sábado, 29 de julio de 2023

Eje, desafíos y urgencias de un nuevo país

Mario González Vargas
El presidente Petro en la instalación de las sesiones del Congreso proclamó el fin de la guerra entre el estado y la insurgencia, con la intención de promover su mesiánica tarea de arquitecto de una paz total, ilusoria, sacudida por la violencia que se extiende por el país a manos del Eln, del Estado Mayor Central, de la Nueva Marquetalia, del Clan del Golfo y de las diversas organizaciones criminales que asolan las regiones de Colombia. Estimó necesario archivar la paz inconclusa de Santos para que sombra alguna no afectara la que añora construir a las volandas, sin orden estratégico, pero con premura traducida en perdones mutuos, propios de los que se sienten presbíteros de una misma profecía.

Tarea que puede naufragar en las aguas tormentosas de las elecciones de octubre. Cunden las inquietantes alarmas relativas a las precarias condiciones del certamen electoral. La Defensoría del Pueblo ha señalado que en las 2/3 partes de los municipios peligra el liderazgo de quienes no cuenten con el denominado “aval del monte”. Allí, las banderías criminales seleccionan los candidatos, censan y carnetizan a los electores y ejercen control a través de los líderes comunales, constreñidos a la tarea so pena de muerte, amenaza que se acredita con 23 asesinatos recientes. La contienda será no solamente entre partidos y organizaciones políticas, sino entre los aparatos armados de criminales en pugna, identificados en los réditos políticos que facilitarían sus incorporaciones a la paz total, inmunes, impunes y empoderados en las nuevas estructuras políticas regionales y locales. Estrategia que supera lo acontecido al final del mandato de Samper, que registró el exilio obligado de numerosos alcaldes en las capitales de los departamentos, pero que reincide en la despreocupación del gobierno ante las dramáticas alertas de los gobernadores y alcaldes, abandonados ante la espiral de violencia que enclaustra a los ciudadanos forzados a la conservación de sus vidas.

A ese inseguro destino se suma la desconfianza en el registrador por sus antecedentes en el cargo y en el CNE, que no ofrecen las garantías para unas elecciones libres y transparentes.

El nuevo acuerdo nacional del presidente parece sugerir la reedición del que él mismo dinamitó en ejercicio de su carácter incendiario y que no ofrecía cosa distinta a la repetición del carrusel de prebendas que tanto ha degradado la política nacional y que resulta inaceptable para afrontar los retos del presente.

El eje del futuro del país y de la paz radica en la recuperación del control territorial por parte del Estado, que se ha perdido a lo largo de décadas de ceguera del establecimiento y de violencia de los criminales. Un nuevo diseño de país que fortalezca la descentralización de competencias y de recursos no asoma en las visiones del gobierno ni de las fuerzas políticas. Libertad y Orden no pueden forjarse sin la atribución de esas facultades y de los recursos correspondientes a las autoridades regionales y locales, en un país diverso en riquezas naturales e idiosincrasias de sus gentes.

Venzamos en octubre a los profetas iluminados de catecismos fracasados en los tiempos ya vividos. De ello depende nuestro inmediato destino.

sábado, 22 de julio de 2023

Pocas esperanzas en el congreso de la república


Por Bernardo Socha Acosta
Los colombianos no esperaban encontrar tanto resentimiento, arrogancia y odio político, en el nuevo presidente del Congreso de la república, senador, Iván Leonidas Name.

A partir de un sondeo hecho por este medio tras los actos del 20 de julio, muchos coincidieron en mostrarse extrañados por la posición ofensiva, rencorosa y hostil que expresó apenas asumió el cargo, con un cambio de actitud a la que demostraba antes de su elección.

Sin embargo, no se extrañaron los entrevistados al indicar que ese es el viejo estilo de los políticos que por décadas han pretendido enseñorearse de un organismo como el congreso de la república que debiera ser una fuente de orgullo patrio donde los ciudadanos encontraran admiración, confianza y respeto por la calidad de sus integrantes.

Si bien es cierto que el Congreso de la república es una combinación de voceros de las distintas regiones de Colombia, nadie ignora que esa combinación debiera ser una vocería de lo más selecto y homogéneo en comportamientos, en acciones y pensamientos creativos enriquecedores en favor de un país, carente de todo progreso, pero bien calificado en actos de corrupción, podredumbre que es lo que ha brillado desde muchos años atrás.

