sábado, 13 de octubre de 2018

Opinión sobre el tratamiento de la educación en Colombia


Columna publicada en www.elespectador.com
(Cortesía enviada por Juan Manuel Ospina)
Primera medida de aceite a Duque
La educación en sus diferentes niveles es el tema de política pública que concita los mayores acuerdos en la sociedad. Educar, desde el preescolar hasta la educación superior, es un proceso de formación de la persona para que pueda desempeñarse de mejor forma en su vida personal y social, al desarrollar sus capacidades, su potencial. Lo anterior es un planteamiento general sin objetores. Los problemas y las diferencias empiezan a aflorar cuando el bello enunciado aterriza en la realidad.
Por la misma naturaleza de la tarea, del proceso de educar, afloran de inmediato dos grandes litigios. El primero, de aumentar las coberturas, confrontado con la calidad de la educación que se ofrece; mientras que lo primero depende fundamentalmente de los recursos económicos disponibles, básicamente presupuestales, la calidad no se resuelve solo con más dinero y los resultados no están a la vuelta de la esquina. Educar no es simplemente expedir títulos, los más posibles; es lograr ser mejor persona y mejor ciudadano, no simplemente tener una mano de obra más especializada y por consiguiente mejor calificada y pagada.
El segundo litigio surge de la naturaleza misma de la educación como un derecho de todos los ciudadanos, un bien público garantizado por el Estado. No significa que deba ser prestado solo por el Estado, pero sí que su centro de gravedad sea la educación pública, con un aporte subsidiario y en muchos aspectos complementario, que nunca sustitutivo. Y la supervisión del Estado debe estar siempre presente, para evitar que se reduzca a ser un negocio rentable para sus dueños y una estafa para quienes pagan una matrícula.
Las marchas de estudiantes y profesores en todas las ciudades del país llamaron la atención sobre las urgencias de la educación en general y de la superior en especial, con un llamado al gobierno Duque para que centre su atención y sus recursos de manera prioritaria y efectiva en la educación y en la investigación. Con este reclamo debería estar de acuerdo un Gobierno que ha reiterado su voluntad de impulsar un proceso de modernización de la sociedad y de la economía a partir de políticas de apoyo a la creatividad y al emprendimiento de los jóvenes, en la línea de la llamada economía naranja; sin un apoyo fuerte y continuado a la educación y la investigación, estaríamos simplemente ante otro discurso que nace muerto, otra buena intención que se ha de llevar el viento.
Implica un cambio del rumbo trazado en el frenesí neoliberal, antiestatista y privatizador del gobierno de César Gaviria cuando se expidió la Ley 30 del 92, que en plata blanca significó congelar en términos reales el presupuesto para la educación superior. Hoy los recursos son los mismos que se tenían hace 26 años, mientras que en el período los cupos aumentaron un 284%, casi triplicándose. En 1993 el Gobierno transfería anualmente 9,7 millones por estudiante; en el 2018 solo el 60% de esa cifra, 5,7 millones. El resultado, un déficit acumulado por el sistema universitario en estos años, que alcanza la escalofriante cifra de $420.000 millones. Menos mal que ya pararon el absurdo programa de Ser Pilo Paga que iba camino de convertir el actual escenario de crisis en uno de catástrofe.
El reclamo de hoy no solo es justo sino necesario para el futuro de una Colombia golpeada y desconcertada, pero que conserva la energía suficiente para avanzar, si el Gobierno la apoya. Acá sabremos los colombianos hasta dónde Iván Duque está dispuesto y en capacidad de hacer realidad sus compromisos. 

jueves, 11 de octubre de 2018

En alerta por el anunciado colapso climático

                     Por Bernardo Socha Acosta
En distintos escenarios se ha venido insistiendo en la necesidad de aprovechar el potencial natural de las energías renovables y limpias, como fórmula para enfrentar en parte  los anuncios de un colapso climático del PLANETA por la grave contaminación ambiental y el calentamiento global provenientes de varios factores entre ellas las fuentes energéticas tradicionales que han venido atesorando poder.
Los anuncios de una grave emanación tóxica que no solo afectará los estándares climáticos sino la vida de la población y de todo ser viviente, no parece despertar una reacción que busque reducir la utilización de los combustibles fósiles para mover la industria automotor.
Los gobiernos municipales en un intento por medio encontrar un alivio temporal programan jornadas de un día sin carro, medidas que son apenas comparables con echar una gota de agua en el mar, porque las medidas a  tomar deben ser de fondo para salvar el medio ambiente ya bastante contaminado.
Será que los gobiernos, nacional y el congreso de la república, para el caso de Colombia, son incapaces de adoptar una legislación que dé vía libre a la utilización de las energías, solar y  eólica? O será que están dominados por los grandes monopolios que comercializan los combustibles generadores de los altos volúmenes de dióxido de carbono.
Según los investigadores, todavía estamos a tiempo de tomar decisiones, teniendo en cuenta que la situación es de vida o muerte. Para los años 2030 (dentro de 11 años) comienza a pasar el límite, la aguja de medición de los grados de calentamiento global, si no se hace algo ya.
La Universidad Industrial de Santander realizó en la última semana un foro Internacional sobre este tema y los conferencistas hicieron precisiones sobre la materia, dejando entre los asistentes un claro concepto sobre las medidas que se deben adoptar  ante los riesgos y amenazas  del calentamiento global.
Por estos días leímos también un informe en el que  una comisión internacional de científicos  sostiene que si el calentamiento global que estamos cruzando, se limitara a 1,5 °C, se lograrían unos niveles aceptables y sería positivo para el futuro del planeta, pero si esa medición estuviera por encima, sería bastante azaroso nuestro futuro. En tal sentido –afirma el estudio- es urgente de los países, hagan cambios inmediatos sin precedentes.
Y en nuestro concepto esos cambios tienen que comenzar con la sustitución de combustibles de fuentes fósiles, por energías renovables y limpias, como la solar y eólica, dos fuentes que abundan en nuestro medio, (por fortuna) gracias a la posición geográfica   que ocupamos en el Planeta tierra.
El freno a esa carrera contaminante que llevamos, la está pidiendo con urgencia la misma naturaleza cuando a menudo  se anuncian los fenómenos meteorológicos inesperados, como los huracanes que ya han dejado arrasadas muchas ciudades.  Y esos fenómenos que dejan lluvias residuales inesperadas, también han causado en Colombia graves catástrofes y todo como fruto de los gigantescos desprendimientos de hielo de la Antártida que caen al mar.  
Y volvemos a insistir, qué ha hecho Colombia desde el gobierno nacional, el Congreso de la república y el sector privado, para el aprovechamiento a tiempo de las energías limpias  que seguramente será un aporte a las urgentes medidas que se deben tomar si queremos frenar el paso de la aguja que indica que estamos en sobrecalentamiento ambiental por la contaminación. Ojalá que cuando lo decida no sea tarde.

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