sábado, 26 de marzo de 2016
Fútbol y fanatismo
Trafugario
Por: José Óscar Fajardo
Hace unos años publiqué una
columna en esta misma tribuna en la cual le contaba a los lectores que un
sicoanalista alemán había afirmado que el fútbol era el deporte de las grandes
masas porque las grandes masas eran energúmenas e indiscutiblemente brutas. De
la misma manera el profesor proponía que, por causas contrarias, el ajedrez era
el deporte de las minorías, precisamente porque necesitaba en los individuos
que lo practicaban, procesos mentales muy similares a los de las matemáticas. Y
ese es el dolor de muela de muchos estudiantes en el mundo, sobre todo en los
colombianos donde según las pruebas Pisa, somos unas miserias humanas en el
mapa de las derivadas y de las integrales, de los campos escalares y de los
vectoriales y para qué decir más. Yo no es que esté totalmente de acuerdo con
ese imaginario sicoanalista porque fue un invento de un personaje de una de mis
novelas, pero sí veo que el concepto tiene mucho de verídico. Si bien es cierto
que el premio Nobel de literatura Albert Camus, autor entre otros relatos de El
Extranjero, y el más joven en recibir tal galardón, era un aficionado del fútbol
de pies a cabeza, nunca se supo si era en realidad un fanático. Del connotado
exfutbolista argentino Jorge Valdano,
autor de siete libros y además mundialista junto con Diego Maradona y otros,
tampoco se ha sabido jamás que fuera un fanático.
Lo mismo podría decirse de
otro montón de intelectuales del mundo entre los que también se cuenta el escritor Eduardo Galeano, autor de Las
venas abiertas de América Latina, y de los que claramente uno puede afirmar,
así por simple inspección, que de ninguna manera eran fanáticos del deporte de
las grandes masas. Pero que las grandes masas son el terreno abonado para todo
tipo de fanatismos y no sólo del fútbol, es una verdad de Perogrullo que
fácilmente puede calificarse como axioma. La suma de las partes es igual al
todo. La política y la religión, por decir algo. Después de ver el partido de
la selección Colombia el jueves anterior, una niña de unos diez años decía
agresiva que, “Ese Pekerman era un burro por los cambios tan pichurrias que
había hecho”. Yo estoy seguro que ese concepto no es producto de su
razonamiento lógico sino que, seguramente lo escuchó de un fanático. O puede
ser también el resultado de “El efecto de las redes sociales y la TV en los
niños”, conferencia que he dictado en muchos colegios y varias universidades
del país. De todas maneras no es más que una forma de fanatismo exacerbado. Es
un comportamiento obsesivo adquirido porque, estoy totalmente seguro, reitero,
esa nena que todavía huele a tetero rancio, no elabora esos conceptos.
Que a los niños les guste el
deporte y sobre todo el fútbol y sientan nuestra selección, me parece un enorme
progreso cultural porque los deportes, como las Bellas Artes y las ciencias,
son las más prolijas manifestaciones de la racionalidad de los seres humanos.
Cosa muy diferente es el fanatismo imbécil, irracional y perverso. Un individuo
fanático puede convertirse fácilmente en un delincuente. El fanatismo es la
base “filosófica” fundamental para el caudillismo y este es el caballo
apocalíptico de cualquier sistema político y en efecto de la democracia. El
fanático, que puede ser religioso, político, deportivo, del sexo, del dinero,
es un paranoico obsesivo capaz de llegar a conductas criminales con tal de ver
satisfechos sus deseos o sus intereses. El fanatismo es lo que hace que un
“hooligan” mate a una persona indefensa sencillamente porque habló mal de su
equipo.
Publicado por
Bernardo Socha Acosta
en
4:18 p.m.
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martes, 22 de marzo de 2016
ABYECCION
El delito es: “una conducta
típica, antijurídica y síquicamente referible a un sujeto”.
El acto o conducta debe
desarrollar en el mundo de los acontecimientos, del ser y el existir, todas y
cada una de las características objetivas de la facti-species o tipo
legal-penal. El acuerdo o
correspondencia del hecho (delito acontecimiento) con el tipo legal
(delito-instituto jurídico) es lo que se llama la “tipicidad”. El tipo jurídico es el punto de partida para
el estudio de la teoría general del delito y este consiste, en el conjunto de
los elementos descritos es una norma penal que debe caracterizar el hecho
humano prohibido u ordenado por la ley penal.