Las actitudes nada positivas del nuevo presidente del Senado de la república, organismo legislativo del que los colombianos esperan mucho, dejó la primera imagen de rastra lamentable apenas se inició la legislatura.

A partir de esta demostración de la cabeza del Congreso que va a dirigir una de las ramas del poder público en Colombia, que debiera ser motivo de orgullo patrio, el concepto generalizado es que el país no va recibir lo que los colombianos esperaban ansiosos de un nuevo periodo de trabajo de los legisladores. La presidencia de una célula legislativa como el Senado de la república, uniendo fuerzas con las demás ramas del poder, podría salvar a un país cuyas bases institucionales se encuentran carcomidas por el comején de la ambición politiquera y la voracidad de poder y riqueza de su clase dirigente. Pero esas ilusiones del pueblo colombiano, no dejarán de ser eso, puras ilusiones, si es que los electores no reaccionan para que se aparte del congreso, a todo lo que ha demostrado que no sirve. En manos de los colombianos está el futuro del país, pero para ello hay que limpiar de la polilla a esa rama del poder, llevando dirigentes apasionados por la vida colectiva y el bienestar de todos.

Petro en su laberinto

Mario González Vargas
El país no ha tomado en serio los elementos estructurales de la personalidad del presidente Petro, a pesar de que nunca han permanecido ocultos en sus intervenciones en los debates nacionales y en los foros internacionales. Ello, le ha reportado ventajas para distraer a partidos, gremios y opinión pública en Colombia, y granjeado cierta curiosa atención en las instituciones y audiencias internacionales poco acostumbradas a ejercicios de igual naturaleza. Petro se aprovecha de ello para adormecer a sus respectivos auditorios y gozar de la incredulidad de sus compatriotas y de la educada despreocupación de sus auditores de otros países.

En Colombia nunca ocultó sus metas, sin que sus contradictores tomarán conciencia que procuraría convertirlas en realidades, quizás porque le prestaban la naturaleza ilusoria que predomina hoy en la política nacional. Navega así con comodidad a sabiendas de que sus críticos no lograrían entender que sus palabras son promesas que se esfuman en la vorágine de impunes incumplimientos que hemos sufrido y tolerado por muchos años. Perfecta ilusión de que todo cambie para que todo permanezca igual.

Igual ejercicio ejecutó en la reunión de la Celac y la Unión Europea, en la que desdeñó abordar los temas de fondo de unas relaciones consideradas desiguales e improductivas para las Américas latina y del Caribe, para dar curso a una lección de lo que significa el progresismo en la versión Petro, que él identifica como compartida por las izquierdas americanas. Acusó al capitalismo de haberse convertido en un Frankenstein para nuestros pueblos, que tiene por ejes fundamentales sistemas “caracterizados por la acumulación de capitales alineados con la ganancia de codicia que define el capital y el modo de producir capitalista que ha generado la crisis climática”. Y todo ello, delante de gobernantes de países que al amparo de la democracia en lo político y del capitalismo en lo económico, lograron los mayores índices de progreso social y económico que hace de sus democracias ejemplos de estabilidad, prosperidad y libertades que no se habían logrado en épocas anteriores.

En sus declaraciones en su gira por países europeos insistió retóricamente en los peligros ambientales que amenazan al mundo, en discursos apocalípticos y, por ello, libres de soluciones apropiadas para un mundo con renovadas capacidades científicas para conjurarlos. Replica, así, el relato que usa para consumo interno de redención de políticas, costumbres y creencias que condena, pero que consiente en su propio gobierno, pletórico de impericia, improvisaciones e incapacidades ejecutivas, quizás también animado por la obsecuente actitud de los partidos, más preocupados por las gabelas de sus congresistas que por las legítimas necesidades y aspiraciones de los ciudadanos. Nada lo conmueve ni lo inquieta. Ni los escándalos de corrupción que salpican familiares y políticos próximos al poder, ni la inseguridad que hoy se extiende por todo el país, ni las catástrofes naturales que sesgan vidas, destruyen infraestructuras y condenan a las gentes a desplazamientos inevitables, ni el creciente repudio ciudadano que se está convirtiendo en tsunami que, a falta de oposición de organizaciones partidistas, será talanquera eficaz para impedir su ambición inaudita de supuestamente perfeccionar a su antojo nuestra democracia.

sábado, 15 de julio de 2023

Once meses de gobierno

Mario González Vargas

Transcurridos once meses desde la posesión del presidente Petro, el país vive incertidumbres y angustias que superan las dramáticas vivencias sufridas en el pasado reciente. Nos encontramos frente un desgobierno éticamente cuestionado, que apunta al caos, sumidos en escenarios que el propio gobierno suscita con su pertinaz apego a un credo ideológico que privilegia la realización del dogma de la “destrucción creativa”. Todo ello, bajo la férula de un presidente animado por un espíritu delirante, que supone redentor, y acompañado por una cohorte de ejecutores, inexpertos unos, mediocres otros, que ofician de espalda a los colombianos, a sus pesares y esperanzas.

