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jueves, 4 de julio de 2013

Reminiscencias sabias sobre López Michelsen

Calidad de vida y revocatoria de Petro
                                                Horacio Serpa
Alfonso López Michelsen es un recuerdo grato para los colombianos. Fundó el Movimiento Revolucionario Liberal, cuya plataforma de lucha se consagró en una sigla: SETTT. En ella se consignaron cinco palabras con las que se resumió un propósito político y social para mejorar la vida de los colombianos: salud, educación, tierra, techo y trabajo.
Siguen vigentes y en espera los anhelos del MRL. En diferentes aspectos hemos avanzado, pero priman la desigualdad, la pobreza, el desempleo, la violencia y la corrupción, para no mencionar otros temas, que constantemente se miden para saber a ciencia cierta en que vamos, que debemos hacer, en que aspectos toca insistir para lograr el bienestar de la gente.
Según las cifras de los expertos y de las Entidades, oficiales y privadas, encargadas de examinar, calcular, verificar y determinar cómo va el país y cómo la están pasando sus habitantes, Bogotá es la ciudad que tiene los mejores indicadores económicos y sociales.
No parece que eso sea cierto por el escándalo que a diario le hacen a la Administración Distrital. Muchos deben estar pensando que la capital, a más de ser un nido de bribones, es un lugar inhóspito, lleno de basuras, en donde no es aconsejable invertir ni vivir porque los servicios públicos son malos, no hay empleo, los niños y los jóvenes no tienen donde estudiar, la violencia no da tregua y todo es un desastre, hasta el punto de que el pueblo está indignado y va a sacar a empellones al Alcalde de su cargo.
Es lo que está pensando de Bogotá mucha gente por las informaciones que a diario se dan en los medios de comunicación y por los comentarios de algunos de los más importantes analistas de prensa.
Las realidades son otras.
En Bogotá se ha reducido la criminalidad y las cifras sobre homicidios por cada cien mil habitantes años han disminuido notablemente.
Bogotá tiene el producto Interno Bruto (PIB) más alto del País, por encima del promedio nacional.
Bogotá tiene el PIB per cápita más alto de Colombia.
Las cifras de pobreza  de Bogotá son las más bajas del País.
La educación pública de Bogotá es la de más alta calidad del país.
Los servicios públicos de agua, alcantarillado, electricidad y telefonía, son los mejores de Colombia.
Hay buen servicio de recolección de basuras.
En Bogotá se ha mejorado en forma sobresaliente el servicio de salud.
Bogotá tiene el porcentaje de desempleo más bajo de Colombia.
La Capital tiene una administración pública pulcra y su Alcalde es un funcionario probo y transparente.
Las anteriores afirmaciones corresponden a informes oficiales, reales, actuales, de instituciones públicas y privadas. Muchos se sorprenderán. Los invito a hacer las comprobaciones respectivas.
Entonces, ¿por qué tanto escándalo? Dirán que no todas son realizaciones de Petro. Pero ahí están esas verdades, irrefutables, que si se mantienen y han mejorado es porque hay administración. También hay envidia, revanchismos, politiquería y bastantes ciegos de esos que no quieren ver.
Bogota D.C., 3 de Julio del 2013 - Columna El Nuevo Siglo

miércoles, 5 de septiembre de 2012

¿Se cambiarán balas por palabras?