De esto se deduce que en todo
delito se debe descubrir el tipo de la conducta, el tipo de la referibilidad
síquica y el tipo de la antijuridicidad.
Entiende la doctrina que son
autores todos los que contribuyen eficientemente en la comisión de la conducta
punible, con conocimiento y voluntad de perpetrarla. Así puede predicarse, de la solidaridad de
los eufemísticamente llamados “Doce Apóstoles”, grupo paramilitar dedicado a
asesinar a quienes señalaba como colaboradores de la guerrilla, crímenes
horripilantes de lesa humanidad. Grupo
cofundado por el señor Santiago Uribe, hermano del expresidente, Álvaro Uribe,
con unos poderes tenebrosos, gigantescos, terroristas, según el conocimiento
social que tuvo y tiene Colombia. La
conservación de lo malo en la duda de lo bueno, un drama ético profundo. Son desalmados, y la muerte horrenda que los
paramilitares han dado a tanta gente, produce escalofrío. Ni hablar del barrido que han hecho de la
intelectualidad independiente. Decir que
son genocidas no debe tapar el sol con las manos: los paramilitares son un
fenómeno militar, social y político.
Como lo mostraron informes
publicados por la prensa, la Fundación Progresar y otras ONG, más que luchar
entre grupos armados, lo que hubo en esos años fue una campaña de exterminio
por parte de los “paras” contra sectores sociales específicos, buscando el
control de toda una sociedad. A narcos
tradicionales se sumaron nuevos personajes, y todos tejieron alianzas con los
paramilitares. Inyectaron en la política
sumas millonarias, ganado control en alcaldías, consejos y asambleas,
capturando dineros públicos y negocios ilegales, comprando la seguridad
ciudadana, adquiriendo tierras y construyendo viviendas que rememoran la
ostentación de los Gacha y Escobar.
Lo único que faltaba por esas
épocas, al tétrico panorama de corrupción que ha tenido desde hace años el
sector de la salud, hay que sumarle que desde el 2004, lo dineros destinados a
proteger la de los doce millones de colombianos más pobres fueron a parar a las
arcas de los paramilitares y terminaron siendo utilizados para comprar armas,
alimentar el narco tráfico y engendrar aún más la guerra.
El Señor Santiago Uribe,
arreció con otros, los vendavales de la inmoralidad y la violencia como las
tormentas de la subversión.
Colombia no quería advertir
los peligros que nos amenazaban, los abismos insondables que estábamos
orillando. Éramos indiferentes a las
claudicaciones, a la iniquidad que estaban al descubierto.
De ahí, que en el libro Mi
Confesión de Carlos Castaño, el jefe paramilitar aterrador, al referirse a
Álvaro Uribe en el 2001, con acusadora precisión manifestó que: “la base social
de la autodefensa lo considera su candidato presidencial. Álvaro Uribe le
conviene al país. ¿Y por qué? Porque “en el fondo es el hombre más cercano a
nuestra ideología” (la negrilla es mía).
Colombia conoce los horrores
de la conducta delictual cometida por los “Doce Apóstoles”, de Santiago Uribe
en concierto para delinquir, que tuvo su apogeo criminal durante el mandato de
su hermano Álvaro cuando fue Gobernador de Antioquia.
Ante la imposibilidad de
recibir y de darse un certificado de virtud, el señor Jorge Cuarenta, jefe
paramilitar tenebroso, se imaginó que al crear los llamados por él, “distritos
electorales”, para elegir al señor Álvaro Uribe Vélez, estaba pretendiendo
hacer la luz en Colombia. Un hipotético
nirvana. Empero. Todo el mundo lo sabe, fue
ese periodo del mandato de Uribe, una catástrofe total. Y bien. No podemos olvidar, que en el sepelio
del padre de los Uribe Vélez cayó un diluvio de flores que desde una avioneta
de Pablo Escobar el mayor narcotraficante del mundo, se lanzaron para abrumar a
Colombia.