Ninguna promesa de cambio se ha logrado cumplir. Improvisaciones, reyertas sin causa, despilfarros continuos y usufructo burocrático para familiares y allegados de los altos funcionarios, jalonan sus actividades y desdicen de su talante de gobernante. Sus periplos por el mundo con mensajes apocalípticos y discursos enrevesados, cuando no incomprensibles, despiertan inquietudes sobre su estabilidad emocional y rigurosidad intelectual.

El nuevo Ministerio de la Igualdad se erige como el mayor monumento al despilfarro y a la duplicidad de funciones entre ministerios y agencias del gobierno, que enervarán la debida ejecución de múltiples políticas públicas. Subsidiar a los infantes de las primeras líneas y a los jóvenes perpetradores de la violencia para que depongan las armas, constituye idílica fantasía que resulta devastadora éticamente, inocua políticamente e insostenible financieramente.

La seguridad, valor fundante de toda sociedad, se ha visto destrozada por la aplicación de la política de paz total, la que, con su axioma de ceses al fuego con cada organización criminal, comprendidas las hoy disfrazadas de delincuencia política, pretende hacer olvidar su naturaleza terrorista. Los ceses del fuego con cada una de ellas convierten a la Fuerza Pública en testigo impotente de las guerras entre los beneficiarios del narcotráfico y del control territorial, y auspician los paros armados que castigan a las poblaciones con su obligado confinamiento. Así se multiplican masacres, secuestros, extorsiones, asesinatos y reclutamientos forzados a la población civil, con garantías de total impunidad. Negociar sobre la vida es inaceptable, e innoble resulta la sindicación de responsabilidad del atolondrado ministro de la defensa a la Fuerza Pública, menguada en su pie de fuerza, y constreñida a obedecer al derrotismo asustadizo de quien se encuentra a cargo de la seguridad de los colombianos.

La política exterior tampoco escapa al desenfreno propio de la improvisación y de solidaridades ideológicas, además maltratada por la impericia de quienes la ejecutan. El distanciamiento del canciller con sus funcionarios de carrera, no solo cobró su precio con el penoso fracaso de la reunión convocada sobre la situación de Venezuela, sino que se ha visto acrecentada por las actuaciones y despropósitos de nuestros embajadores en Méjico, Venezuela y Nicaragua que desdicen del profesionalismo de nuestros agentes diplomáticos, construido por años con tino y perseverancia. El país espera que se rectifique el rumbo y se permita diseñar los arquetipos del cambio, lo que exige mejorar lo hasta ahora construido, aunque la creciente retórica agresiva y la incansable pugnacidad del presidente no lo predice. El 20 de julio lo sabremos.

sábado, 8 de julio de 2023

Sin guardianes en la heredad

Mario González Vargas
Los audios de las conversaciones entre Oscar Iván Zuluaga y Daniel García publicados por la revista Semana, no solo develan reconocimiento de responsabilidad del ilícito usufructo de los dineros de Odebrecht en el debate presidencial de 2014, sino también evidencian las falencias en el diseño y trabajos de las dos entidades responsables de los procesos electorales, y se suman a las amenazas de violencia que hoy se ciernen sobre las elecciones regionales de octubre de este año.

La Registraduría Nacional del Estado Civil y el Consejo Nacional Electoral no han dejado de sembrar inquietudes e incertidumbres sobre la necesaria transparencia de las elecciones, indispensable para la legitimidad de las autoridades del Ejecutivo y el Legislativo. No se ha logrado disipar, sino acrecentar, las sombras que cobijan sus acciones y decisiones.