Por Luis Eduardo Jaimes Bautista (J.B.) 
Muchos se preguntarán ¿cómo será este nuevo diálogo de paz para Colombia, si parar una guerra fratricida de más de cincuenta años con los alzados en armas y hoy diezmados y con un grupo chauvinista por el pensamiento marxista-leninista que quieren salir al ruedo de la política, cambiando las balas, los cilindros bombas, por las palabras? 
Lo que escuchamos desde la casa de Nariño en su discurso el presidente Santos y desde un lugar escondido en la selva de Colombia a “Timochenko”, el martes 3 de septiembre, marcarán el acuerdo marco de los diálogos; con unas expectativas, como pesimismo dentro de los bemoles de los contradictores, (la extrema derecha) para que la paz se maneje frente a una realidad y no en un sueño. 
La Columna de Hernando Gómez Buendía, tiene parte de ese dilema, que muchos o pocos colombianos piensan que sí, y que no se puede dar la paz aceptando las reglas para este diálogo dentro de un “marco jurídico ¿para cuál paz”? 
Y como lo dice el columnista en la Revista el Malpensante, en la edición actual No. 131: “Puede ser que en un país serio los formalistas tengan mucha razón, pero en Colombia no hay sino realismo: las leyes –y muy en especial las de perdón- se han hecho decena de veces, y cada vez a la medida de los interesados. Entre 1820 y 2010 se pactaron o expidieron por lo menos 26 amnistías (que borran el delito) y 65 indultos (que borran la pena) en beneficios de los “ejércitos patriotas” de la Independencia, de caudillos y soldadescas en las 41 guerras o mini guerras civiles del siglo XIX, de militares golpistas o protogolpistas, de delincuentes comunes por impotencia o para demostrar que somos un país cristiano, de bandoleros en los años cincuenta o –en tiempos más recientes- de ex guerrilleros, ex paramilitares y (tal vez ex)narcotraficantes que han decidido “colaborar con la justicia”. 
Lo que observamos por Televisión: la teleconferencia, desde la selva colombiana con el comandante de las FARC y en Cuba, con los integrantes del secretariado, ojalá se pueda decir en silencio que no sea un show más de los medios de comunicación, ante un problema tan serio como es negociar la paz o la guerra. Base de una descomposición social que se ha arraigado en la pobreza y violación a los derechos humanos. 
El Presidente Juan Manuel Santos, -como dicen los viejos- está jugando con fuego, mientras los 46 millones de colombianos, sin seleccionar entre ricos y pobres, los más pobres que viven con una expectativa inverosímil de llegar a un equilibrio social o compartir este país con equidad. 
A través de la historia colombiana, el problema que no se ha resuelto y ha sido “el jaque mate de todos los gobiernos”: La tierra. Ante este dilema y con la globalización de la economía, ese primer punto del Presidente Santos, sobre el desarrollo rural y el acceso a la tierra para sacar a los campesinos del ostracismo y abandono en infraestructura, la prosperidad y los servicios del Estado, es uno de los temas prioritarios y no promesas, porque debido a ello es que se incubó esta guerra que lleva medio siglo. Sin que alguien se haga responsable. 
Son cinco puntos que tendrán que analizar y discutir en bien de los 46 millones de colombianos los delegados del Gobierno y la guerrilla. Siendo Humberto de la Calle la cabeza de estas negociaciones con los países facilitadores del diálogo a partir del mes de octubre, no sin antes que se cumplan por voluntad propia de la guerrilla la no instigación y terrorismo contra la población civil. 
Este nueva etapa de los diálogos para la paz que clama el pueblo colombiano, algunos serán optimistas y otros pesimistas, pero tenemos que tener en cuenta la cultura del civismo y escuchar al contradictor como al que tiene la razón, sin los odios y las venganzas que han sido los que han llenado de sangre y de dolor a millares de familias colombianas.
*Poeta y Escritor

martes, 18 de mayo de 2010

Carta desde Estocolmo al candidasto Antanas Mockus

Del Maestro y poeta colombiano, Carlos Vidales
"LOS DISCURSOS EN EL CONGRESO,
SE VUELVEN MUERTOS EN LAS VEREDAS"

Estimado Antanas Mockus:

El 10 de mayo de 2010 dijo usted en Manizales que no hará alianzas con el Polo Democrático Alternativo “porque hay fuerzas en ese movimiento que todavía no han roto lazos con la subversión”. Tres días más tarde cayó asesinado en Barranquilla el ciudadano Iván de la Rosa, militante del Polo Democrático Alternativo. Una víctima más en la larga lista de asesinatos políticos que se cometen en Colombia, con plena impunidad. ¿Existe alguna relación directa entre sus palabras, estimado Antanas Mockus, y este asesinato u otros que puedan cometerse en los días que vienen, contra militantes del Polo? Por supuesto que sí.

Hace ya más de sesenta años, el entonces presidente Alberto Lleras pedía ponderación y mesura a los líderes políticos del país, y advertía que “los discursos en el Congreso se vuelven muertos en las veredas”. Usted no había nacido todavía, pero yo sí. Recuerdo eso perfectamente y por eso se lo cuento ahora. Mi infancia y adolescencia están marcadas por la ferocidad de La Violencia, cuyos horrores indescriptibles solamente pueden compararse al infierno de las masacres, mutilaciones, despojos y desplazamientos cometidos por los paramilitares, agentes armados de la nueva clase que desde hace dos décadas se ha empeñado en controlar el monopolio del poder, a sangre y fuego, en nuestra martirizada Colombia.