Todo esto nos permite advertir
que las cabezas de todos los colombianos, están amenazadas en tanto pregonen y
practiquen la decencia y la moral. Es
posible que se piense mal de la insistencia en que los valores, tan descaecidos
ya, se preserven y se evite un mayor desmoronamiento de los mismos.
Pero mientras sea necesario
defenderlos y salvar el efecto benéfico que tienen en una sociedad, organizada,
como por el contrario lo está haciendo el actual gobierno nacional, tendremos
que hacerlo en la seguridad de que con ello estamos protegiendo los principios
fundamentales que rigen la conducta humana.
Por eso, creemos indispensable
la existencia de una justicia abierta y franca, y no la de un sistema judicial
interferido por un sinnúmero de factores que lo tornan inútil y desguarnecido.
Por fin, la justicia
colombiana ha procedido a encarcelar al Señor Santiago Uribe a nombre y
representación del estado soberano, por la gravedad de los crímenes de los
“Doce Apóstoles”, que no han hecho cosa
distinta que violar el orden jurídico y pisotearlo.
Es un gran paso hacia la
paz. Este Señor es uno de los que la
violencia marco. Sólo quiere la guerra como profesión. La guerra, señala
Herrera Luque, “regresa al hombre a niveles primitivos” y le devuelve “placeres
atávicos” de los que lo privan la paz y la civilización: el crimen, el
incendio, el pillaje y la destrucción.
La medida de aseguramiento
referida, resalta la dignidad, honradez y coraje de la administración de
justicia, por ser su esencia inalterable. En puridad de verdad el verdadero
sentido de la vida debe encontrarse en la aplicación correcta de la justicia
como en este caso.
Columna para: www.Bersoahoy.co
Publicado por
Bernardo Socha Acosta
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5:38 p.m.
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lunes, 21 de marzo de 2016
Lo que podría ser una simple coincidencia tributaria
El siguiente artículo tiene
mucha relación con lo que le viene ocurriendo a Colombia con la famosa
recomendación de unos llamados ‘expertos’ que le piden al gobierno que realice
una Reforma Tributaria para que tape el millonario hueco fiscal, que todos
sabemos es fruto de la rampante corrupción que se ha enquistado en los últimos
años, principalmente en la contratación oficial. Y damos a conocer ese
documento que aun cuando fue escrito sobre un país suramericano, cae muy bien
para Colombia, como una simple coincidencia. Leámoslo…
Tomado de la Fundación Atlas
Autor: Roberto Cachanosky
Argentina: Bajar la presión tributaria ya
A propósito del gradualismo
económico que se debate en estos días, se presenta una situación curiosa. Se
argumenta que hay que bajar gradualmente el gasto público para evitar una
crisis social. Ahora bien, siendo que el gasto público se financia con
impuestos o bien con el impuesto inflacionario, la pregunta es: ¿por qué el
contribuyente, que soporta una asfixiante carga tributaria puede seguir
perdiendo nivel de vida y soportarlo sin que se produzca una crisis social y el
que vive sin producir a costa del contribuyente no puede esperar? ¿Acaso el que
vive a costa del contribuyente tiene alguna prerrogativa ante la ley, lo cual
sería inconstitucional? No se entiende por qué el contribuyente tiene que
seguir siendo explotado por el ñoqui o por el que vive de subsidios como si
fuera su derecho a ser mantenido indefinidamente porque si el ñoqui o el
subsidiado tienen que buscar un trabajo sería una política de ajuste. Una
actitud de falta de solidaridad.
Acá hay una muy mala
interpretación de lo que significa bajar el gasto público. En primer lugar no
es solo hacer que los ñoquis vayan a trabajar, algo que, en todo caso, sería un
acto de justicia, también es decirle a quienes reciben subsidios sociales que
no los van a recibir para siempre, que tienen que re-empadronarse y que en caso
de surgir algún trabajo acorde a sus habilidades tendrá dos opciones: a) tomar
el trabajo, cobrar el sueldo y además el 50% del subsidio por 6 meses o b) si
no toma el trabajo automáticamente deja de cobrar el subsidio.
Por otro lado, bastante gasto
público se podría podar mediante una revisión de los contratos de obra pública
que, en muchos casos, han sido verdaderos bolsones de corrupción.