Las grabaciones de marras confirman la opacidad que cubre las contiendas electorales, seguramente auspiciada por el errático diseño de las instituciones concernidas y aprovechada por los distintos actores de los procesos eleccionarios. Por ello, no dejó de inquietar que el Congreso resignara la posibilidad de mejorar el sistema, con la aprobación de una reforma electoral de la mano del registrador y expresidente del CNE que más dudas ha despertado en el ejercicio de sus altas responsabilidades.

La reforma se inspira en el clientelismo burocrático, tan caro a las mayorías congresionales. En efecto, consagra el libre nombramiento y remoción de toda la nómina de la Registraduría, en detrimento de los concursos de méritos; establece una contratación libre de requisitos y escrutinio, cuando atañe a su carácter misional -entre ellos el software de conteo de votos-, bajo el manto del concepto de seguridad nacional; introduce el voto electrónico, desestimado por vulnerable por muchos países europeos; adopta la financiación a través de plataformas electrónicas, con lo que exonera de responsabilidad a los candidatos en casos de dineros provenientes de actividades ilícitas; instituye el control previo del CNE a las encuestas de opinión; y levanta el veto a la participación de los candidatos sancionados por los órganos de control.

Toda una panoplia de instrumentos para evadir controles y convertir al registrador y a sus funcionarios en los sospechosos árbitros de todo proceso electoral, y al CNE en su validador, sin herramientas ni voluntad para enmendar y corregir, como ha sido siempre su papel por razón de su diseño en su integración y competencias. No escandalizan los audios en los que Alexander Vega habla de la necesidad de tablas entre los candidatos presidenciales del 2014 en relación con la financiación oculta de Odebrecht. Resulta apenas natural la incredulidad que acompaña la investigación del CNE sobre la campaña de Petro. Nos aprestamos a vivir las elecciones más violentas de este siglo, con los árbitros menos confiables y un gobierno impávido ante las angustias ciudadanas y sus previsibles consecuencias. Las organizaciones criminales dictarán impunemente su ley en vastos territorios, corolario obligado del delirio mesiánico del gobernante y de una oposición huérfana de autocrítica. Síntomas de la degradación de la política que parece condenarnos al desastre. Carecemos de guardianes en la heredad.

domingo, 2 de julio de 2023

El arrepentimiento del juego de cartas seria tarde

Por Bernardo Socha Acosta

Un peligroso juego de cartas, que comenzó a agitar un excandidato presidencial que ha ocupado todos los cargos del estado colombiano, no parece una decisión apropiada y cuerda, hoy que los viejos partidos políticos están en camino de demolición por sus propias acciones, por su caduca inoperancia y la implacable corrupción, que ha generado todos los males que hoy tiene este país.

Y lo que se propone ese llamado jefe de una fracción política, (apéndice liberal), es nada menos que incendiar al país, porque las condiciones no están dadas para que los viejos caciques intenten aplicar la dictadura que se hizo por tantos años con un pueblo arrodillado pidiéndole migajas a unos cuantos llamados jefes de los partidos. Pero aun más si ese señor intenta desesperadamente rencaucharse con estas maniobras, hay el temor de que este padeciendo un desequilibrio mental. 

Si los movimientos políticos acceden a la convocatoria desesperada que ha hecho ese aparente dirigente para enfrentar al gobierno, estarían demostrando su debilidad y se convertirían como mansas ovejas de camino al matadero, fáciles de manejar.

Pero aún más, esa obediencia de políticos, sería un peligroso desafío contra más de 11 millones de colombianos, que no estarían dispuestos a dejarse irrespetar por un solo político que ha tenido todas las oportunidades en años atrás para demostrar su libre albedrio por el progreso del país. Pero parece que ese deseo de gobernar, ha sido solo para fortalecer intereses personales porque, Colombia no recuerda haber recibido acciones filantrópicas, de las que quizás sus antepasados si cumplieron. Ahora se aprovecha de los apellidos de quienes, si representaron con decoro a los colombianos.

Y si el país comienza un camino nefasto, no es por acciones del gobierno, sino por la mezquindad de ese político y sus seguidores. Si Colombia comienza a transitar senderos PEORES que los que han dejado los gobiernos pasados, la continuidad de la peor violencia, no está lejos.

Es que lamentablemente los gobiernos pasados han tenido todas las oportunidades para ganarse a los conglomerados sociales y tener a Colombia como uno de los países latinoamericanos modelo ante el mundo aprovechando tanta riqueza material y humana, pero esos mandatarios han gobernado para unos pocos y quienes han sido marginados, hoy están reclamando y dispuestos a defender sus derechos.

