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miércoles, 6 de agosto de 2014

Exabrupto

                                      Por Gerardo Delgado Silva
La justicia fue definida por los romanos así: “Constans et perpetua voluntas jus suumm cuique tribuendi” – Ulpiano (La Voluntad constante y perpetua de dar a cada uno lo suyo). 
Los jueces son los encargados de dar a cada uno lo que le corresponde conforme a derecho.  A ellos ha vuelto siempre la mirada la sociedad, cada vez que se desquician las reglas de convivencia.  Por ello, de antiguo fueron los mas sobresalientes conductores de la sociedad interpretando desde siempre las leyes.
Es tanta la importancia de la justicia, que hasta la monarquía  teocrática le rinde homenaje y le paga tributo desde los más antiguos tiempos.  “El Rey que castigue a los inocentes y deje impunes a los culpables- dice el Código de Manú- se cubre de la mayor ignominia y va al infierno”.
Y cuenta la biblia que Salomón cuando Dios le dijo:” Pídeme lo que quieras, que Yo te dé”, contestó: “Señor, Da, pues, a tu Siervo Corazón dócil para juzgar a tu pueblo, para distinguir entre lo bueno y lo  malo (la negrilla es mía).
 Herodoto refiere el caso de Deioses, que llegó a ser Rey de los Medos, por la rectitud de sus fallos.
Así pues, la justicia consiste en aplicarla, interpretando fielmente su letra, con arreglo al sentido moral, que constituye su espíritu. Por eso toda la justicia reposa en los principios éticos de carácter fundamental que contiene la constitución, y fijan al derecho su verdadero sentido. Las decisiones de la justicia corresponden al ejercicio del Poder Judicial establecido en la Constitución con carácter independiente y soberano.  Es la clave del Estado de Derecho tan repudiado por el hoy senador Uribe.  Su independencia, su neutralidad, su oportunidad, su moralidad, son nada menos que la seguridad jurídica.
Ahora bien.  El derecho y la moral no tienen el mismo dominio, lo cual significa que el campo de la moral es más vasto que el campo del derecho,  a pesar de que el derecho debe tener un fundamento moral.
“La diferencia entre la moral y el derecho es simplemente – nos dice Ripert – la siguiente: La moral trata de obtener el perfeccionamiento interno del hombre, mientras que el derecho pugna simplemente por el orden de la sociedad; el derecho no trata de hacer reinar la virtud, sino de conservar el orden; cuando los actos inmorales no ataquen el orden público, deben ser ignorados por la Ley”. 
Pero hay que advertir que no debe exagerarse la distinción, puesto que las disposiciones jurídicas deben tener siempre, como ya dijimos una base moral, así como los jueces deben mantener los preceptos morales en el dominio de la conciencia.
Desde antaño se ha dicho: Hacer justicia, no es nada fácil.  El juez debe actualizar la norma, adecuarla a las circunstancias, hacerla producir efectos justos, humanizarla.  Por lo tanto, el Juez Penal, El Fiscal, y los Magistrados de ese ramo, deben emitir un juicio sobre la realidad del primer elemento estructural del delito que es la conducta humana.
De otra parte, lo importante es comprender en este punto, que para que exista conducta, desde el punto de vista del derecho penal, es indispensable que el comportamiento del hombre se realice fuera de su mundo interior, salga de su yo , y se exteriorice dejando una huella externa y alterando las condiciones objetivas preexistentes a su actuar.  Como dice Massari, el delito no es un mero antojo o veleidad o impulso al suceso mismo.  Es voluntad que actúa, impulso que se exterioriza, pensamiento que desemboca en una conducta;  es praxis, comportamiento, actividad, ejecución.
La conducta está constituida por dos elementos o coeficientes íntimamente ligados entre sí.  Es un hecho contemporáneamente físico y psíquico dirigido a la realización de un fin.
La conexión íntima entre el movimiento externo y la personalidad del sujeto es todo lo que se exige para que haya conducta, y en esta relación consiste el coeficiente psíquico del comportamiento, el cual no debe encontrarse en la voluntad del acto, sino en la atribuidilidad del acto al sujeto o, como dice Antolisei, en la propiedad exclusiva del acto.  De tal manera es conducta desde el punto de vista del derecho penal el acto voluntario o involuntario, que tenga un valor sintomático para la personalidad de su autor, que sea de tal naturaleza que se pueda decir, que le pertenece y que es suyo. 
La psicología judicial, el sicoanálisis criminal, la criminología clínica, la psiquiatría forense, deben ser – como han sido - , ciencias auxiliares del derecho penal y contribuir así a una eficaz defensa social.
Los noticieros nos han revelado que para superar las fallas humanas en la administración de justicia; se deben llevar a cabo exámenes a quienes aspiren a ser Fiscales o Jueces Penales.  Es un golpe a las Universidades del país, concretamente en sus Facultades de Derecho, con tanta o mayor fuerza que las espectaculares e inhumanas explosiones de los misiles, transmitidas por la televisión.  Un acto desesperado.
Nunca la opinión nacional se ha formado realmente un serio propósito, consistente y perdurable en torno a nuestra administración de justicia. Se cree ingenua o malintencionadamente que con afrentar a magistrados y jueces como inveteradamente lo hace el hoy senador Uribe, o con elaborar tres o cuatro estatutos deficientes se soluciona el problema.
Para recobrar el prestigio ¿Se ha consultado en selecta asamblea  a magistrados, jueces y fiscales, es decir a los que saben, acerca de cuáles normas deben reformarse, y como debe seleccionarse su personal?.
En puridad de verdad, algunos funcionarios judiciales se han olvidado de los reales destinos de dignidad y eficacia de la justicia y han caído en ese fenómeno dantesco de la descomposición, desvirtuándola.  Pero en su inmensa mayoría son celosos y prudentes en el cumplimiento de su sagrada misión, como faro de dignidad, de entereza y obstáculo infranqueable para las fuerzas que pretenden arrollar el estado de derecho.
No se requieren, se trata de un exabrupto, examinar a quienes aspiren a ser jueces penales o fiscales, ahí no está la causa del mal.  Basta analizar algunos aspectos del acontecer diario de esos aspirantes, si están o no traducidos en su voluntad de ir de brazo con los principios éticos, viejos de siglos, milenarios mejor, insustituibles canales para el servicio público de la justicia desinteresada y generosa, como corresponda a esas reservas morales e intelectuales de quienes tienen inevitable e irrenunciablemente que velar por el mantenimiento de esa institución para un futuro promisorio, que es una Colombia mejor.
El actual gobierno está mostrando horizontes del anterior,  y haciéndonos ver que para todos hay un sitio en la gran batalla de la reconstrucción moral y material de la República.
Escrito para www.bersoahoy – sección: Opinión idónea 