Resulta realmente disparatado
que a los ñoquis que están en el estado viviendo del trabajo ajeno le ajusten
los salarios por inflación y a los contribuyentes que pagamos ganancias o
bienes personales nos tengan con mínimos no imponibles de 14 años atrás sin
indexar. No se entiende por qué en un caso se denuncia costo social y en el
caso de los que producimos y somos exprimidos con impuestos no tengamos costo
social. Leer más
Publicado por
Bernardo Socha Acosta
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3:50 p.m.
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Si así fuera todo
Trafugario
Por: José Óscar Fajardo
A raíz de los sucesos
producidos como muestra única de unidad nacional, dada la advertencia de la CPI
de tener jurisdicción para juzgar a Colombia ante la nueva arremetida que
prepara Nicaragua, cualquier compatriota mínimo queda sorprendido ante este
hecho sin precedentes. Que todos los partidos políticos hayan enfilado sus
alfiles contra la tal Corte sin ninguna condición, es como para no creerlo así
a la bulla de los tarros. Lo mismo ocurrió con los gremios económicos, con las
agremiaciones sindicales y con todos los inconformes del país como si en
realidad todos nos tapáramos democráticamente con una sola cobija. De tal
manera yo llego a creer que en cualquier rincón del mundo están pensando que en
Colombia ha surgido una nueva democracia. Pues es inocultable que la CPI lo
único que consiguió fue una unidad nacional que no se veía desde los tiempos en
el gitano Melquíades llevó el imán a Macondo. Si así fuera todo de verdad. Pero
de todo sueño uno tiene qué despertar. Pues por esos mismos días, para no decir
que el mismo día, las manifestaciones y cadena de protestas en las principales
ciudades del país reclamando justicia social, hablan de unos mil trenes en
contravía. En los periódicos se leía que Colombia ya no era el país más feliz
del mundo porque eso se había comprobado en las encuestas que realiza un
organismo mundial. Pues Colombia no es como Macondo porque el pueblo de los
Buendía es demasiado lírico y tiene a Remedios La Bella y a Amaranta y a José
Arcadio y además es una aldea demasiado alegre. En cambio la Colombia no ficción
es amarga y demasiado triste. Cómo no va a ser triste un país donde en el
proyecto de Reficar se diluyen en el infinito como lo hizo Remedios La Bella en
Cien años de soledad, cuatro mil quinientos millones de dólares, plata
suficiente para reparar toda la salud y toda la educación de los colombianos, y
no obstante todo el pueblo está “coprofagiado” de la risa. Y un tarado, a nivel
nacional sale a decir en la revista Semana que no hay que reparar en el
sobrecosto del proyecto, “sino en los fantásticos beneficios que esa enorme obra le trae al país”. Y lo
verraco es que todos vuelven y sueltan la carcajada y se quedan muertos de la
risa. Y en un periódico regional aparece la noticia que la Fiscalía se toma la
Gobernación de Santander para averiguar por todas las atrocidades de la
anterior administración y ahí sí no hay el consenso departamental para que
castiguen al responsable. Lo mismo ocurrió en todos los departamentos y en
todos los municipios del país y de nuevo todos muertos de la risa. A mí
personalmente me gustaría y vería más lógico que, esa unidad nacional se diera
en torno a resolver los verdaderos problemas de los colombianos, o por lo menos
a tratar de resolverlos. Cómo sería de bacano, por solo decir algo sin ninguna
mala intención, que humanizaran la justicia, la salud, la educación y el
derecho al trabajo. Con eso no más dejaríamos de ser un poco menos antropoides.
O premodernos. Es que ya cogieron la maña de echarle la culpa de todos los
problemas administrativos y de corrupción, al fenómeno del niño. En La Guajira
desviaron el río Ranchería para favorecer una empresa extranjera y a una
tracamanada de empresarios “prostatíticos” dejando a los Wayú alevosa y
criminalmente sin una gota de agua y dijeron que se había secado por el
fenómeno del niño. Ñerda cuadro, la vaina está tesa y todos muertos de la
risa.
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Bernardo Socha Acosta
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11:16 a.m.
