miércoles, 8 de mayo de 2024

Preservar la democracia, prioritaria tarea de un Acuerdo Nacional

Mario González Vargas
Las marchas convocadas por Petro el día de los trabajadores, si bien registró más o menos la mitad de los manifestantes del 21 de abril, le permitió pronunciar un discurso de un populismo rabioso, con el que ajustó cuentas con propios y extraños. Los primeros fueron notificados de que el Rey no tiene herederos y que son vanos e inaceptables todos los esfuerzos de moderación que habían expresado Iván Cepeda, el ministro Velasco y la asesora predilecta. Fustigó la sensatez que todavía parece subsistir en algunos integrantes de su gabinete, invitando a sus innominados ministros a dar un paso al costado. Para sus contradictores, no ahorró calificativos injuriosos que acrecentaron los fundados temores que se ciernen sobre la seguridad y vida de sus opositores.

Calificar de marchas de la muerte a las del 21 de abril, que fueron expresiones de esperanza a pesar de los desafueros y desatinos de un presidente enardecido y sembrando odios, no permite ni resquicios de confianza en un futuro que se cierne azaroso para una democracia que solo demanda acuerdos para su perfeccionamiento. Escogió la intolerancia para notificarnos de que el cambio por él concebido no tiene reversa. Así, y con la fantasiosa acusación de que se quiere matar al presidente, pretende ocultar la ineptitud de su gestión, la sombra de corrupción que se extiende hasta su propia familia y que marca en buena parte sus relaciones con el Congreso.

Su instrumento favorito para establecer un régimen dictatorial es su concepción del poder constituyente, pensado como un proceso de asambleas populares con el que arrasaría con el ordenamiento constitucional vigente y consagraría la nueva arquitectura jurídica que le permitiría eternizarse en el poder. A eso lo llama “abrirle las puertas al poder popular” figura conocida desde tiempos de Fidel Castro y hoy replicada en Venezuela y Nicaragua, desastres que todos conocemos. Ese es el trasfondo de su iniciativa que requerirá de la participación y guarda del Eln, el Emc, y la Nueva Marquetalia, de consuno con las guardias indígenas y campesinas, alineadas gracias a incontables beneficios monetarios.

Para alcanzar su objetivo intenta derrumbar la institucionalidad vigente. Empezó con el debilitamiento de las Fuerzas Militares y de Policía, confinadas en sus cuarteles, desmoralizadas y hasta desarmadas, como se lo ha propuesto con la ruptura de relaciones con el Estado de Israel, proveedor del armamento indispensable para la seguridad nacional y de todos los instrumentos propios de las tareas de comunicaciones e inteligencia, ciberdefensa y ciberseguridad. Viene el turno del Congreso con prebendas a granel, de desenlace incierto por el conocido apetito de muchos de sus miembros. Mañana será el Poder Judicial, señalado desde la Plaza de Bolívar por las banderas del M-19, a manera de simbólica y trágica advertencia de un pasado que podría convertirse nuevamente en realidad. La provisión de vacancias en las altas Cortes y los procesos de elección de Procurador, Contralor y Defensor del Pueblo constituyen el próximo objetivo del incontenible presidente.

Ojalá no caigamos en el contrasentido de que sea en el seno del Congreso, que simboliza y convierte en realidad la participación política del ciudadano, en donde se sacrifique la democracia. Salvaguardarla constituye la primeara tarea de “Un Acuerdo Nacional”.

jueves, 2 de mayo de 2024

La participación ciudadana vs el transfuguismo

Mario González Vargas
Las multitudes de ciudadanos que se expresaron en las marchas del 21 de abril constituyen la manifestación más genuina de la insatisfacción de los colombianos con la política tal como la ejercen desde el Palacio de Nariño y en los numerosos partidos políticos que han terminado por representar solamente los intereses de sus directores y de sus representantes en las corporaciones de elección popular. Rechazaron a la vez la ineptitud del gobierno y la decadencia de los partidos que, por gracia de la financiación del estado, la “mermelada” dispensada por los gobiernos y la expedición de avales, han convertido su desempeño en un negocio lucrativo que se ejerce hoy con impudicia en el Congreso, las Asambleas departamentales y los Concejos municipales.

No extraña entonces que la respuesta a la movilización ciudadana haya sido la tramitación del proyecto de ley de transfuguismo con el que pretenden reducir la representación política y las obligaciones que de ella se desprenden al favorecimiento de sus inconfesables intereses. No en vano el respaldo al transfuguismo convoca a representantes de casi todos los partidos políticos, los tradicionales como los nuevos, usufructuarios de la propensión a facilitar la participación en semejante botín de todas las nuevas colectividades que han obtenido graciosamente personería para ser partícipes de la piñata que se vislumbra. Pretenden justificar el transfuguismo en la diversidad de opiniones en el seno de los partidos, como si ellas no fueran propias de la naturaleza del debate democrático que encuentra en los propios estatutos de los partidos los mecanismos de resolución de conformidad con las mayorías prevalecientes en cada discusión.

El proyecto auspiciado por el gobierno e impulsado por su bancada procura despojar a los partidos y organizaciones políticas de las curules para endosárselas a los particulares sin importar el conflicto de intereses en la que incurrirían los congresistas al aprobarlas y favorecerse a si mismos. La intención del gobierno es propender por la unificación de las fuerzas que integran el pacto histórico y atraer congresista de otras bancadas con miras a las elecciones del 2026.

El propósito que subyace es el de fortalecer la posibilidad de un un partido único de Gobierno que estaría compuesto por todos los que integran el Pacto Histórico y por quienes cedan a los gajes ofrecidos y dispensados por el dueño del poder ejecutivo. Al tiempo que el presidente estimula la polarización, sus ministros procuran acuerdos para revivir la reforma a la salud y facilitar la aprobación de sus otras iniciativas, todas dirigidas al imperio de la estatización que hoy padecen en otros países que capitularon mansamente ante las dictaduras que los aquejan. Parece ser la actitud de los liberales, víctimas impávidas del conejo presidencial sobre el umbral para cotizar en Colpensiones que pasará del 2.3 al 4% en el texto final que aprobará la Cámara. Triste papel de los partidos atragantados de beneficios que entregan su dignidad y sus idearios al sátrapa en ciernes. Las marchas del 21 de abril entronizaron un nuevo instrumento de participación en la política que producirá alcances insospechados en la democracia colombiana. Expresan mandatos para la contención de dictaduras, la degradación de la política y el advenimiento de una mayor participación ciudadana que pongan fin al deterioro que confronta nuestra democracia.

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