martes, 24 de julio de 2012

¿Se le llenó la copa al pueblo?

CONGRESISTAS, NO SE SIGAN EQUIVOCANDO
------------------------------------Horacio Serpa
La enérgica reacción ciudadana contra el Congreso a raíz del exabrupto de la Reforma a la Justicia, no lo fue solo por esa actuación. A la gente se le llenó la copa, con tanto desgreño, con tantos errores. Uno de los más criticados ha sido el propósito sistemático de reformar la Constitución. Equivocación grande es creer que todo se remedia modificando las normas superiores. Además, nunca tendremos un sistema político equilibrado, coherente, estable, si nos la pasamos probando instituciones, modificando reglas, inventando procedimientos, experimentado soluciones.
Parece que no todos los Congresistas se dieron cuenta de lo que pasó. O creen ingenuamente que solo fue una censura pasajera a la que no deben pararle muchas bolas. Por ello iniciaron la nueva legislatura, de la que los ciudadanos esperan seriedad, responsabilidad, trabajo, presentando otras propuestas de reformas constitucionales. Disculpas ofrezco a los Honorables Congresistas, a quienes aprecio y respeto, pero me parece increíble que no cogieran experiencia. El País está esperando otra cosa. Ojalá  leyeran bien la entrevista del nuevo Presidente del Senado. Si él siendo de la casa dice así del Congreso, imagínense lo que dicen los de afuera. ¡No se sigan equivocando!
Un ejemplo ilustra las observaciones. Con los comentarios de rechazo que se hicieron hace algunas semanas a la propuesta, pensé que no se volvería a hablar de eliminar la Vicepresidencia de la República. Las noticias dicen que ayer se presentó la iniciativa con el objeto de volver a la Designatura, una figura arcaica, antipopular, que en ocasiones se prestó para jugarretas, trapisondas y componendas.
Una de las razones que tuvo en cuenta la Constituyente para rechazar la Designatura fue la de que no es democrático que al eventual reemplazo del Presidente, elegido popularmente, lo escoja el Congreso. No hay razón que lo justifique. Con el riesgo de que un Congreso cuyas mayorías no sean amigas del Presidente, bien puede crear la expectativa de sucesión en una persona opositora o enemiga. Ni más, ni menos.
El argumento de que es necesario ahorrarse el sueldo del funcionario, es peregrino. ¿Con lo que vale esa asignación o el funcionamiento de la Vicepresidencia vamos a salir de pobres? Ahora, si el Presidente no le quiere asignar funciones, no sería empleado ni tendría sueldo.
Atribuirle competencias por Constitución sería como crear una Presidencia chiquita, con poderes plenos para desarrollarlas. Absurdo.
Pero lo más absurdo es creer que el País permitiría a los Congresistas elegir al eventual sucesor presidencial. Lo dispuso la Constituyente para suplir la falta absoluta del Vicepresidente, después de mucho debate y cuando el Congreso no estaba tan desprestigiado. 
Dificultades, ¿cuáles? Se presentaron cuando el Presidente Samper. Con los doctores Pastrana y Uribe no hubo problemas. En este tampoco.
Sin duda fue desobligante la presentación del proyecto estando enfermo el doctor  Angelino Garzón. Por fortuna son gratas las noticias de su recuperación. Debe estar sorprendido de que tan pronto dio la espalda para ir a la clínica, le comenzaron a mover la silla.
Bogotá D.C., 25 de Julio del 2012

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