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martes, 15 de marzo de 2016
¿Qué podemos esperar con las zonas de concentración?
Al querer hablar del Proceso
de Paz es inevitable llegar a sentir preocupación y más aún cuando se trata de
las zonas de concentración, ya que en algunos informes no oficiales, se han
mencionado a los departamentos de Antioquia, Chocó, Putumayo, Caquetá, Norte De
Santander, Arauca Y Meta, como las siete posibles zonas donde se ubicarían
regiones que tienen un factor común, son fronterizas.
Los antecedentes y expertos
han hecho mucho énfasis en el riesgo que se correría al disponer de estas
regiones como zonas de concentración, para mí, el mayor peligro de ubicarlos cerca de las
fronteras es que, de producirse una ruptura en los diálogos, ellos puedan
llegar a dedicarse con mayor fuerza al negocio del narcotráfico, cosa que no
podemos permitir.
Es necesario que los
colombianos conozcamos la verdadera situación frente a las posibles alianzas
que se están dando entre las FARC y el ELN en algunas zonas del país, entre
ellas, los departamentos donde estarían ubicadas las zonas de concentración, lo
que pondría en peligro el desarrollo del acuerdo firmado en La Habana, debido
que aunque con las FARC, existirían reglas claras, sin una negociación con el
ELN siempre he reiterado que estamos ante un proceso de paz a medias.
He sido reiterativo frente a
mi posición en el tema, quiero que en Colombia reine la paz y que acabemos con
los más de 60 años de conflicto armado, pero no pienso ser cómplice de una mala
decisión que tome el Gobierno Nacional, como nos ha pasado en otros casos en
los que hemos perdido Soberanía Marítima, (Fallo de la Haya), Soberanía
Energética, (Venta de Isagén).
Por ultimo quiero dejar en
claro que para que exista un verdadero acuerdo se debe exigir la entrega
verificada de las armas, así mismo la completa erradicación de los cultivos
ilícitos, el Narcotráfico no puede considerarse conexo al delito político y ser
anmistiable.
Remitido de: Katherín Suárez
Ruiz - Jefe de Prensa Ssenador Mauricio Aguilar Hurtado
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Bernardo Socha Acosta
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9:42 a.m.
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sábado, 12 de marzo de 2016
Candidato donando trompadas: Presente
Trafugario
Aunque ustedes no lo crean, me
puse en la tarea dispendiosa de buscar el origen etimológico del nombre del
mono antropomorfo más peligroso del planeta de los simios. Donald Trump traduce
al español algo así como “Donando Trompadas”. Les ruego el favor que no tomen
esto como un cuento de ficción o como una opinión emitida por el Chapulín
Colorado porque de ninguna manera es así. Lo que aquí se escribe es el producto
de una investigación exhaustivamente científica, llevada a cabo en los
Laboratorios de Propulsión a Churrias, de la Nasa, EE UU de América. Así como
que habla el preclaro candidato con toda su candidez. Resultado de la
investigación: Donando Trompadas nació en una ciudad de los EE UU de cuyo
nombre nadie quiere acordarse. A una abrumadora mayoría, estadísticamente, le
da pánico. Este muchacho hizo la primaria en una vereda del lejano oeste, así
él diga que no porque por uno hablan son sus actitudes, y a los ocho años ya le
había adaptado dos cañones más a su escopeta de dos cañones. Es decir, le pegaba
con ambas piernas. Donando Trompadas también se hizo famoso porque a esa edad,
ya lo “esquizofrenizaba” el deseo perverso de tener tesoros, obtenidos a puño y
pata, cuchillo y machete, en cualquier lugar del planeta. Sus biógrafos han
llegado a pensar que pudo haber nacido en la vereda de Pueblo Arrecho, adscrita
al municipio de Güepsa, o en La Venta, Matemora o el El Polvero, en el pacífico
sur de Santander. Muy pacífico, por cierto. Algunos historiadores que lo
admiran (como a Lucifer) afirman que por el color de la piel y de su dorada
pelusa, Donando Trompadas podría llegar a tener una pesada carga genética no se
