sábado, 28 de mayo de 2016

Un amigo prominente

                  Trafugario
             Escribe: Jose Óscar Fajardo

Ya va a ser un mes que murió un brillante escritor de este país y un gran amigo de por lo menos media Colombia. Creo que ya dedujeron que me estoy refiriendo a Fernando Soto Aparicio. Yo me di el lujo de ser amigo personal, hasta llegar a bebernos unos aguardienticos en Chiquinquirá, en el Encuentro Nacional de Escritores “Jetón Ferro”, o en Ráquira y Villa de Leiva en las excursiones que suele ofrecer la organización. En Ráquira hace cuatro años nos empacamos numerosos niquelados en compañía de Javier Ocampo López, historiador escritor, y entre tantos otros oficios, presidente de la Academia de Historia de Boyacá. Chucho Stapper no estuvo ausente, lo mismo que José Luis Días Granados.  Hizo falta Javier Félix, poeta, para completar el combo de Santander. Fernando Soto era un hombre muy cálido y muy noble, además que un genio de la literatura si se tiene en cuenta que empezó a escribir a sus seis años en una vetusta Remington que tenía su abuelo, notario de Santa Rosa y también escritor. Su madre le había enseñado a leer a los cinco años y a los nueve leyó por primera vez Los Miserables, esa prodigiosa novela del francés Víctor Hugo, la cual influyó en su trabajo durante muchos años. Fue el libro que lo llevó a ser escritor, contaba él mismo. Pero lo más increíble de la capacidad escritoral y de producción, es el hecho de que a los 10 años de edad, todavía un niño de balones y bicicletas, haya escrito dos novelas del corte de su maestro Víctor Hugo y muy parecidas a Los Miserables. Claro que en Soto Aparicio también influyó mucho Alejandro Dumas y Emile Zolá. “Eran cosas de capa y espada pero tenían cosas muy  mías; del amor, de las peleas, de un París que yo me imaginaba. Pero en una de esas desesperanzas grandes que a uno le dan en la vida, las quemé”. Luego el periodista que lo estaba entrevistando le preguntó ¿A esa edad por qué se siente desesperanza? No lo recuerdo, respondió. Fue como una angustia, una tristeza. Todo el mundo vaticinaba que era una vida fracasada la de un escritor porque era una profesión de drogadictos, borrachos, peligrosos mala clase”. Pero lo cierto es que el futuro escritor, dejó para siempre el estudio por dos cosas. “Primero porque no podía hacer gimnasia, una clase importantísima que daba un sargento, pero yo no podía saltar una cerca ni hacer una flexión, y las flexiones importaban más que las reflexiones. Segundo, porque me enamoré de una profesora de matemáticas: una señora de 18 años toda bonitica, con unas blusitas chiquitas y unas falditas cortas. Yo nunca miraba al tablero. Entonces dejé el estudio. Mejor dicho, nunca volví a un colegio, porque yo nunca he dejado de estudiar”. Fernando Soto era un hombre refinadamente divertido, ameno, armamento que sin duda alguna le sirvió para conquistar muchas mujeres que, dicho por él, era el talón de Aquiles de su corazón. Pues dicen los epistemólogos del amor que, cuando un hombre hace reír a una mujer con toda la donosura, ya está en su corazón.  “Ellas y yo”, es el título de su última novela que unos días antes de su muerte intentó terminar. Con ella hubiera completado setenta y dos. Y a un tipo de estos, con 72 novelas a las costillas, se le deben rendir todos los homenajes. Como decir, los cinco Doctor Honoris Causa que recibió. El pesar que me queda es que nunca pude llevarlo a Barbosa, porque en los encuentros de escritores que inventaba todos los años, nunca nadie me respaldó. 

lunes, 23 de mayo de 2016

¿Castigo para quienes quieren la paz?

