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viernes, 9 de agosto de 2013

A propósito de un ex-presidente

Las 89 tesis de Uribe
Footo: Wikipendia
Por: Juan Gabriel Vásquez
Leo los 89 escupitajos que lanzó Uribe —convertido desde hace tiempo en una figura risible, una vieja loca que grita por los corredores— y me pregunto cuán bajo puede caer un expresidente.
En países con más cultura democrática, este saboteador desquiciado ya habría sido abandonado por la política y por los votantes. Pero en nuestra pobre Colombia no se piensa que esos trinos de analfabeto puedan ser un comportamiento indigno; por no pensar, no se piensa siquiera en las implicaciones de que un expresidente escriba tan mal. No me refiero a la redacción de adolescente vago: ya sé que para muchos las nuevas tecnologías justifican y aun exigen el atropello de la lengua, a pesar de que todos los días hay ejemplos de que se puede escribir un trino inteligente, ingenioso y agudo sin pelearse con la puntuación. Uribe, en cambio, debió de sentir que su mensaje era mucho más importante que informarse sobre los usos de la coma, esa cosa tan rara.
En los trinos de Uribe, las preposiciones y las concordancias son como sindicalistas que uno se saca de encima; la mera sindéresis parece una concesión que no se le debe hacer al enemigo. Sí, lo confieso: el contacto con los 89 escupitajos me ha llenado de una irreprimible nostalgia por esas épocas en que los presidentes no eran completamente iletrados. Caro matoneó a la oposición, pero tradujo a Virgilio. Laureano Gómez incendió al país, pero era un orador brillante que hablaba en párrafos perfectos. Uribe, en cambio, ha matoneado a la oposición, pero también la gramática, y ha incendiado al país, pero también la dialéctica. Yo declaro no entender qué significa esto: “GbnoSantos3años: hace escándalo protagónico a la salud”. Claro, Uribe siempre se ha jactado de tener una comunicación privilegiada con sus votantes. Ahora vemos a qué se refería, pues sólo a través de la telepatía se puede entender esto: “derrocha que por nuestro Gbno en lugar de perder autosuficiencia en petróleo se construyó gran producción”. El Diccionario de Rufino José Cuervo acaba de sacudirse en mi biblioteca.
Lo más grave, sin embargo, no es el resentimiento político ni el analfabetismo funcional. Lo grave es la deshonestidad de Uribe: en este sartal de acusaciones, no hay una sola prueba. Me dirán ustedes que los 140 caracteres no permiten extenderse; pero un debate entre presidentes debería hacerse con argumentos fundados, no con balbuceos de primate que no prueban lo que dicen ni tampoco admiten réplica. “GbnoSantos3años”, escribe el escupidor, “ofrece impunidad y elegibilidad a responsables de atrocidades de Farc”. Mentira: Uribe mezcla las pretensiones de un negociador con lo que el otro ha concedido. El escupidor escribe: “desorienta a las FFAA con orden de combatir narcotráfico y contraorden de legalización de drogas”. También mentira: Santos no ha dado la orden de legalizar la droga, porque eso no es posible. Sólo ha reconocido la necesidad del debate.
En los 89 escupitajos de Uribe hay algunas medias verdades, muchas manipulaciones baratas y una cantidad inverosímil de mentiras y calumnias, y Uribe no ha sentido ni siquiera la necesidad de camuflarlo. Sabe que no tiene que hacerlo: que sus seguidores tragarán entero, que le creerán lo que escupa. Y yo me pregunto: ¿no se dan cuenta del poco respeto que les tiene?
Juan Gabriel Vásquez | Elespectador.com