sabe a ciencia cierta si de Ario, de Eslavo o de caballo de carreras. No se
sabe. Lo que sí es verídico científicamente, es que en realidad, tampoco se
sabe si es por su bajo coeficiente intelectual, él sí se cree “hijo legítimo de
dios”, y de hecho su representante constitucional aquí en La Tierra. Otros
biógrafos más avezados todavía, afirman a pies juntillas que su madre lo
alimentaba juiciosamente con leche materna, pero el problema es que ella
ingería consuetudinariamente, caldo de alacrán, huevos batidos de Mapaná, jugo
de Tarántula y papas explosivas fritas. Y antes de acostarse bebía una copita
de una infusión de gasolina etílica o de ácido de batería. Esto afirman,
reitero, biógrafos que lo idolatran. El acendrado antisemitismo de Hitler, a
quien añora tanto Donando Trompadas, él lo convirtió en odio profundo hacia los
musulmanes, de quienes plantea, hay que matarles hasta la familia, y a los
latinoamericanos, más que todo de Méjico. Leyó desde niño a Marcial Lafuente
Stefanía, donde aprendió a disparar escopetas en pleno galope para matar indios
Pielrojas porque no le eran simpáticos. Como es racista con agallas de hiena,
en una ocasión una profesora del High School le preguntó por qué su
admirado Hitler había asesinado tantos judíos, y dizque él muy orondo le
respondió: “Porque no sabía de los negros”. También, cuando muchachito, era
asiduo lector de los cuentos del Doctor Mortis y nunca se perdió una película
de El Conde Drácula. Este tanático candidato presidencial de los EE UU fue
aficionado en su juventud al teatro clásico y en todas las obras que montó,
siempre desempeñó el rol de Jack el destripador. Dicen los periodistas que lo han
entrevistado, que Donando Trompadas de lejos parece que fuera una legítima
“coscorria”, pero que en cambio de cerca, no queda la menor duda. Stephen
Hawking le dice “pichurria”.
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Bernardo Socha Acosta
en
4:38 p.m.
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Columna de Opinión sobre captura de don Santiago
Me declaro en rebelión
Tomado de Revista Semana
por DANIEL SAMPER OSPINA
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Foto: Archivo |
Dirán que me he vuelto
sentimental, pero cuando vi a esa bancada ahí, arengando en el vacío, como
pollitos sin gallina, se me partió el corazón.
Tengo una hija que está
próxima a hacer la primera comunión y con ella me encontraba viendo el
noticiero cuando informaron de la captura de Santiago Uribe.
–¿Ese señor era el jefe de los
12 apóstoles? –preguntó perpleja.
–Aparentemente –le respondí.
–¿Pero acaso no era Jesús, es
decir, el Mesías?
–Pues el Mesías está
reflexionando en su tristeza, pero el jefe era este…
–¿Y cómo se llama?
–Santiago…
–Qué raro –dijo ella–: el
profesor de catequesis nos enseñó que Santiago era uno de los apóstoles, pero
no el jefe…
–¿Y quién es el profesor de
catequesis? –indagué.
–El curita.
–¿César Mauricio Velásquez?
¿Está en el país, para avisar a las autoridades?
En ese momento intervino mi
mujer para salvar la situación.
–Ese señor –le explicó– no es
el jefe de los 12 apóstoles…
–Eso está por verse –intervine
yo–: pregúntale a Olga Behar…
–No, porque el verdadero líder
de los apóstoles era un santo –insistió, mientras me abría los ojos como quien
implora que no cometa más errores ante la niña…
–¿Un santo? –intervino la
niña–: ¿como el santo Job?
–Así es –asentí–: como alias
Job.
Sé que la pobre niña hace
curso para ingresar a una religión en la cual a uno le echan sal y agua en la
cabeza apenas nace; le explican que una paloma engendró a un Mesías con una
mujer que no perdió la virginidad, y le dicen en la comunión que se va a comer
la sangre y el cuerpo de Cristo, como un caníbal. Pero mi mujer es creyente, y
la niña quiere comulgar, y en el fondo el cirio nos va a resultar muy útil
cuando comience el apagón. Además, la religión católica enseña valores bonitos,
como la compasión, a la que apelo cuando necesito algo: desde que mi hija
asiste a catequesis, por ejemplo, la fórmula me ha resultado infalible.