Por: Bernardo Socha Acosta
La incertidumbre de muchos colombianos  que  veíamos cómo desde varios  espacios de las instituciones colombianas se ataca el proyecto de paz  sin que saliera nadie con poder decisivo a defenderlo, diferente al propio gobierno y al 95% de colombianos rasos, parece que encontramos luces que  ayudaran a tranquilizar la esperanza de encontrar a un país  muy pronto con ese preciado don como es la posibilidad de ejercer tanto el deber como el derecho a la paz.
Para quienes tenemos muy presente el mandato de la Constitución, consignado en el artículo 22  que dice: ‘La Paz es un   derecho y un deber  de obligatorio cumplimiento’, nos sorprendió cuando escuchamos que la procuraduría general de la nación  amenazó con abrirle procesos disciplinarios a los funcionarios que le hicieran campaña a la paz, sin  que otra institución diferente al propio presidente de la republica  saliera en defensa de ese bien tan anhelado como es la paz. Pero por fortuna todavía quedan instituciones de control  que obran bajo los postulados legales.  Se trata de la Fiscal general, que a través del titular  (e)  Jorge Fernando Perdomo hizo un duro pronunciamiento contra estas amenazas. Leer aquí
Es que leer estadísticas que demuestran que la guerra en Colombia, en los últimos 50 años ha dejado como saldo mínimo a cerca de cinco millones de desplazados; miles de desaparecidos; pequeñas poblaciones arrasadas por la guerrilla y por los   paramilitares, y billones de pesos perdidos en voladuras de puentes y vías carreteables, oleoductos y demás infraestructura del país, no es para menos que los colombianos de bien anhelen un verdadero cambio de vida.
Los colombianos de bien saben que una paz no se logra con el poder de los fusiles, las ametralladoras y los bombardeos, como está ocurriendo en otros países, y que algunos ensañados en la guerra, quieren imitar en Colombia, a pesar de estar esquilmado al estado desde posiciones privilegiadas.  Entonces, por qué no ayudar a que la tranquilidad del país se logre con  acuerdos  negociados como lo pretende hacer el actual gobierno.     
Y es que esas expectativas de paz  se ven fortalecidas cuando encontramos  reflexiones tan positivas y verdaderas como las del  sacerdote Francisco de Roux  cuando dice que lo que está en juego en Colombia no es el futuro del presidente Santos, ni el futuro político de Uribe,… sino la posibilidad de que podamos vivir  como seres humanos.
Y estas reflexiones nos llevan a pensar que, entonces quienes se aferran a que siga la guerra en Colombia, ni sienten el compromiso de humanos, o tampoco consideran que viven con seres semejantes.

Pero todavía queda algo más para reflexionar. Dicen los entendidos que la convocatoria que hace un sector político, de la llamada resistencia civil contra la paz, es una actitud de graves consecuencias, porque de un movimiento de esta naturaleza, no está lejos una guerra civil.  Y, quiénes la están promoviendo.   