En la década de 1940, los discursos en el congreso se convertían en muertos en las veredas. Hoy, las declaraciones electorales sufren la misma metamorfosis. Y es por esta sencilla razón que quiero sugerirle, estimado Antanas, que haga buen uso de la mesura y la ponderación en sus declaraciones. Lo sugiero y no lo pido, porque en una buena democracia los ciudadanos no le piden nada a los candidatos y, en cambio, los candidatos oyen y respetan los buenos consejos de los ciudadanos. Son los candidatos los que tienen obligaciones y deberes. Y su primer deber consiste en no hacer ni decir nada que pueda poner en peligro la vida de los ciudadanos.

He visto que otras personas ya han comentado extensamente sus declaraciones y sus explicaciones posteriores. Parecería que cualquier cosa que yo dijera no agregaría nada nuevo al asunto. Sin embargo tengo algo que decir, algo que no he visto expresado por otros compatriotas. Me explico. Usted usa una formulación muy desafortunada: “fuerzas –dice­– que todavía no han roto lazos con la subversión”. Si yo dijera, aquí en Europa (hasta aquí me han traído mis exilios sucesivos, que ya suman casi sesenta años) que un filósofo colombiano es el autor de esa frase, nadie me lo creería. Porque, como usted sabe muy bien, en los diccionarios de la filosofía y la cultura la palabra “subversión” tiene otro contenido diferente del que consta en los diccionarios policiales. Todos los grandes filósofos han sido subversivos, porque subvirtieron viejas y anquilosadas formas del pensar y establecieron nuevos caminos en la búsqueda del saber. Los grandes profetas fueron todos subversivos. Jesús subvirtió un viejo orden religioso, de un pueblo, y fundó una iglesia universal, para toda la humanidad. Sócrates fue subversivo, como lo fueron Heráclito y Pitágoras, Copérnico y Galileo, Freud y Darwin, Einstein y Niels Bohr, Sartre y Russell. Subversivos fueron los grandes literatos y poetas, subversivos fueron los hombres y mujeres que lucharon por convertir nuestra patria, que era una colonia, en una república independiente, subversivos fueron sus antepasados y parientes, estimado Antanas, que se opusieron a la ocupación de su patria por parte de una gran potencia y trabajaron por su independencia nacional. Y subversivos son, a veces, también, quienes se atreven a desafiar al entorno agresivo e intolerante, se bajan los pantalones y muestran el trasero. Pero esto no consta en los diccionarios policiales. En ellos consta que “subversivo” es criminal, terrorista, bandido, secuestrador y asesino. Usted tiene todo el derecho de emplear el diccionario que mejor le parezca, ni más faltaba. Pero tenga en cuenta que nadie puede simplemente usar un lenguaje policial y al mismo tiempo decir que es filósofo. Platón sostenía que la república perfecta era la que estaba gobernada por sabios y filósofos. Yo sospecho que Platón no tuvo en cuenta los procesos de metamorfosis: el mejor filósofo se transforma en otra cosa cuando a sus narices llega el irresistible perfume del poder.

Le digo todo esto, estimado Antanas, porque sus palabras son síntoma de profundos procesos sicológicos que solamente usted puede analizar y reconocer. Usted ha dicho que apoya la presencia de tropas extranjeras en territorio colombiano, usted, que conoce mejor que nadie lo que sufrieron los pueblos del Báltico, el pueblo de sus padres, bajo la bota militar extranjera en su territorio. Esa es la razón fundamental que hace imposible que yo apoye su candidatura a la presidencia de mi patria. Y si le escribo esta carta, amistosa pero franca, es solamente para decirle que yo lamentaría muchísimo que usted, que puede prestarle enormes servicios a Colombia en los campos de la educación, la investigación y la filosofía, sufriera ahora la terrible metamorfosis del candidato y se convirtiera, simplemente, en un animal político, en el mal sentido de la palabra.

Reciba usted mi saludo cordial.

Carlos Vidales
Estocolmo, 2010-05-15

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