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domingo, 1 de enero de 2023

La falsa cultura que atenta contra los colombianos

Por: Bernardo Socha Acosta
Finalizó uno de los meses del año más alegres y bulliciosos (diciembre) que marcan los tiempos de la historia buenos o malos, pero, es necesario decir algo que las personas sensatas y privilegiadas con la civilización del momento van a respaldar y a hallar la razón.

Cuando eso que algunos interpretan como tradición y cultura, pero que no son más que embelecos erróneos y peligrosos comiencen a poner más víctimas mortales, talvez, las autoridades despierten y comiencen a actuar, tarde como siempre, pero ojalá nuestro país algún día tuviera esa oportunidad civilizada y no continuara en la era del más atrasado periodo de los cavernícolas.

Se trata de rechazar y condenar de fondo algo que está causando mucho daño a toda la sociedad, la fauna y en general el medio ambiente, en diferentes formas, y tiene que ver con los estruendosos y aturdidores ruidos que causan la POLVORA y no menos reprobable y abominable escándalo que producen las MOTOS arregladas con infernales escapes.

El exceso de ruido es quizás un fenómeno por el que hay que luchar, porque es otra odiosa, malsana y peligrosa contaminación sonora que afecta a varios órganos de los seres vivos.

La pólvora, que si bien fuera un producto creativo y recreativo ya con artículos modernos para alegrar la vista de las personas, pues sería digno de respaldar y admirar, pero lo que se está utilizando no es más que pilones de artefactos explosivos que al estallar causan zozobra y afectan el sistema nervioso, no solo a las personas, sino de todas las especies, muchas de las cuales mueren por el horror de esos artefactos explosivos que solo se utilizan en las diabólicas guerras.

Pero, no solo los animales mueres por esta degenerada costumbre llamada IGNORANTEMENTE cultura, muchos ancianos y niños han estado a punto de fallecer cuando, de una manera absurda y sorpresiva detonan a media noche uno de esos elementos que causan escozor, alarma e ira, pero no contentos con esta DESGRACIA de la pólvora, aparece circulando un desadaptado fanfarrón encima de una MOTO produciendo el más infernal ruido, como complemento demoniaco a la ensordecedora detonación de la pólvora.

Los ruidos por encima de determinados decibelios están claramente prohibidos porque causan un sinnúmero de enfermedades en la población, ya sea en humanos o en animales.

La locura. Sí; la locura, es una de las gravísimas enfermedades nerviosas, que se están germinando y generando con esos estremecedores ruidos y nada tiene de raro que el resultado de la incapacidad de las autoridades de ponerle control a eso, sean las acciones de hecho que la locura produce.

Las acciones de hecho no están lejos de ocasionar víctimas mortales y cuando menos pensemos vamos a tener sorpresas, como fruto de esta demencial e incontrolada carrera de la contaminación sonora, entre ellas los EXPLOSIVOS con pólvora, y como complemento las destartaladas motocicletas y otros automotores, acondicionadas para causar ELEVADOS ruidos. Y qué dicen las autoridades frente a esto. No dicen nada porque se burlan de las normas vigentes que aprobaron en el congreso para tener un país mejor, pero que son inocuas por incapacidad de quien las deben ejecutar. Les queda grande hacerlas cumplir, y se muestran inactivas como las autoridades de tránsito y la policía, para las motos en concreto, como si le tuvieran miedo a los actores de estos atropellos delictivos.

Y es que los estados de locura de muchas personas, ya se demuestra con la excesiva intolerancia, la sorpresiva agresividad, los altos niveles de depresión, irritabilidad, ansiedad, la respuesta inesperada a cualquier situación cotidiana, y muchos otros estados de ánimo que presentan muchas personas. Y todo porque no hay autoridad para estos casos concretos.

bersoa@hotmail.com

martes, 16 de agosto de 2011

La compleja situación de acceder a los bienes del Estado


Por: Pedro Gerardo Tabares C
Son  ideas elementales las que permiten auscultar en la sociedad las situaciones que permiten la utilización de los bienes públicos bajo el determinante de corrupción.

El tejido social comprende a todas las personas que viven en Colombia.  El trabajador raso no tiene posibilidades de llegar a licitar obras de importancia, porque la facultad de sus presupuestos escasamente le permiten sobrevivir con la esperanza que  a nivel de Estado se hace de la creación de empleo y con base en esto no puede acceder a licitar pues solo presentar las pólizas de garantía se lo impiden. Por eso  la necesidad de que existan empresas que puedan realizar las obras públicas con solvencia que puedan reunir requisitos para acceder a la contratación pública, que de otra parte exige conocimientos que van más allá del simple empleo por parte de quienes elaboran los pliegos para evitar inconsistencias que devienen en sanciones, como lo señalábamos en una época anterior y cuyas consecuencias se observan. En este campo surge la creación de empresas con objeto, exclusivo para determinada licitación, que no obstante, exigir  existencia de empresas con trayectoria en trabajos de la naturaleza de los que se licitan, la antigüedad no se explica como aparece.

Esas grandes empresas por tener la confianza con base en el capital que manejan, mas no del que constan en su constitución, pueden efectuar el giro de negocios a nivel internacional y por ello se pueden consignar en el exterior los valores que reciben de anticipos, que después del tiempo se pretende evitar sin que se tengan mecanismos para recuperar.

 Haciendo la reminiscencia histórica con base en documentos hoy en desuso, en el pasado, ---cuando la maquinaria no era de exigencia- le entregaba el Estado a personas capaces y que por ejemplo, en obras públicas asumían las labores con unos obreros a quienes les entregaban dineros con períodos de semanas, porque había un  director de obras públicas calificado y reconocido en el entorno como buen maestro y trabajador con obreros que lo acompañaban, y pago de jornales. Así se construyeron obras que hoy se determinan como monumentos nacionales. El desarrollo trajo otras costumbres y por ello, es necesario actualizar la legislación, para que dentro de la transparencia, se evite la falsedad de documentos y el monopolio de los bienes estatales. La situación es difícil, pero se pagan muchos dineros por estudios que hacen eruditos, fuera de la realidad nacional.


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