domingo, 15 de mayo de 2016

Qué pasa en Macondo

             Trafugario
                       Escribe: José Óscar Fajardo 
Supongate Marco Tulio (expresión popular) que por ley de igualación algebraica, en este caso el Instituto Municipal de Cultura de Bucaramanga, es igual Macondo. Entonces ¿qué pasa en Macondo? Yo no creo que lo que pasa es que al coronel Aureliano Buendía, en este caso la máxima cabeza, el nombrado y actual director, no tiene quién le escriba definitivamente. Porque es que ya van cinco meses que empezó el nuevo gobierno y lo que es el IMCT, está como los carros viejos y destartalados que ya ni empujándolos prenden. Sería muy atrevido yo al siquiera tratar de insinuar que mi muy respetado historiador, la máxima cabeza, no es el personaje idóneo para poner a funcionar el destartalado carromato que hoy es el IMCT. Sería yo muy atrevido. Pero también es cierto que, el destartalado carromato, desde el punto de vista científico y dialéctico materialista, en realidad no funciona por ningún lado. Entonces reitero muy interrogación, ¿qué pasa en Macondo? ¿Dónde están Ursula Iguarán, Mauricio Babilonia o el Gitano Melquiades, personajes imaginarios  pero que yo estoy seguro, ponen a funcionar toda la maquinaria de Macondo? Alguien me comentó, Javierito Félix, mejor dicho, bardo prolífico y prolijo en opiniones, que nuestro respetable amigo, la máxima cabeza, no estaba en condiciones de salud de poner a funcionar a Macondo y eso me parece lamentable. Claro porque eso es muy lamentable. Pero entonces, ¿dónde carajos está la enorme pléyade de poetas, escritores, pintores, filósofos y promotores del arte, con títulos universitarios, que han sido profesores universitarios, que tiene toda la experiencia y sabiduría para dirigir los destinos del IMCT, que no los nombran y ni siquiera los mencionan?. Artistas con obra y trabajo en las diferentes manifestaciones artísticas, de gran calidad y publicadas, que están hoy sumidos en el más ignominioso ostracismo cuando debieran estar depositando esa sabiduría y esa herencia cultural en los muchachos de hoy. Cómo será la soledad y la dejación en Macondo, dígase IMCT de Bucaramanga, que muchos cultores de arte y muchos artistas me llaman a diario dizque para que yo lance un SOS a través de mis columnas a ver si algo se puede remediar, y yo claro que aquí me tienen combatiendo. Lo digo en términos artísticos y culturales porque si no, ahí sí que nos metemos en una vacaloca para acabar de completar. A veces me pregunto, ¿será que los escritores, poetas y demás cultivadores de las Bellas Artes, estamos condenados en Bucaramanga, claro que en el resto del país también,  a vivir cien años de soledad?  O en el peor de los casos, ¿a morirnos en el más oprobioso desencanto  y en el más despiadado ostracismo? Otra cosa que también debemos cuestionarnos, además con vehemencia, es, qué pasará con la industria de la Cultura y sus componentes aledaños. Con los grupos de danza y de teatro. Con los promotores, guionistas y directores de cine y televisión.  Y lo que más nos preocupa a los que sí producimos Bellas Artes todos los días de nuestras descachimbadas vidas, es que, a la final, dios no lo quiera, siguen beneficiándose los abejones, los avivatos  y los tramposos del Arte. Los predadores, negociadores y demás desvalijadores del Arte. Yo no soy Werner Von Brawn, ni Stephen Hawking, ni mucho menos un ingeniero de la Nasa, pero mi cerebro y el de todos los artistas, sí alcanzamos a captar que la cultura artística en Bucaramanga, y por qué no en el Departamento, es hoy un dinosaurio en vías de extinción. Afortunadamente tenemos un alcalde culto y un gobernador preparado que entienden ambos el valor del Arte en el proceso de paz.   

viernes, 13 de mayo de 2016

El pulso de las alianzas políticas

La disolución de la Unidad Nacional
Por León Valencia (Tomado de SEMANA)
El látigo de Serpa sobre el vicepresidente no puede ser un asunto de cuotas. Porque los liberales aventajan de lejos a los de cambio en el gobierno
León Valencia
Dijo el presidente Santos, en una entrevista a Caracol Radio, que “La Unidad Nacional evoluciona hacia una coalición por la paz”. La frase es bonita. Pero la realidad es más pedestre, más mundana y vulgar. La Unidad Nacional se rompió, se disolvió. Horacio Serpa, codirector del Partido Liberal, aseguró que no le interesaba permanecer en esa coalición; Carlos Fernando Galán, senador de Cambio Radical, ha planteado que su partido no se siente comprometido con la Unidad; y Armando Benedetti, del Partido de la U, ha manifestado que la alianza está haciendo agua por todos los lados.
Los tres partidos están en un pulso para conservar o aumentar su presencia en el gabinete y en los puestos de mando del Estado. Ven que Santos está en su peor momento en las encuestas y le quieren cobrar, cada uno por su lado, muy caro su respaldo. Se están preparando además para afrontar la campaña electoral de 2018 y mueven todas las fichas para quedar en punta de carrera.
Germán Vargas Lleras está en el centro del litigio. Serpa dice con persistencia que Vargas Lleras debería renunciar para dedicarse a la campaña por la Presidencia. Supone que este es el candidato in pectore de Santos. No es descabellada la conjetura. Entre Santos y Vargas Lleras tiene que haber un compromiso, quizás tácito, quizás explícito, en ese sentido. No hay que olvidar que en la campaña pasada, en la difícil disputa con el uribismo, hubo momentos en que Vargas Lleras tenía mayor figuración que Santos en las encuestas, sin embargo, prefirió optar por la Vicepresidencia en vez de hacer rancho aparte y lanzar su propia candidatura.

