sábado, 25 de febrero de 2023

¿Los “idus de marzo” del petrismo?

Mario González Vargas
Después del agresivo discurso presidencial en el balcón del Palacio de Nariño, y de su epilogo invitando al pueblo a levantarse y a no arrodillarse, cundió por toda la geografía nacional legitima angustia sobre el destino de una democracia que exige ante todo acuerdos y consensos para su perfeccionamiento y supervivencia. Se esperó en los días siguientes voces al interior del Pacto Histórico que desarmaran el radicalismo de su presidente, aseguraran sensatez en la contradicción y facilitaran el trámite razonado en el Congreso de las reformas pretendidas por la nueva administración. Las marchas pacíficas de la oposición así lo auguraban, porque no era hora para sumar rabia e intolerancia a los frentes económicos, sociales, de seguridad y de paz, de por si alterados por las improvisaciones de un gobierno bisoño que a duras penas lidia con el empeoramiento continuo de la vida nacional.

Pero no fue así, y una sensación de soledad empezó a rondar por los despachos del gobierno. El primero en tomar conciencia fue el más intuitivo y avezado navegante de la política en el pacto Histórico, Roy Barreras, quien presentó su nuevo partido, La Fuerza de la Paz, como respuesta a la zozobra, sin esconder su condición de heredero del santismo, su pretendido carácter de apóstol de la moderación y su tarea de acólito del cambio petrista, ingredientes, entre otros, de la pócima milagrosa que le ha permitido migrar constantemente, y con éxito, en el difícil y convulsionado escenario de nuestra política. No es pues un aprendiz de brujo, sino un espontaneo vidente y profeta del porvenir que nos reta a la prueba de ver para creer. Sinuoso, como el que tiene que lidiar con intereses encontrados, había dado puntadas sobre sus pasos, que confirmó con el aliento del expresidente Santos y la variedad en el origen y trayectoria de destacados líderes empresariales, políticos y sociales en el acto bautismal de su nuevo proyecto electoral, oficiado por el señor ministro del interior. Pero todo ese ejercicio de sincretismo político podría tornarse insuficiente para calmar las inquietudes de una ciudadanía confrontada a las angustias de la supervivencia, de la inseguridad rampante, de la estatización y burocratización de las instituciones privadas y de las inercias que ellas engendran, así como al decrecimiento de sus recursos y de sus proyectos y expectativas de vida que hoy asoman en el cercano horizonte de nuestra sociedad. Cada día crece la audiencia de los incrédulos en las artes desgastadas del mundo del poder que solo han contribuido al éxodo de compatriotas valiosos y a la desesperanza de los aparentemente condenados al sufrimiento forzoso. Se siente en las calles crecer el descontento y a su vez la angustia de las sin salidas que al parecer no perciben aún los gobernantes o aspirantes a serlo. En ese escenario deprimente nadie quiere el fracaso de los gobernantes, pero todos sospechan que los ideologismos y la polarización que generan destruyen los vínculos de solidaridad que son propios de la vida en común. ¿Estaremos abocados a los “idus de marzo” del petrismo, sin relevo a la vista?

sábado, 18 de febrero de 2023

Los avatares de una seudo democracia plebiscitaria

Mario González Vargas
El 14 de febrero el presidente Petro, desde el balcón principal del Palacio de Nariño que permite divisar la amplia Plaza de Armas de la residencia presidencial, dio inicio a la presentación de los proyectos de reforma con los que persigue aclimatar el cambio ofrecido en la campaña electoral. Y lo hizo con el desenfadado populismo que lo caracteriza, más interesado en despertar emociones que en ofrecer la comprensión sobre las virtudes y alcances que sus iniciativas aportarían al bienestar de los colombianos. Ahondó en ese ejercicio retórico, tan caro a los caudillos del progresismo continental, que los impulsa a abandonarse al exceso, hasta el delirio, para asegurarse las almas contritas de sus oyentes.

No es ejercicio nuevo en la política, pero si instrumento de perdición de quienes han abusado de él. Los ejemplos abundan en la historia, pero no parecen conmover a los nuevos liderazgos continentales que, como Chávez, Ortega, Maduro, Correa, Evo Morales o la señora Kichner, procuran emular con Fidel Castro que tan solo logró condenar a su pueblo a largos decenios de postración y sufrimiento.

Gustavo Petro se diferencia de sus pares en que no esconde, y si advierte, sobre sus objetivos, quizás para resaltar y desafiar las carencias de la democracia que buscamos perfeccionar los colombianos. Se equivoca al creer que no se le ha prestado atención, convencido de que sus opositores no perciben las propias falencias y sus efectos sobre la conciencia ciudadana. Le puede acarrear costosa desilusión.

