario así sea de los últimos vuelos espaciales porque de eso se agarran para desmigajarlo. Si de pronto se le ocurre tener una deferencia con alguno de ellos, invítelo a un mute bien sabroso pero échele una cucharadita de cianuro de hidrógeno, o en su defecto, bríndele unas empanadas pero repletas de  dinamita. Por más daño que le hayan hecho, nunca hable mal de un chismoso y mucho menos vaya a hacerle reclamo dado que automáticamente se pone a la misma altura social, mental y sicológica de él, y eso es exactamente lo que busca el esperpento ese desde el fondo de su inconsciente. No le vaya a causar daños físicos a un bicho de esos porque ipsofacto se mete en problemas, no con la ley sino con la junta defensora de “coscorrias”. Trate por todos los medios de enseñarle esta frase panegírica: "Señor, córteme la yugular antes de meterme en lo que no me importa". Recorte este escrito y póngalo en un lugar donde, aunque sea un solo desgraciado avechucho de esos lo vea. Con eso Colombia sale adelante. 

sábado, 8 de enero de 2011

TRAFUGARIO

------------------------------Por: JOSE OSCAR FAJARDO

PSICOANALISIS DE UN CHISMOSO (A)

Por estas épocas preelectorales, no está de más hacerles las siguientes advertencias. El chismoso, de ambos sexos, es un resentido social que por culpa de sus frustraciones la emprende contra todos los seres de su misma especie. Como es profundamente hipócrita y adulador, pues se le facilita metérsele a todo el mundo por cualquier hueco con el fin de conocerlo en sus intimidades para luego proceder a destrozarlo porque se muere de la envidia que el otro es mejor en todos los sentidos. Los chismosos de por sí son mediocres y su nivel intelectual por lo general se acerca al cero absoluto de las matemáticas. En psicoanálisis, un complejo se padece pero no se siente, es de la esfera del inconsciente y por eso se llama complejo. Pues el chismoso sufre de graves complejos de inferioridad y eso es lo que hace que su comportamiento sea tan ruin, mostrando en todas sus actuaciones las más rastreras perversiones de su corazón.

Los chismosos tienen muy baja autoestima y como en el fondo son un fracaso social, en la mayoría de las ocasiones se hacen ver como dechados de virtudes éticas y morales, manejan alta prestancia y mimetizan muy bien la falsedad de sus actos. Son verdaderos magos de la mentira y siempre la disfrazan con benévolas apariencias. Si se tiene en cuenta que el chisme es chisme, independientemente de que sea falso o verdadero su contenido, el enfermo chismoso sólo busca dañar a los que él ve como sus enemigos reales o potenciales sin un ápice de piedad, sin ningún asomo de remordimiento, sin un solo gramo de compasión. Pues la envidia lo calcina por dentro. Como siempre tiene en la mira telescópica de su mediocridad a los más inteligentes, a los más capaces, a los más preparados profesional e intelectualmente, entonces como compañero de trabajo es una peste blenorrágica y como trabajador retrasa, malogra, daña, o contamina cualquier proceso laboral o cualquier metodología útil para el desarrollo. Para completar la dicha de los ángeles y la euforia de los arcángeles, de una manera misteriosa y soterrada establece conexiones con todo género de informantes que van desde las vendedoras callejeras de chicles a plazos, hasta los más científicos parasicólogos y mentalistas, pasando de antemano por Lenguadeperra, Bocadediablo, Donfalsario, el FBI, la CIA y la DEA. En síntesis, maneja unas fuentes de información que no las maneja ni siquiera la CNN en el mundo ni Satanás en los infiernos.

Para mayor precaución se debe tener en cuenta que dicha peste social frecuenta fiestas de bautizos y matrimonios, despedidas de solteros, cumpleaños, y otros sitios de aglomeración social porque los citados especímenes son eminentemente comadreros. Esto es válido para ambos sexos. ¿Qué hacer para combatir semejante costra social? Como para los chismosos no existen los amigos del alma sino sus cómplices y sus alcahuetas, entonces la primera norma de prevención está en aislarlos. No los trate y por el contrario, ignórelos con sevicia. No les haga ni el más ínfimo comentario así sea de los últimos vuelos espaciales, porque de eso se agarran para desmigajarlo. Mínimo le inventan que usted se robó un cohete de la Nasa. Si de pronto se le ocurre tener una deferencia con alguno de ellos, invítelo a un mute bien sabroso pero échele una cucharadita de cianuro de hidrógeno, o en su defecto, bríndele unas empanadas pero repletas de dinamita.