En todo caso, el látigo de Serpa sobre el vicepresidente no puede ser porque advierte un gran desequilibrio entre lo que le dan a Cambio Radical y lo que le dan al liberalismo.  Leer más

sábado, 23 de abril de 2016

Examen de prostata

Trafugario
Por: José  Óscar Fajardo 

Sólo cuando volví a verlo fue que caí en la cuenta que hacía más de un mes no avistaba a  mi amigo Felixberto Casas, arquitecto de profesión, y además contratista de obras civiles. De lo que sí estaba seguro era que se encontraba en la ciudad por los chismes de nuestros amigos que me habían advertido que efectivamente por ahí andaba calles caminando, pero que cada día que pasaba era más taciturno y ensimismado como si por fin lo estuviera matando su timidez. No obstante nadie daba una explicación lógica a su comportamiento taciturno y huidizo. Un día cualquiera y sin querer, me encontré a Felixberto en un sitio donde le era físicamente imposible  evadirme porque se trataba de un recinto donde no había sino una sola salida y yo, para desgracia de él, estaba muy cerca de la puerta. Cuando ya estuve cerca me fue muy fácil abordarlo y preguntarle sin tantos rodeos, qué había pasado y dónde carajos se había escondido. Al principio sólo me miraba pero no me decía nada y eso aumentó mi preocupación. Su mirada era triste, muy contraria a la mirada desafiante que siempre lo caracterizó hasta en los momentos más relajados de su vida. De pronto rompió el silencio y con voz trémula me dijo casi al oído: “Fue que me hicieron el examen de próstata con el tacto tal como lo ordenó el urólogo y desde ese día mi vida es sólo desolación”. Yo ipsofacto imaginé, claro, sin decirle nada, que le habían detectado, según su cara y su manifestación sicológica, cáncer no sólo en la próstata sino hasta en el resorte de los calzoncillos e incluso en la bota del pantalón porque su cara no daba para menos. Llegué a pensar además, que un tornado o un huracán, que por aquí no se presentan, le habían tumbado la casa. Porque con esa cara y esa actitud ¿Qué más podía yo pensar? Que tenía que ser una cosa extremadamente grave porque cualquier actor de teatro no es capaz de poner esa cara de descuartizado. Pero no. Yo estaba totalmente equivocado. “Lo que pasa es que desde hace un mes que me hicieron el examen, no he podido olvidar al médico hermanito”, me dijo, y sus ojos se le pusieron vidriosos de lágrimas. Claro. Yo de una vez deduje qué era lo que le había ocurrido. Y tuve que haber puesto cara de extraterrestre con Sarampión porque vi que su expresión empeoró. Su rostro se tornó más adusto y mucho más imbécil. Y ya le escribió algún poemita, acaté a preguntarle para salir del atolladero porque estaba anonadado. Pues todavía no, pero si usted tiene la bondad de colaborarme, que será cosa que le agradezco, pues la idea no está del todo mal. Aunque no sé qué cara irá a poner él (El doctor). Y lo verraco es que tampoco puedo dormir hermanito, y cada vez, veo mi porvenir más oscuro y frío, me dijo, y fue a ponerme una mano en el hombro y yo por poco me voy decúbito intercostal porque ya me dio cus cus que a mí también el hombre se me fuera de poema. Vade retro Satanás, le dije, y a mí no me vaya a salir con acrósticos y serenaticas. Y no se le vaya a ocurrir tocarme con sus manos ni siquiera el maletín, le dije con cara de asesino para que lo tomara en serio.  Ya a estas alturas el hombre no se aguantó más y soltó una carcajada que por poco vota las asaduras, y se fue muerto de la risa. No estaba enamorado del urólogo.    