Los discursos de balcón deben inducir a los ciudadanos al examen pormenorizado de sus propuestas, porque todas ellas apuntan a la configuración de una sociedad sujeta a un rígido estatismo que termina restringiendo los elementos propios de las democracias liberales; reto que, hasta el día de hoy, con altibajos, siempre hemos enfrentado en libertad y superado gracias a los consensos que hemos sabido alcanzar en las horas más difíciles de nuestra historia.

Las reformas a la salud, laboral, pensional, a la justicia, la paz total, el plan de desarrollo, la ley de sometimiento, y el sinnúmero de facultades extraordinarias que las acompañan, configuran los elementos de la nueva arquitectura y contienen las herramientas para que el presidente las convierta en realidad por su propia voluntad, con el permiso de la callada y genuflexa actitud de los partidos. Despierta legitima preocupación, porque resulta difícil entender que ante la abierta y generosamente difundida voluntad presidencial y de sus aliados ideológicos por concentrar el poder, tan solo un partido se haya declarado en oposición, la que, con pocas pero valiosas excepciones, acude a una comedida prudencia impropia ante los peligros que se confrontan. El presidente, urgido e impaciente, convocó a sus partidarios a las calles para consolidar apoyo a sus metas y designios. En hora buena, porque la respuesta ciudadana del 15 de febrero superó con creces el desalentado apoyo al presidente, y permitió aplicarle al gobernante contundente dosis de su propia medicina. Nuevos liderazgos emergerán en las calles. Si la idea es la de una seudo democracia plebiscitaria, avisado está el gobierno de su más probable desenlace.

sábado, 11 de febrero de 2023

Los servicios de salud de un país deben evolucionar: OMS

Por: Bernardo Socha Acosta
La vinculación de representantes de la Organización Mundial de la Salud -OMS- y Panamericana de la Salud -OPS- a la discusión y debate del proyecto de reforma de la salud en Colombia, fue sin duda una elocuente y decente cachetada a quienes de manera arcaica y torpe se oponen al mejoramiento del sistema.

El pronunciamiento que hizo la vocera de la OMS al término de la reunión con diversos sectores en torno del proyecto, fue un bálsamo y un espaldarazo de la máxima institución mundial, al decir que todos los servicios y con mayor razón la salud, deben actualizarse y EVOLUCIONAR para bien de sus beneficiarios.

Hoy que ya mediante un consenso afortunado se acordó que las EPS que funcionan bien no serán eliminadas y por el contrario serán fortalecidas, el país debe sentirse complacido, porque algunos sectores que no les interesa -al parecer- el bienestar de los colombianos se venían atravesando en el camino de los buenos propósitos, con el fin de impedir la reforma. En qué persona normal puede imaginarse que una reforma como el caso de la salud, sea para desmejorar y afectar al pueblo.

Esas personas que están dizque representando a la sociedad en las corporaciones públicas y especialmente donde se formulan y se aprueban las leyes, cómo quedan ante un país, si después de escuchar a voceros autorizados del nivel mundial dando su apoyo al proyecto, ellos continúan saboteando la propuesta.

El mejoramiento constante del servicio de salud es un imperativo de una sociedad si quiere que sus integrantes tengan una convivencia sana, y pueda ser un país más productivo con mejor bienestar ciudadano.

Ahora que dentro de esos debates de la reforma a la salud, surgió el anuncio de trabajar por una atención de salud preventiva, ojalá que así sea y que dentro de esta campaña se involucren los diferentes estamentos de control y policivos, para que se hagan cumplir normas vigentes como el control efectivo de la contaminación sonora que ya lo mencionábamos, está enloqueciendo a las comunidades y nada hacen las autoridades territoriales por combatir a sus actores.

(bersoa@hotmail.com)

El progresismo y los peligros del ideologismo

Mario González Vargas
El discurso del presidente Biden ante el Congreso de los EEUU responde a las nuevas realidades que afloran en las relaciones entre las superpotencias que hoy conforman el emergente escenario[U1] orbital, y que encontró en el derribo del Balón espía chino el abrebocas perfecto para reseñar la competencia febril que caracterizará al mundo en que vivimos.

Los acontecimientos que precedieron la invasión rusa a Ucrania obedecieron a un escenario desafiante de la hegemonía global que venía ejerciendo los Estados Unidos desde la disolución de la Unión Soviética, y puso en marcha apresurada la configuración de nuevas alianzas, que antes constituían hipótesis probables, pero no cercanas. Biden las asume como realidad, a pesar de las dubitaciones de algunas potencias de la Unión Europea, escépticas sobre la solidez de la alianza China-Rusia y de los cambios que comporta en la escena global., El desencanto fue inmediato, porque Pekin, no solo no condenó la invasión rusa, sino que acusó a los EEUU de “provocar la crisis y de alimentarla con la provisión de armamento a Ucrania con lo que únicamente logra la prolongación y extensión del conflicto”. Al unísono de las acusaciones a los EEUU y a Occidente, las relaciones sino-rusas se han visto consolidadas en el campo comercial con las exportaciones de petróleo, gaz y productos agrícolas rusos a China y la reciprocidad de ésta con la provisión de semiconductores y otros elementos tecnológicos que antes proveía occidente a Moscú, transacciones en rublos y yuans para emanciparse del dólar.

