Por Horacio Serpa Uribe
El
Ideam ha anunciado que el invierno que viene será peor que el anterior.
Es decir, que no se ha secado la ropa y nos volveremos a mojar. La
noticia es una advertencia de lo que se aproxima: más damnificados, más
pobreza, más marginalidad. Con razón el Presidente Santos ha advertido
que va a llover sobre mojado.
La
mala noticia está acompañada de un llamado a las autoridades locales y
departamentales para que nos preparemos para afrontar la contingencia.
La verdad es que en Santander, con las primeras gotas del invierno,
nuevamente, se han comenzado a desmoronar las montañas. Solamente ayer
se truncó el paso entre Cúcuta y Bucaramanga por un deslizamiento de
tierra, lo que significa enormes pérdidas económicas para todos.
En
la pasada ola invernal el departamento quedó incomunicado durante
semanas y miles de compatriotas perdieron sus pertenencias en medio de
la tormenta, los desbordamientos de los ríos y quebradas, y los
derrumbes. Por supuesto, que no fuimos los únicos. En el resto del país
las cosas no fueron menos graves: con el desbordamiento del río
Magdalena se anegó el Caribe, mientras el río Bogotá ahogó la sabana.
Muchas de las víctimas de esa catástrofe nacional aún siguen esperando
la asistencia del Estado. Incluso, algunos duermen aún a la intemperie a
la espera de que llegue una mano solidaria. Por esa razón, el
Presidente Santos ha metido el acelerador para que se terminen miles de
obras de alto impacto regional para evitar que el invierno que llega
acabe con lo poco que hay.
Es
bien sabido que las obras de reparación de los daños, en muchos casos,
no han comenzado. La falta de recursos para afrontar estas emergencias
es una circunstancia penosa, que deja a los mandatarios con los brazos
cruzados mientras la gente sufre, se enferma, se muere esperando el mana
estatal. Para la reconstrucción en las regiones dependemos de la
chequera oficial, de la diligencia en el trámite de los recursos y en la
voluntad política de quienes deben ayudar a la reconstrucción.
El
anuncio de más lluvias hecha por el Presidente Santos cae,
literalmente, como un baldado de agua fría, porque no esperábamos nuevas
tormentas en nuestro horizonte.
En
Santander estamos trabajando muy duro y con las uñas para darle
respuestas a los afectados de comienzos de año, pero no hay de dónde
sacar más recursos para atender nuevos damnificados. Aunque hemos
reparado vías, llevado bienestar a miles de personas y construido un
futuro de esperanza, la verdad es que la naturaleza se ha ensañado con
nuestro departamento, y nos ha obligado a trabajar en medio de la
calamidad permanente.
Al
Gobierno Nacional hemos pedido que nos de más de lo que hasta ahora nos
ha dado, para salir adelante. Con el anuncio oficial nos alistaremos a
seguir gobernando con las botas pantaneras puestas, porque frente a la
calamidad solo nos queda organizarnos para afrontar con valor el embate
de la naturaleza.