Y E.U. quedó ampliamente notificado de que nadie lo quiere ver en la región.
Tomado de eltiempo.com
María Isabel Rueda
Al foro de Unasur acudimos prácticamente en calidad de emplazados. La reunión no era solo sobre Colombia, sino contra Colombia. Y la verdad, el presidente Uribe, no sé si por cansancio o por el esfuerzo sobrehumano que hizo para mantener la calma, no brilló como en otras ocasiones con la contundencia del que tiene la razón.
¡Qué delicia que lo reciba a uno Cristina de Kirchner con la advertencia de que los dos únicos países americanos víctimas del terrorismo han sido E.U. con las Torres Gemelas, y Argentina con la voladura de unas sedes extranjeras! Y lo nuestro, puro berrinche por unas escaramuzas explosivas que han dejado algunos miles de muertitos. Esa fue la bienvenida a Uribe, en su misión de lograr que la región se comprometiera en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo que practican las Farc.
Y a pesar de que en la declaración final se incluye un compromiso por hacer de América del Sur una región de paz, está claro que el problema de las Farc sigue siendo únicamente de los colombianos, así permee las fronteras vecinas y amenace con exportar su capital criminal.
Veo los coloquios de Chávez, Correa y Evo antes de la cumbre: acordaron un libreto que incluía dejar por escrito la prohibición de las bases, o la autorización de verificar físicamente su funcionamiento, o por lo menos un referendo continental sobre el manejo de nuestra soberanía. Eso finalmente no ocurrió, por lo que digo que en Bariloche nos fue bien. Porque aunque es cierto que nos fue mal, no nos fue peor. Salimos del foro sin haber tenido que entregar la presencia del ejército gringo en nuestras bases.
Pero quedamos absolutamente notificados de que ninguno de los actuales mandatarios suramericanos confía en esa presencia norteamericana, ni se cree el cuento de que se limitará a complementar a Colombia en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.
Y teniendo en cuenta que Unasur es un mecanismo que se inventó Brasil para disputarles a los norteamericanos influencia en la región, creo que el verdadero perdedor de la reunión de Bariloche fue el gobierno de Estados Unidos.
No hubo ni uno solo de los mandatarios latinoamericanos allí presentes que se abstuviera de expresar su desconfianza por los tratados de cooperación militar norteamericana. La pausada señora Bachelet desconfía tanto, que necesita garantías de que no habrá acciones extraterritoriales. Al presidente del Perú, Alan García, estuvimos a punto de perderlo como aliado al abanderar la tesis de someter a Colombia a la verificación de las bases. Y, desde luego, habló el presidente del Brasil, que tocó el punto más candente: si Colombia cuenta con esa ayuda militar de los Estados Unidos desde el año 52 y no se ha logrado acabar con el narcotráfico, ¿no habrá llegado la hora de replantear el mecanismo de esta lucha, en lugar de ampliarlo?
Si las cosas no salieron peor para Colombia fue porque el presidente brasileño intervino a última hora con la piedra afuera para evitar que los mandatarios de Venezuela y Ecuador prolongaran el show, aprovechando la transmisión en directo, a la que Lula se opuso todo el tiempo.
Pero lo de Lula no fue para salvar a Colombia, sino a Unasur. Nos habríamos tenido que retirar del organismo si nos colocaban contra los palos con una declaración final inadmisible para Colombia. Y para Brasil, Unasur solo es útil sin Estados Unidos si pertenecen a ella todos los países de la región, por disímiles que sean sus posturas.
Colombia sale preocupada de Bariloche por su soledad, que solo puede ser remediada si se renueva ideológicamente la zona con los nuevos presidentes, que llegarán. Pero no lo puede estar menos Estados Unidos. Que debe darse por enterado de que sin Obama o con Obama, por aquí abajo del continente se sospecha hasta de su sombra.
¡SE ME OLVIDABA! A lo mejor Uribe se habría visto menos diferente en Unasur si se hubiera presentado de poncho y sombrero 'vueltiao'.
María Isabel Rueda