El conflicto armado entre Rusia y Ucrania perdió su carácter limitado de “operación especial”, para convertirse en un amplio escenario de confrontación al que vienen sumándose otros actores, como Irán, que incidirán en otras regiones geográficas, y con ello en la exacerbación, de efectos aún indeterminados, pero no por ello menos ciertos y retadores de una paz en peligro de esfumarse. Así lo expresaron Xi Jinpin y Putin: “China está lista a unirse con Rusia y todas las fuerzas progresistas del mundo que se oponen al hegemonismo y a la política de potencia, y a rechazar todo unilateralismo, proteccionismo e intimidación”.

Sería imprudente, por decir lo menos, ignorar el contenido y alcances que semejante declaración puede significar en las Américas, en las que China, Rusia e Irán hacen presencia comercial y tecnológica en muchos países, pero también con provisión de armamento y asesoría militar. Todo ello hace parte de una estrategia que encuentra echo en los gobiernos “progresistas” en el hemisferio y que ya se traduce en el desinterés de la CELAC en sumarse a la condena de la invasión de Rusia a Ucrania.

La omisión de Biden sobre los efectos en el hemisferio de las realidades emergentes pudo ser circunstancial, pero no por ello dejará de ser tema fundamental de cara a las elecciones presidenciales en EEUU, como también lo será para el futuro de Latinoamérica y de sus democracias que por imperfectas no merecen desaparecer.

El exceso de ideologismo deriva en fanatismo, que siempre ha condenado a la especie humana a la violencia y la autodestrucción.

sábado, 4 de febrero de 2023

Presidente gobierne y no combata

Mario González Vargas
El despertar del gobierno en el 2023 enfrenta turbulencias, inesperadas para muchos afines al gobernante, pero previsibles por el talante del presidente más inclinado a la imposición que a la transacción. Llegada la hora de las grandes reformas, no se percibe la unidad que caracterizó al gobierno y a su mayoría en el Congreso durante el tiempo transcurrido entre su posesión y el final del 2022. Confrontado a emergencias climáticas que han acrecentado las inconformidades en las regiones, a los efectos de una inflación que empobrece por igual a todos y a las improvisaciones en su propuesta de la paz total, enfrenta el aumento exponencial de la inseguridad ciudadana y la paulatina pérdida de confianza en su gestión, y con ello, la imposibilidad de tramitar a pupitrazo limpio sus principales reformas en el Legislativo.

Ha optado entonces el presidente por nuevas formas de comunicación que permitan desplegar una acción más combativa y confrontativa y convertirlas en el pilar de una nueva práctica de gobernanza. Ya no serán las alocuciones desde Palacio, ni los informes sobre las actividades del Consejo de Ministros, ni las entrevistas en los medios de comunicaciones, los instrumentos preferidos para debatir sus proyectos de reforma, o de dar a conocer sus propósitos y sus logros, desestimándolos para favorecer relaciones más directas a través del uso compulsivo y beligerante del twitter y de la manifestación callejera elevada a la categoría de foro predilecto y decisorio del cambio prometido. Son los nuevos instrumentos de la gobernanza convertida en arma intimidante, como si la democracia fuera un escenario de batalla permanente y no de búsqueda de consensos o de acuerdos que privilegien la paz social.

Las alarmas se han prendido legítimamente. Los ministros de mayor experiencia y menor exacerbación ideológica intentan priorizar los debates previos en el Consejo de Ministros para fortalecer los consensos antes de llevar las reformas al Congreso, y los congresistas más curtidos entienden el peligro de deslegitimar a una de la Ramas del Poder Público. La Justicia, a su vez, recuerda la independencia que le es consustancial y fundamento de toda estructura democrática. La Flip también expresó su inquietud en varios mensajes al presidente: “En su cuenta oficial el presidente corrige o reprocha a los medios por como cubren su gobierno. También califica su información como falsa y ha replicado mensajes de terceros que se refieren a la prensa de manera desobligante”; y asimismo señala que “la Corte Constitucional y la Corte IDH han reiterado que los jefes de Estado en ejercicio de sus funciones, tienen limitaciones en su derecho a la libertad de expresión”.

Imponer las reformas que preconiza el ala más radical del Pacto Histórico y sus apoyos, indicaría el peligro de una deriva hacia un régimen autoritario y estatizante, como los que ya se han padecido en el continente en el siglo XX, y a los que escapamos por la capacidad de entendernos al borde del abismo. El cambio no puede convertirse en regresar a un pasado oprobioso. A Petro hay que pedirle que gobierne y no que combata.

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