domingo, 17 de abril de 2016

Filosofía importada o no, debe perseguirse la corrupción

Nota: El siguiente comentario surge de una columna de un reconocido dirigente político. Leer aquí la columna
Por: Bernardo Socha Acosta
El análisis publicado en un sitio web, en relación con las políticas que se están aplicando en la administración de la capital de Santander, es  muy  imaginativo e investigativo,  pero para cualquier lector,  sería estar en contra de las medidas que buscan derrotar la corrupción.
Realmente, que sea o no, una tesis    importada de los grandes filósofos,  a nuestro municipio y a Colombia le caería muy bien una teoría de esta clase, antes que sea tarde y el país  siga acumulando los desbordados problemas, la mayoría  derivados de la corrupción que está ahogando a los conciudadanos.
De la corrupción se escribiría toda una bibliografía en la que aparecerían, un alto número, tanto de quienes han ejercido la política, como de algunos dirigentes del sector privado que han servido de cómplices para cometer los más grandes robos a las arcas del estado. (Ej: el carrusel de la contratación por citar algo)   Quien pretenda ignorar estas realidades, ó, ha  participado o, no tiene conciencia de la gravedad que eso representa, para el presente y el futuro de un país.
Esa realidad que viven los colombianos por los hechos de corrupción, es el factor  que le ha merecido la peor imagen histórica al Congreso de la república.  Y, de ésta  triste y lamentable realidad (la corrupción) habría mucho de qué hablar, especialmente de las consecuencias. Entre ellas, que los gobiernos de turno, en cambio de castigar hasta con las medidas más drásticas… a los corruptos,  no encuentran otra cosa que esquilmar al pueblo trabajador y honesto, con las tenebrosas Reformas Tributarias, que lo único que logran es aumentar el espacio entre quien tienen más y quienes tienen menos; o mejor, haciendo que en Colombia haya más concentración del poder  económico  en pocas manos y aumentando el nivel proletario y la mendicidad.
Pero volviendo al tema, en relación con la administración municipal de Bucaramanga, lo cierto es que hay que respaldar propuestas orientadas a hacer rendir más el dinero que pagamos los contribuyentes.
Es que la corrupción, sea en nuestro medio o en el país, no puede seguir haciendo carrera  que, donde una obra que tiene un costo real de una determinada suma, por ser contratada por el estado, tenga un costo hasta tres veces o, más el valor real.
Y no es necesario discutir, si se hicieron las obras o no; lo que se debe discutir es, a qué precio se hicieron.
Y, si en Bucaramanga se pretende hacer algo por buscarle mejores días a sus habitantes, pues vale la pena apoyar cualquier medida encaminada en este sentido; sean medidas importadas o no; o que sean ideologías, o no de los grandes filósofos, lo que esperamos sus habitantes, es que el dinero que pagamos los contribuyentes, rindan; que tengan la mejor aplicación y que se reflejen en cosas productivas y necesarias. 
Tampoco debemos ser tan dramáticos, al señalar que las medidas contra la corrupción, sean para eliminar personas naturales, como muchos lo pretenden hacer creer.  No es así; estas medidas están orientadas a destruir, pero las viejas prácticas que han empobrecido las arcas del estado en general, ya sean municipales, departamentales o nacionales. Lo importante sería que todos trabajáramos por una cultura anticorrupción.   #bersoahoy

