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domingo, 22 de noviembre de 2009

TRAFUGARIO


----------------------------------Por: JOSE OSCAR FAJARDO


URIBE Vs CHAVEZ
¿QUIÉN TIENE LA RAZÓN?


Yo se que todos ustedes han leído “One Hundred Years Of Solitude”, para que diablos nombro el autor, y “Pantaleón y las Visitadoras”, y con la misma lógica racionalista, para qué nombro su autor. Ellos son como saber que hay uvas. Doy el título en inglés para que vean que no soy antigringo como podrían llegar a creer. Por el contrario, los admiro en su tecnología, soy hincha de John F. Kennedy, de Marylin Monroe (de quien estoy perdidamente enamorado desde que vi por primera vez sus fotos) y de Charles Dickens, pero a la vez me emberraca su política exterior. De igual forma me choca sobremanera la godofilia ultraderechosa de Mario Vargas Llosa pero admiro y degusto enormemente su universo literario, sobre todo esa novela que acá cito y con la cual por poco me toteo de la risa. Con ello ustedes pueden colegir que tampoco soy antimilitarista puesto que “Pantaleón y las visitadoras” trata de militares. Siempre he considerado que los ejércitos de los pueblos son los guardianes de su democracia o los velos de sus gobernantes. Por otra parte, amo mi carrera de periodista y por eso me preocupa lo que está pasando en Macondo, o léase la Colombia de hoy. Lo que pasa es que no se nota puesto que yo soy demasiado insignificante como periodista, pero sí me arredra lo que hacen algunos periodistas, dada su alta alcurnia profesional: vociferar, juzgar y sentenciar, todo a favor, claro.

Pero vamos al grano para que ustedes sepan de qué es lo que quiero platicar. En Octubre de 1962 por poco las grandes potencias nos sacrifican a todos en un holocausto nuclear. ¿Las razones? Que la URSS de ese entonces alcanzó a instalar misiles balísticos nucleares en Cuba, en las mismas narices, a 90 millas de los norteamericanos. Se emberracaron terriblemente y tenían toda la razón. ¿A quién le gusta que le pongan un recinto de prostitución, o un polvorín a lado de su casa? Se salvó la humanidad por que John F. Kennedy y Nikita Kruschev, mandatarios de las dos potencias a esa fecha, tomaron “Roipnol Rojo” para los nervios, guardaron sus respectivos machetes de cavernarios y se pusieron a dialogar. Felizmente cumplieron el uno quitar los Hijuemadres misiles nucleares de ese sitio, y el otro, con palabra de macho santandereano, no ocurrírsele jamás invadir la isla de Cuba como ya lo habían hecho con el desembarco de Bahía de Cochinos. Ambos iguales de agresivos y pendencieros.

¿No será que eso en lo que tienen que hacer los dos mandatarios de Colombia y Venezuela respectivamente? Porque el presidente Uribe tiene todo el derecho y está en la obligación de garantizar la seguridad e integridad del país. Pero el otro presidente, el de Venezuela, dice a gritos que para eso no se necesitan siete bases norteamericanas; que no es necesaria una flota de bombarderos y el Comando Sur para combatir el narcotráfico y el movimiento guerrillero. Yo digo que eso es como comprar uno una tractomula de 100 toneladas para vender empanadas de $500 pesos. También arguye Chávez que allí en su territorio, en la franja del Orinoco, se encuentran las reservas de petróleo más grandes del mundo y que de golpe le puede ocurrir lo que a Irak. ¿Entonces quién tiene la razón? Y entre otras cosas a mí me va a ocurrir lo que al gobernador Horacio Serpa que lo tildaron de comunista (unos periodistas geniales) por ofrecer a Santander para unos posibles diálogos con el mandatario Venezolano.

 A mí, reitero, me van a tildar de chavista. Para taparles la boca desde ya les confieso que sí soy Chavista de tiempo completo. Pero Chavista del Chavo del Ocho, hasta los tuétanos. Y miren lo que pasó hace unos días atrás con la voladura de unos puentes que le pertenecen a las dos naciones. Tanto se calienta el trueno que hasta al fin estalla. De lo que si estoy seguro es que si no se hacen los correctivos a tiempo, nos va a ocurrir lo que le ocurre a quien pica un Pito: que si no le aplican el Glucantime a tiempo, después tienen que mocharle la extremidad. El juicio final es cuando el bicho pica a su víctima en la cabeza. Pues resulta atrevido cortarle la cabeza.
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