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domingo, 10 de junio de 2012

Consideraciones sobre los adictos en Colombia

Las drogas – Salud pública – De las tinieblas a la luz
Por: JORGE GÓMEZ VILLAMIZAR
En Colombia, el más reciente estudio Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas, en 2011, hecho por los Ministerios de Salud y Protección Social, Educación, y Justicia y Derecho, a población escolar entre los 11 y 18 años, dado que el inicio del consumo se presenta comúnmente en esta etapa de la vida; identifica que es un problema real, en aumento, sobre el cual hay que hacer prevención, y  arroja alarmantes cifras como: el 45% consume alcohol entre los 14 y 17 años, el 17% tabaco o cigarrillo; el 7% consume marihuana, el 2,8% cocaína, y otras sustancias como el éxtasis, pegantes, bazuco, energizantes, y la familia de las benzodiacepinas, que tienen un efecto directo sobre el sistema nervioso central y que clínicamente son utilizados como sedantes, ansiolíticos o anticonvulsivantes, 1.9%.
En comparación con el estudio realizado en 2008, por el entonces Ministerio de Protección Social, hecho a la población en general, que identificó al 56% de la población con problemas de alcoholismo, mayor vulnerabilidad hombres entre los 18 y 35 años, seguida de la marihuana 2.7%,  mayor vulnerabilidad jóvenes de 14 a 24 años; la cocaína y la heroína con el 2.3%, y otras sustancias con el 1.6%, no se ha hecho nada, y el paradigma aumenta velozmente, consumiendo ahora a nuestros niños y jóvenes, que en la adultez ya significan un estorbo socio-económico.
Sumado a este flagelo por efecto se asocian otros índices como la accidentalidad, conducta violenta y hasta la muerte, y en ese mismo sentido la OMS - Organización Mundial de la Salud-  reconoce la adicción, como la segunda causa de muerte en el mundo.
Por lo tanto, bajo ese escenario elevar la adicción a las drogas y otras sustancias psicoactivas como el alcohol, a enfermedad y problema de atención pública en Colombia, es darle el necesario e inmediato rostro de la educación preventiva, que se debe hacer de manera incluyente entre programas del Estado, sensibilización y socialización en los colegios, y concientización de los peligros en casa, y la precisa rehabilitación  orientada por especialistas.
Apoye la iniciativa en el Congreso, presentada por el compañero de partido y senador, Juan Manuel Galán Pachón, considerada la primera ley que obliga al Estado atender integralmente a todos los adictos, que pasa a sanción presidencial,  y coloca al país a favor de la renovación de las políticas antidrogas, que tradicionalmente se han enfocado en la restricción y la persecución de quienes consumen las sustancias; con esta norma superamos la represión y el castigo, reconociendo que los adictos tiene un derecho a la resocialización, y generamos un imaginario social dirigido esencialmente hacia la educación y prevención. Frente al tabaco ha habido avances legislativos, pero ante el alcohol y las drogas, teníamos esa deuda con los colombianos.
Pese a que otras iniciativas en el Congreso han afirmado que la rehabilitación de los adictos le puede costar al Estado entre 7 y 24 millones de pesos,  que la población de adictos supera los 300 mil enfermos, estoy de acuerdo con el senador Juan Manuel Galán, que le cuesta más al país no tener un sistema de tratamiento para los adictos y los consumidores, y óptimos programas de prevención; además las obligaciones vienen en concordancia con los pronunciamientos de la Corte Constitucional que en varias sentencias ha ordenado al Estado y al gobierno no desamparar a los adictos, y brindarles tratamiento.
Entendemos que esta norma va en dirección de incluir la adicción como una enfermedad que debe ser atendida dentro del POS -Plan Obligatorio de Salud-, en un tratamiento completo farmacológico y psicosocial, y que se considerara de manera gradual y progresiva, dado los altos costos de infraestructura y recurso humano especializado que requiere. También se que los dueños de las ESP, están en desacuerdo, porque les afecta el bolsillo, y hasta pronostican que la gente se atenderá en garajes improvisados, por la falta de dinero; pues los pocos centros que existen no tienen auditorías y la mayoría no están debidamente habilitados.
La ministra de Salud y Protección Social, Beatriz Londoño, afirmó esta semana que "además de que ya se han definido formas de tratar a estos pacientes con guías estructuradas, como la del alcohol, se están determinando criterios de habilitación para que los centros que se dediquen a esta tarea lo hagan con calidad". Esa batalla y riesgo debemos asumirla por el bienestar de nuestras presentes y futuras generaciones.






miércoles, 21 de septiembre de 2011

LA PUERTA DE LA PAZ SIGUE ABIERTA

Por Horacio Serpa Uribe

El Presidente Juan Manuel Santos ha sido coherente con su anuncio en el acto de posesión: ha abierto la puerta de la paz y actuado con seriedad para que los grupos armados ilegales pasen por ella y el país entre en una nueva  era de reconciliación.
Su anuncio de darle luz verde al proyecto de acto legislativo de justicia transicional, que tiene como fin superar las falencias de la Ley de Justicia y Paz, es un nuevo paso hacia la construcción de una institucionalidad para la convivencia.
Según el ponente de la ley, el senador Roy Barreras, “se inicia la construcción del marco constitucional de la justicia transicional en Colombia, que permitirá corregir errores de desmovilizaciones pasadas y abrirá la puerta para que sean posibles nuevas desmovilizaciones masivas futuras que permitan terminar el conflicto en Colombia”.
Según los promotores se trata de enmendar las fallas de las desmovilizaciones pasadas, presentes y futuras a favor de la verdad, pensando en las víctimas. Desmovilizaciones como las de miles de paramilitares en la administración Uribe y las que se esperan en el actual mandato.
Hace bien el Presidente Santos en poner al país a pensar nuevamente en el tema de la reconciliación, que pasa por la justicia transicional, que ha permitido avanzar en la verdad de graves hechos de violaciones de derechos humanos, como masacres, asesinatos, ejecuciones extrajudiciales, pero no ha conseguido aún avanzar en la aplicación de la justicia, pues solo ha habido cuatro sentencias en seis años, como lo denunció la Fiscal General de la Nación.
Y no ha habido justicia por las trabas que se han encontrado en el camino. Lo importante es que el primer mandatario tendrá nuevos instrumentos jurídicos y legales para seguir apostándole a la paz.
Luego de los contundentes golpes militares que han recibido las Farc en los últimos años, en los que perdieron la mayoría de su cúpula militar y política, y tras el repudio generalizado a sus métodos de guerra, es hora de que esa organización escuche el clamor nacional por la reconciliación.
Ha pasado más de un año desde que el Presidente le abrió la puerta y ellos siguen reacios a cruzarla amparados en un discurso que ya nadie entiende porque suena anacrónico. Su respuesta a la acción oficial ha sido el retorno a la guerra de guerrillas, utilizando armas no convencionales, afectando a la población civil, destruyendo la riqueza nacional y la tranquilidad de un país que quiere más acciones de paz y el fin de la barbarie.
Las Farc y el ELN tienen una nueva oportunidad para la paz. El país sigue esperándolos en una mesa de negociaciones, para que se comprometan con el derecho internacional humanitario, digan que quieren para su desmovilización y asuman un compromiso con la democracia y un nuevo futuro para Colombia. Nada está escrito para ese momento. Todo está por construirse. Las guerrillas deben entender que a la paz se le apareció un Santos y que es hora de negociar

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