sábado, 16 de abril de 2016

Que no regrese la desfachatez

                Trafugario
                                Por: José Óscar Fajardo

Hace un año, exactamente el 13 de marzo, en el marco del IV Encuentro de Gestores Culturales realizado en Bucaramanga, se efectuó la elección de consejeros departamentales. Para el efecto los cultores se agruparon por disciplinas artísticas y los miembros procedieron a elegir sus representantes por voto libre y democrático, tal como lo ordena la resolución 2756 de 2015, emitida el 16 de febrero de ese año, para dar cumplimiento al Plan de Desarrollo 2012-2015 de conformidad a los artículos 71 y 72  de la Constitución Nacional, Ley 387 de 1997, modificada por la Ley 1195 del 2008 que establece los integrantes del Consejo Departamental de Cultura y los Consejos de Area conforme a la reglamentación expedida por los gobiernos territoriales, siendo el Decreto 115  de junio 13 del 2006  el que crea el Consejo Departamental de Cultura. Hasta aquí esta carreta suena muy bacana pero no es más que bazofia. Claro porque ningún mecanismo legal, de ley, establece cuáles deben ser los requisitos idóneos para ser consejero y representante departamental por cada disciplina artística. Se deja a voluntad y honradez de los artistas. Es decir pintor es pintor; escritor es escritor; poeta es poeta, y así. Recuerdo entonces que la delegación de Barranca venía “amangualada” para el fraude, y aunque fue evidente que se cometieron varios “malolientes” ilícitos, doy fe del área de Literatura, dónde se detectó un “grotesco” fraude en la votación, la cosa quedó así. Todo con la anuencia del entonces Gobernador Richard Aguilar, y de la Secretaria de Cultura Luz Mary Hernández. Con la más repugnante desfachatez, ninguno de los dos dijo siquiera mu. Al final del evento un tal Arnulfo Vasco, jefe de la delegación, colmó de “regalos y elogios” al citado Gobernador. Por eso los verdaderos cultores, los que producimos a diario Bellas Artes en medio de sacrificios indecibles, clamamos para que no regrese esa peste bubónica de la desfachatez. Pero desgraciadamente hoy la Cultura en Santander está gravemente enferma con la misma patología como en aquellas nefandas épocas. Pues a 100 días de la nueva Administración y en efecto de nuevos funcionarios en Cultura y Turismo, aún nada se vislumbra. Como si no hubiesen funcionarios o como si estos fuesen de otra galaxia. No hay gestión y de las becas, de los estímulos y de la concertación, nadie habla y todo está en el ostracismo. El pacto ciudadano por la cultura, en átomos volando. La promoción de Santander a través de la articulación con el Ministerio de Cultura, está por cuenta de los brujos de Barbosa. El accionar del Concejo Departamental de Cultura, da ganas de llorar. Las estrategias que están siguiendo los asesores es la misma que están desarrollando los astronautas en Marte, y la programación de los encuentros de los gestores, se están pactando para después del mundial de Rusia.  Ya es fecha y justo que el Gobernador Didier Tavera revise el tema porque nosotros los creadores, los gestores, y los verdaderos cultores, estamos dirigiéndonos hacia extraña lontananza sin ninguna seguridad social. Y la estampilla pro-cultura ahí, recaudando. Ahora sí nos tocó parodiar la célebre frase de Jorge Eliecer Gaitán: “Porque los artistas, cultores y gestores no podemos ser tratados como se tratan las vacadas de las haciendas privadas”. Al contrario del anterior, el Gobernador Didier Tavera, que sí es santandereano, debe escuchar el clamor de los artistas y a la vez salvaguardar y proteger los valores y las manifestaciones culturales de esta hermosa tierra que lo vio nacer. Esa misma cuna de los Guanes, de los Yariguíes. De los Cocomés y de los Agataes de la provincia de Vélez.