–Pon el noticiero –le digo
cada noche–: hazlo por compasión.
Y la niña cede. Esta vez
también lo hizo, y por eso pude observar la protesta del uribismo luego de la
captura de don Santiago. Continuar leyendo en Revista Semana
Publicado por
Bernardo Socha Acosta
en
4:26 p.m.
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domingo, 6 de marzo de 2016
sábado, 5 de marzo de 2016
El regreso de Adolfo Hitller
Trafugario
Cuando uno escribe literatura
de ficción, como que le queda bastante fácil escribir de asuntos del más allá,
e incluso titularlos de esa manera. Como si fueran de ficción. Y por otro lado,
se me viene a la cabeza que Hitler se va a disgustar conmigo por estar comparándolo
con Donad Trump. Pero es que hacía muchos años que no se escuchaba un político
en ningún país del mundo que tenga tantas agallas trogloditas como las que se
gasta Donald Trump. A uno le parece increíble que en la primera potencia del
mundo, en una Nación como los Estados Unidos de América donde la ciencia
moderna ha dado de los más grandes frutos en casi todas las áreas de la
tecnología, surja un personaje que quiera manejar las riendas de su destino con
una ideología tan nefasta como cavernícola. Es aterrador encontrar un personaje
que se valga de su enorme fortuna y de su corrosiva labia luciferina para
conquistar adeptos con el fin de llegar al poder de un país que tiene más de
cinco mil megatones en artefactos nucleares, capaces de desbaratar un
continente entero y muy posiblemente,
sacar al globo terrestre de su natural eje de rotación. Pero supongamos que
este es un párrafo de una novela de Julio Verne. Sin lugar a dudas y con todo
el respeto que no se merece, para mi Donald Trump es un paranoico obsesivo cuya
megalomanía juntada a su resentimiento hacia los latinoamericanos está por
encima del odio que sentía Hitler por los judíos. Uno de los pilares de la
filosofía de Adolfo Hitler para doblegar al pueblo alemán con su discurso
explosivo, era el Harrenvolk, o principio de la pureza de la raza. Con ese
cuento siniestro llevó a los campos de concentración de Autzwich, Dachaw,
Treblinka, Bergenvelsen y muchos otros más en Alemania, Polonia y Rusia, a
millones de judíos, de gitanos y de comunistas, a los que él consideraba de una
raza infinitamente inferior. La cosa era
en esos tiempos más profunda pero por ahora dejémoslo así. Aterrador es pensar
que el Hitler siglo XXI, llámese Donald Trump, como lo demuestran los
resultados de las elecciones primarías de muchos Estados de la Unión, el
loquito está logrando arrasar. Trump le tiene horadado el cerebro a sus
seguidores con la idea que a los musulmanes hay que acabarlos no importa
incluso que sean originarios de naciones amigas de los Estados Unidos. Y su
proyecto de solución es la misma “Solución final” de Hitler con los judíos
conduciéndolos a un holocausto total. Con el agravante que Trump es más
mortífero que Hitler porque es mucho más bruto y tiene a su disposición armas y
tecnologías diabólicamente más modernas y definitivas. Por fortuna y que nos
sirva de paliativo a los latinos, el mismo Partido Republicano, al que Trump
pertenece con el enajenado furor de un
fundamentalista de ultraderecha, ya se dio cuenta y ya calculó
infinitesimalmente que este hombre puede llevar al armagedón al pueblo
norteamericano. Las Camisas Pardas de Trump, o sea las SS de Hitler, no es otro
que el Ku Kux Klan. El antisemitismo que pregonaba con tanto ardor Hitler a
principios del siglo XX, es el mismo antimusulmanismo y antilatinoamericanismo
que pregona con odio y esquizofrenia Trump, cada vez que abre sus fauces para
expresar la andanada de ofensas y amenazas que él llama orondamente discurso
político. Y también se me mete en la cabeza como una obsesión, que la tragedia
va a durar dos mandos seguidos que podrían llegar a ser de horror, como fue la
tragedia de los judíos en la Segunda Guerra Mundial.
Publicado por
Bernardo Socha Acosta
en
10:33 a.m.
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Etiquetas: Adolfo-Hitler, regreso
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