sábado, 6 de noviembre de 2010

TRAFUGARIO

-----------------------Por: JOSE OSCAR FAJARDO

LAS MOÑONAS DEL PRESIDENTE

Tal vez por su refinada prosapia el presidente Santos nunca haya jugado turmequé, con lo cual uno colige que definitivamente él es de alto turmequé. Pero lo que sí es cierto es que es un Albert Einstein en eso de mechas, bocines y moñonas, obvio, muy metafóricamente hablando. Rebicemos a ver por qué. La primera moñona después de esa moñona de la presidencia de la República, con la cual dejó súpitos a todos los colombianos de bando y de contrabando, fue nombrar de superministro, Justicia y Gobierno, a un poco jovial pero aguerrido político como es Germán Vargas Lleras, en contra de la voluntad del expresidente Alvaro Uribe quien en una forma de complejo de Edipo, excesivo y libidinoso amor a la madre patria, cree que sigue gobernando en este país plagado de amnésicos. Sí, señores. Complejo de Edipo político-freudiano. Y este sí es más grave que cualquiera de los ya conocidos como el complejo reptiliano, por ejemplo, porque ningún psicoanalista ha podido saber con certeza y mucho menos hacer nada, contra ésa condición única del ser humano.

 Querer mandar en forma absolutista, enajenada e incondicional sobre todos los seres de su misma naturaleza que se encuentren a su alrededor. Pero como decía anteriormente y en términos denodadamente epistemológicos, el Presidente Santos también es abeja. Se dedicó, como buen colombiano, a aplicarle toda la tecnología del tejo al expresidente y ahí lo tiene medianamente fuera de la cancha, dándole al bocín de medio lado, o pegándole a los palos y eso no le produce ningún puntaje.

La segunda moñona del doctor Santitos, se lo digo con aprecio porque creo que me volví santista, es que lanzó dos tejos con ambas manos y metió ambos tejos uno en un bocín en una cancha de Quito y el otro en una cancha de Caracas. Es decir, que las dos más grandes chabacanadas diplomáticas del expresidente, el doctor Santitos las arregló de un solo violinazo. Hay qué ver cómo van las cosas viento en popa entre las tres naciones que era lo que más nos estaba martirizando sobre todo a los santandereanos, sureños y norteños, puesto que somos los inmediatos vecinos y socios de la hermana república venezolana. Al expresidente, que odia a Chávez como el doctor Lucifer a la cruz, y no a la cruz gamada de Hitler sino a esa que vemos los católicos y nos echamos la cruz, y que lo ve más peligroso que una yuca de Chernobil, el doctor Santitos viene y lo atiende y le tiende la mano y de un día para otro las relaciones cambian de manera total y se da el trato que debemos tener como verdaderos hermanos, pues claro que le produjo una psiconeurosis esquizofrénica, repito, al expresidente, que quiere continuar con el delirio del poder absolutista como si esto fuera una finca en el Departamento de Córdoba. La tercera moñona del doctor Santitos, reitero que le digo así con todo el respeto, es la del cambio de la terna para ocupar la chamba de Fiscal de la nación.

 Esta moñona, siendo una de las más artísticas es quizá la de mayor importancia porque ya pasó por encima del año que Colombia no tiene Fiscal General, y cualquier desprevenido ciudadano pueda calcular lo grave que resulta esto. Como en el juego del tejo político-freudiano también existen las mechas y los bocines sencillos, debiera hacer alusión a ellos, de parte del doctor Santitos como es apenas lógico, por su importancia. Pero mis carísimos lectores tienen que comprender dos cosas elementales. Una: que una columna de opinión es demasiado limitada en su extensión. Dos: que yo no soy dueño ni socio del periódico y de hecho yo sé que me brincan. Pero vean que contradicción aunque ustedes no lo crean. A mí sí me gustaría que el doctor Alvaro Uribe fuera el alcalde de Bogotá para ver si le pasa lo de las chicharras: que se revientan de tanto cantar. Y lo expreso así con un enorme respeto porque en el fondo le tengo admiración, puesto que el doctor Uribe demostró, in praxis, que en verdad es un hombre de armas gobernar.

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