sábado, 26 de marzo de 2016

Fútbol y fanatismo

                        Trafugario 
Por: José Óscar Fajardo
Hace unos años publiqué una columna en esta misma tribuna en la cual le contaba a los lectores que un sicoanalista alemán había afirmado que el fútbol era el deporte de las grandes masas porque las grandes masas eran energúmenas e indiscutiblemente brutas. De la misma manera el profesor proponía que, por causas contrarias, el ajedrez era el deporte de las minorías, precisamente porque necesitaba en los individuos que lo practicaban, procesos mentales muy similares a los de las matemáticas. Y ese es el dolor de muela de muchos estudiantes en el mundo, sobre todo en los colombianos donde según las pruebas Pisa, somos unas miserias humanas en el mapa de las derivadas y de las integrales, de los campos escalares y de los vectoriales y para qué decir más. Yo no es que esté totalmente de acuerdo con ese imaginario sicoanalista porque fue un invento de un personaje de una de mis novelas, pero sí veo que el concepto tiene mucho de verídico. Si bien es cierto que el premio Nobel de literatura Albert Camus, autor entre otros relatos de El Extranjero, y el más joven en recibir tal galardón, era un aficionado del fútbol de pies a cabeza, nunca se supo si era en realidad un fanático. Del connotado exfutbolista argentino  Jorge Valdano, autor de siete libros y además mundialista junto con Diego Maradona y otros, tampoco se ha sabido jamás que fuera un fanático.
Lo mismo podría decirse de otro montón de intelectuales del mundo entre los que también se cuenta  el escritor Eduardo Galeano, autor de Las venas abiertas de América Latina, y de los que claramente uno puede afirmar, así por simple inspección, que de ninguna manera eran fanáticos del deporte de las grandes masas. Pero que las grandes masas son el terreno abonado para todo tipo de fanatismos y no sólo del fútbol, es una verdad de Perogrullo que fácilmente puede calificarse como axioma. La suma de las partes es igual al todo. La política y la religión, por decir algo. Después de ver el partido de la selección Colombia el jueves anterior, una niña de unos diez años decía agresiva que, “Ese Pekerman era un burro por los cambios tan pichurrias que había hecho”. Yo estoy seguro que ese concepto no es producto de su razonamiento lógico sino que, seguramente lo escuchó de un fanático. O puede ser también el resultado de “El efecto de las redes sociales y la TV en los niños”, conferencia que he dictado en muchos colegios y varias universidades del país. De todas maneras no es más que una forma de fanatismo exacerbado. Es un comportamiento obsesivo adquirido porque, estoy totalmente seguro, reitero, esa nena que todavía huele a tetero rancio, no elabora esos conceptos.  
Que a los niños les guste el deporte y sobre todo el fútbol y sientan nuestra selección, me parece un enorme progreso cultural porque los deportes, como las Bellas Artes y las ciencias, son las más prolijas manifestaciones de la racionalidad de los seres humanos. Cosa muy diferente es el fanatismo imbécil, irracional y perverso. Un individuo fanático puede convertirse fácilmente en un delincuente. El fanatismo es la base “filosófica” fundamental para el caudillismo y este es el caballo apocalíptico de cualquier sistema político y en efecto de la democracia. El fanático, que puede ser religioso, político, deportivo, del sexo, del dinero, es un paranoico obsesivo capaz de llegar a conductas criminales con tal de ver satisfechos sus deseos o sus intereses. El fanatismo es lo que hace que un “hooligan” mate a una persona indefensa sencillamente porque habló mal de su equipo.