La destrucción de los partidos conservador y liberal, y de los nuevos grupitos como, Centro Democrático, Cambio Radical y la U, ha generado nuevas alternativas que hoy comienzan a mostrarse como bases para lograr los cambios que la sociedad ha reclamado desde hace más de 60 años cuando nacieron los grupos armados para enfrentar al país de los abusadores del poder.

No es que el pueblo rechace los poderes políticos y económicos. Lo que el pueblo rechaza es el abuso que han tratado de imponer, con el esfuerzo tributario de todos.

Hoy el pueblo no aguanta más abusos y lo que está tratando de organizar ese excandidato presidencial (un frente contra el gobierno) es otro de los abusos a los que está acostumbrado a manipular, pero esta vez el pueblo también responderá como debe ser.

Esta vez el pueblo le dirá: NO SE EQUIVOQUE, que Colombia hoy tiene un nuevo pensamiento; no el pensamiento del conformismo y la mansedumbre de esclavitud que había instaurado el poder impositivo. Ese juego de cartas del señor… excandidato, terminará en un incendio del que todos los políticos se arrepentirían si se cumpliera.

sábado, 1 de julio de 2023

'Un pequeño cambio en la cabeza'

ENTRE LA OPOSICIÓN Y EL ESTORBO


Arturo Guerrero
(columnista)

Tomado de El Espectador

No se hace oposición, se hace sabotaje para conseguir o recuperar el poder. No se busca aportar al bien común, se falsea, se dan palos de ciego con tal de desprestigiar al contendor. Se hacen montajes de protesta, no para arreglar algo, sino para acusar dónde duelen los golpes.

No esperan ni un par de meses luego de la posesión del adversario, para lanzar a las calles en su contra pequeñas pancartas, consignas copiadas de lo que oían cuando ellos eran todo, noticias falsas sobre médicos cubanos. Dejan ver una angustia de viudez. Son los deudos de la autoridad y se comportan sin la dignidad con que los poetas elogian a los vencidos.

Si su afán fuera el bienestar de las mayorías, habrían hallado instancias desde donde plantear su aporte patriótico. Pero no, más bien profieren lloros ante su leche derramada. Y dejan notar un deseo libidinoso por recuperar al menos dentro de cuatro años, ojalá antes, las prebendas heredadas desde cuando nacieron los bisabuelos.

No son oposición, son estorbo. Nunca entendieron aquel cartel puesto hace rato en una reja y llevado luego a Twitter: “Lo que le pasa al país es que la solución está en manos del problema”. Hoy dejaron de ser el problema, al menos en lo referente al poder ejecutivo, pero se siguen negando a contribuir a la solución.

Y podrían hacerlo. ¿Cómo? Aprendiendo de la historia. Admitiendo que después de dos siglos de dormitar sobre la herencia y los dividendos, hoy quienes nunca tuvieron herencia ni dividendos sueñan por fin con un sitio donde sea vivible la vida y despejado el porvenir para sus vástagos.

Muy pocos quieren arrasar con la minoría hoy en desbandada. La mayoría de los hambrientos es gente que sabe rendir la sopa y la aguapanela para que todos se acuesten sin un vacío en el considere. Si pusieran su ardor en esta vasta pobrería, los opositores de hoy sumarían sus destrezas seculares para empujar el carro común hacia un destino tolerable.

Les convendría dar oídos al escritor gringo John Buroughs quien a fines del XIX sentenció: “El enorme error que cometemos es suponer que, como un poco de dinero es algo bueno, una cantidad ilimitada es la suma de todo lo bueno”. Ojo, ya ustedes tuvieron un poco y una cantidad ilimitada de dinero, es hora entonces de que se pregunten dónde está la suma de todo lo bueno. Más les vale pasarse del problema a la solución.

No es para que dejen de ser oposición. Es para que dejen de ser estorbo y comiencen a pensar en función de la pequeña humanidad que les correspondió como compatriotas. Cesar de lamentar la pérdida del poder y empezar a preguntarse, como Echandía, el poder para qué.

No poner palos en la rueda del carruaje, hoy conducido por otro, sino instigar hacia la coronación del viaje a un estado en que cada cual por fin experimente para qué fueron puestos estos montes, estos ríos, estas flores, estas canciones, al alcance de todos. Sería un pequeño cambio en la cabeza, pero una enorme ganancia en todo el cuerpo.

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