Otra precaución: por más daño que le hayan hecho, nunca hable mal de un chismoso y mucho menos vaya a hacerle reclamo dado que automáticamente se pone a la misma altura mental y sicológica de él, y eso es exactamente lo que busca el animalejo desde el fondo de su inconsciente. Dado que usted en un momento de ira puede perder el control, no le vaya a causar daños físicos a un bicho de esos porque ipso facto se mete en problemas, no con la ley sino con la junta defensora de animales. Trate por todos los medios de enseñarle esta frase lapidaria: "Señor, qué haré para no meterme en lo que no me importa". Y por último, hágale un bien a la patria: recorte este escrito y póngalo en un lugar donde, aunque sea un solo infeliz avechucho de esos lo vea. Con eso Colombia sale adelante.

sábado, 15 de mayo de 2010

TRAFUGARIO

--------------------------------Por: JOSE OSCAR FAJARDO

¿POR QUÉ SE SUICIDA UN NIÑO?

No hace más de un año conocí, por aquellos avatares de mi profesión, el caso de un niño de 10 años que se suicidó lanzándose del cuarto piso de su colegio ubicado en un barrio de clase media en Bogotá. Según se supo por la información que facilitaron sus familiares, se trataba de un niño en buenas condiciones económicas y en efecto, con lo que ello pude acarrear, buen vestido, buena alimentación y por qué no, buenas y sanas diversiones. Sin ningún defecto físico y con una capacidad mental, como lo aseguraron sus profesores, apta para enfrentarse con cualquier desafío intelectual o profesional, es decir, con todas las posibilidades buenas del destino, ¿Por qué se suicidó? ¿Una decepción amorosa? No me toquen ese vals. ¿Padres demasiado ignorantes u oprobiosamente exigentes? ¿?. De acuerdo al Psicoanálisis, el ser humano está regido por dos fuerzas inmanentes. La pulsión de vida que es el Eros, y la pulsión de muerte que es el Tánatos. ¿Será que hay niños que nacen con la vida sesgada hacia la fuerza interna de su autodestrucción? Que respondan los psicoanalistas. Lo cierto es que las estadísticas son claras y en nuestro país, Oh my got, el índice de suicidios infantiles cada día aumenta. No estoy hablando de los adultos donde la cosa va peor.

¿Será que hay un efecto dominó por culpa de los mass media? No lo sé. De lo que sí estoy seguro es que las fuerzas internas que inducen a un niño a suicidarse, son mínimas y de menor importancia comparadas con las fuerzas externas que lo inclinan a hacerlo. La muerte de un ser querido, por ejemplo, pero eso es demasiado evidente. Lo terrible es cuando no dejan la menor huella con la que uno pueda orientarse como en el caso anterior. ¿Será que el niño ve o detecta un horizonte oscuro o un futuro incierto con tanta violencia que le bolean desde los medios de comunicación? O debe ser que prevé su pobreza en los años venideros al ver a sus papás cada día de mal en peor. O tal vez se deprime cuando se da cuenta que su hermano mayor, el doctor, está más jodido que cuando era estudiante. O lo hiere de muerte el saber que le toca retirarse de ese colegio porque es muy caro y el sueldo de su papá no alcanza. Y en últimas, será que alcanza a comprender que este país se lo está llevando el frutas a través de la violencia, la pobreza, la desesperanza, la indiferencia, el olvido. Debe ser que detecta la putrefacción de las castas que dejaron de ser castas.

Lo cierto es que ahí está el problema en los calcañales de los colombianos. Y es que también es un suicidio el de los niños que no tienen chance de una vacuna, por decir algo, para prevenir una enfermedad que mata tanta gente como la malaria o paludismo. Y también es un suicidio el de los niños colombianos que “se suicidan” diariamente “de soledad” por allá en las tierras lejanas de esta enorme Colombia. Y peor todavía cuando eso ocurre a punta de hambre en un barrio miserable o en una calle de cualquier ciudad donde diariamente se mueven miles de millones de dólares y los bancos de Sarmiento Angulo no hallan dónde echar la plata y los demás dueños no encuentran qué hacer de tanta felicidad por las ganancias obtenidas. Y qué hablar de los “niños suicidas” de la violencia en las calles, de la violencia intrafamiliar generada por la drogadicción, el alcoholismo, la prostitución, y mejor dicho por las más desgraciada miseria que puede tener un ser humano tal como la del “Sepulcro de los vivos”, de la que hablé en días anteriores. Y esto va para todos los candidatos que por estos días “adoran a Colombia y aman entrañablemente a los colombianos”. Y hablan de superavenidas de diez carriles para supercarros que vuelan y de megacolegios y megahospitales, mientras toda la plata se la embuten a la guerra y la que queda es para pagar las campañas. Y qué. Píntela.

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