martes, 22 de marzo de 2016

ABYECCION

Por: Gerardo Delgado Silva
El delito es: “una conducta típica, antijurídica y síquicamente referible a un sujeto”.
El acto o conducta debe desarrollar en el mundo de los acontecimientos, del ser y el existir, todas y cada una de las características objetivas de la facti-species o tipo legal-penal.  El acuerdo o correspondencia del hecho (delito acontecimiento) con el tipo legal (delito-instituto jurídico) es lo que se llama la “tipicidad”.  El tipo jurídico es el punto de partida para el estudio de la teoría general del delito y este consiste, en el conjunto de los elementos descritos es una norma penal que debe caracterizar el hecho humano prohibido u ordenado por la ley penal.
De esto se deduce que en todo delito se debe descubrir el tipo de la conducta, el tipo de la referibilidad síquica y el tipo de la antijuridicidad.
Entiende la doctrina que son autores todos los que contribuyen eficientemente en la comisión de la conducta punible, con conocimiento y voluntad de perpetrarla.  Así puede predicarse, de la solidaridad de los eufemísticamente llamados “Doce Apóstoles”, grupo paramilitar dedicado a asesinar a quienes señalaba como colaboradores de la guerrilla, crímenes horripilantes de lesa humanidad.  Grupo cofundado por el señor Santiago Uribe, hermano del expresidente, Álvaro Uribe, con unos poderes tenebrosos, gigantescos, terroristas, según el conocimiento social que tuvo y tiene Colombia.  La conservación de lo malo en la duda de lo bueno, un drama ético profundo.  Son desalmados, y la muerte horrenda que los paramilitares han dado a tanta gente, produce escalofrío.  Ni hablar del barrido que han hecho de la intelectualidad independiente.  Decir que son genocidas no debe tapar el sol con las manos: los paramilitares son un fenómeno militar, social y político.
Como lo mostraron informes publicados por la prensa, la Fundación Progresar y otras ONG, más que luchar entre grupos armados, lo que hubo en esos años fue una campaña de exterminio por parte de los “paras” contra sectores sociales específicos, buscando el control de toda una sociedad.  A narcos tradicionales se sumaron nuevos personajes, y todos tejieron alianzas con los paramilitares.  Inyectaron en la política sumas millonarias, ganado control en alcaldías, consejos y asambleas, capturando dineros públicos y negocios ilegales, comprando la seguridad ciudadana, adquiriendo tierras y construyendo viviendas que rememoran la ostentación de los Gacha y Escobar.
Lo único que faltaba por esas épocas, al tétrico panorama de corrupción que ha tenido desde hace años el sector de la salud, hay que sumarle que desde el 2004, lo dineros destinados a proteger la de los doce millones de colombianos más pobres fueron a parar a las arcas de los paramilitares y terminaron siendo utilizados para comprar armas, alimentar el narco tráfico y engendrar aún más la guerra.
El Señor Santiago Uribe, arreció con otros, los vendavales de la inmoralidad y la violencia como las tormentas de la subversión.
Colombia no quería advertir los peligros que nos amenazaban, los abismos insondables que estábamos orillando.  Éramos indiferentes a las claudicaciones, a la iniquidad que estaban al descubierto.
De ahí, que en el libro Mi Confesión de Carlos Castaño, el jefe paramilitar aterrador, al referirse a Álvaro Uribe en el 2001, con acusadora precisión manifestó que: “la base social de la autodefensa lo considera su candidato presidencial. Álvaro Uribe le conviene al país. ¿Y por qué? Porque “en el fondo es el hombre más cercano a nuestra ideología” (la negrilla es mía).
Colombia conoce los horrores de la conducta delictual cometida por los “Doce Apóstoles”, de Santiago Uribe en concierto para delinquir, que tuvo su apogeo criminal durante el mandato de su hermano Álvaro cuando fue Gobernador de Antioquia. 
Ante la imposibilidad de recibir y de darse un certificado de virtud, el señor Jorge Cuarenta, jefe paramilitar tenebroso, se imaginó que al crear los llamados por él, “distritos electorales”, para elegir al señor Álvaro Uribe Vélez, estaba pretendiendo hacer la luz en Colombia.  Un hipotético nirvana.  Empero. Todo el mundo lo sabe, fue ese periodo del mandato de Uribe, una catástrofe total.  Y bien. No podemos olvidar, que en el sepelio del padre de los Uribe Vélez cayó un diluvio de flores que desde una avioneta de Pablo Escobar el mayor narcotraficante del mundo, se lanzaron para abrumar a Colombia.
Todo esto nos permite advertir que las cabezas de todos los colombianos, están amenazadas en tanto pregonen y practiquen la decencia y la moral.  Es posible que se piense mal de la insistencia en que los valores, tan descaecidos ya, se preserven y se evite un mayor desmoronamiento de los mismos. 
Pero mientras sea necesario defenderlos y salvar el efecto benéfico que tienen en una sociedad, organizada, como por el contrario lo está haciendo el actual gobierno nacional, tendremos que hacerlo en la seguridad de que con ello estamos protegiendo los principios fundamentales que rigen la conducta humana. 
Por eso, creemos indispensable la existencia de una justicia abierta y franca, y no la de un sistema judicial interferido por un sinnúmero de factores que lo tornan inútil y desguarnecido.
Por fin, la justicia colombiana ha procedido a encarcelar al Señor Santiago Uribe a nombre y representación del estado soberano, por la gravedad de los crímenes de los “Doce Apóstoles”,  que no han hecho cosa distinta que violar el orden jurídico y pisotearlo. 
Es un gran paso hacia la paz.  Este Señor es uno de los que la violencia marco. Sólo quiere la guerra como profesión. La guerra, señala Herrera Luque, “regresa al hombre a niveles primitivos” y le devuelve “placeres atávicos” de los que lo privan la paz y la civilización: el crimen, el incendio, el pillaje y la destrucción.
La medida de aseguramiento referida, resalta la dignidad, honradez y coraje de la administración de justicia, por ser su esencia inalterable. En puridad de verdad el verdadero sentido de la vida debe encontrarse en la aplicación correcta de la justicia como en este caso.

                                                                            Columna para: www.Bersoahoy.co

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