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martes, 1 de septiembre de 2009

INDEPENDENCIA UTÓPICA


----------------Por: Gerardo Delgado Silva

El acta de independencia y sus compromisos en la noche del 20 de julio de 1810, no implicaron de modo alguno una declaración de independencia de España, sino la institucionalización de un gobierno compartido entre los notables criollos y quienes representaban a la Corona en la Junta Suprema, reafirmando la sumisión y fidelidad al monarca Fernando VII, a espaldas del pueblo. ¡Como siempre!

Lo fundamental de esa fecha, consistió en la proclamación de los principios axiológicos contenidos en la Declaración de los Derechos del Hombre, señalando la iniciación de la doctrina liberal, inspirada en la revolución francesa, sin que jamás se haya consolidado y menos en este Gobierno antidemocrático, de Uribe, epígono de Bush, Hitler o Stalin. La tesis separatista surgió después, con el reconocimiento de la soberanía popular como fundamento de la autoridad. En aparte puridad de verdad, todo ha ido en contravía de esas piedras angulares y del lema del escudo, orientados a la dignidad humana. No se ha conocido un día de libertad real, una hora de orden, nunca ha cesado la horrible noche, al tenor del himno, en la larga historia de la patria.

Se destacaron también los ideales de la revolución francesa, de libertad, igualdad y fraternidad, otra sonora impostura.

La historia ha demostrado en el proceso de colonización desde el siglo XVI, la maceración del destino de Colombia, por estar lejos de la independencia. El Gobierno de Uribe celebra con oropeles el aire del Bicentenario, confundiendo los grandes ideales con los mayores despropósitos como el de las bases militares que pretende enajenar junto a la soberanía, que es un atributo consustancial del Estado, delegable, inalienable, absoluto, al Imperio de los Estados Unidos, al cual hemos estado sujetos, con el respaldo psicológico de las clases dominantes, en este “patio trasero”; sin rebozo.

Es bien sabido, que no ha existido independencia, sino cambio de dependencia. Basta recordar los mantos altruistas y humanitarios de los imperios europeos: España, Francia, Inglaterra con los cuales justificaban la conquista, el coloniaje, la dominación. Surgieron ineludibles: “la misión cristiana”; “la misión civilizadora”; “la misión del hombre blanco”; y después los Estados Unidos, afirmaron su “destino manifiesto”.

En España se postuló que era lícita la conquista armada. Destruir y guerrear, se convirtió en una profesión honorable. A este respecto escribe Salvador de Madariaga: “El hombre de corazón adquiere la riqueza guerreando antes y con más honra que otro trabajando, y el hombre de corazón no descansa sobre riquezas, sino que sigue luchando, pues siempre hay infieles que destruir, riquezas que ganar y galardones que merecer”.
He ahí, el principio de la inmunidad para estos hombres guerreristas, inmersos en el cieno de la impunidad.

Con su mentalidad belicosa y arrogante, quiere el Presidente Uribe, sumergirnos, en el absurdo de su deliberada provocación a los vecinos, como a unos idiotas.

Para él, es en esencia como creía Bush, la fuerza del “Bien contra el mal”. Una vez más, la “justicia infinita”, justicia que, por definirse de esta naturaleza, solo puede emanar de un Ser que sea necesariamente Infinito.

El Gobierno de Uribe, ha avanzado a pasos largos hacia una modalidad que combina los poderes nominales del régimen presidencial con los efectivos de un régimen militar. Es la marcha hacia la refulgente cola del fascismo, el desnudo poder militar. Como solución de los problemas, que prevalece sobre la solución política. El Gobierno de Uribe, no ha demostrado una vocación democrática, sino que saca a la luz, sus marcados rasgos dictatoriales y desmedida paranoia, de reelección, que está en el trasfondo de las bases, incurriendo en sistemáticos y simples descarrilamientos constitucionales, como si sus normas fueran unas fantasmagorías que quedaron atrás en una época babélica.

Se están inoculando en nuestro territorio, terribles conflictos, como el del Medio Oriente, el de Irak, el de Afganistán, con su ferocidad apocalíptica. La música marcial ocupará el proscenio de los países andinos, como una apología de la fuerza, en un círculo interminable, de todas las locuras.

En tales circunstancias, la tormenta de aviones con supremo espanto, exterminará las leyes no escritas de los dioses de Antígona, el derecho natural nuestro, haciéndonos víctimas de fanáticas expresiones para sembrar y justificar la voluntad tenebrosa, gigantesca de oprimir.

La sórdida sumisión del Presidente Uribe al Imperio, que evidentemente tiene intereses geopolíticos, agrava los conflictos con los vecinos, al crear un nuevo orden internacional, situación enteramente previsible. Es parodiar el espíritu nazi con el poder ilimitado y devorador de todos los tiempos, cortando las vías del mundo civilizado, con su rostro más amable y más humano sin duda, el que ha mirado desde los albores de la modernidad por la dignidad humana.

En este huracán, el cardenal Castrillón con la misma irresponsabilidad de Juan Ginés de Sepúlveda, sembró el ingrediente religioso al conflicto, fascinado con las bases, pero ignorando que el Señor le habló a Moisés expresamente, refiriéndose al prójimo, esto es, al próximo: “Lo amarás como a ti mismo”. Los venezolanos, ecuatorianos, peruanos, brasileños, y todos los latinoamericanos, hemos vivido sobre esta misma tierra continental, que pisaron nuestros antepasados, históricamente atados por el derecho fundamental a la paz. Son nuestros vecinos, nuestros próximos.

Y bien. Si la presencia militar de Estados Unidos en las bases, se dirige únicamente a una mayor ofensiva contra la guerrilla y narcotraficantes, que es deber constitucional del Estado Colombiano, cubriendo todo el territorio nacional; es más que un signo de que ha fracaso la llamada “Seguridad democrática”. ¿Dónde quedó “el fin del fin”, al cual se refería el comandante de las Fuerzas Militares? ¿No es algo así como la admisión de una derrota?


Así pues. Con la nuda presencia militar, sin acometer un verdadero cambio en salud, educación y vías; sin llegar al espíritu, a la mente y corazón de la población campesina, en las regiones donde influyen las Farc, es inocente que se pretenda ganar la batalla decisiva.

Los intelectuales españoles estuvieron siempre de lado de la República. Y cuando Francia cayó en manos del nazismo, la vanguardia de la resistencia estuvo asistida por la inteligencia francesa. Lo que se impuso fue el vigor patriótico de sus intelectuales y no ciertamente las armas.

Tolstoi basado en los Evangelios expresó: “el fuego no se apaga con el fuego”. Dentro de este contexto, podemos afirmar que el empleo de la fuerza desata más violencia, en lugar de lograr la paz tan anhelada.

Dios nos libre que en nuestro suelo patrio, se presente la aberración de Abu Ghraif, y sus sórdidas cárceles para torturar y humillar al ser humano, en las instalaciones militares norteamericanas en Irak, Afganistán y Guantánamo, que violaron todas las normas legales y valores éticos, por los que se supone que lucha una superpotencia. Aún perseguirá la conciencia norteamericana, la masacre de civiles inocentes en más de 500 personas, perpetrada por sus tropas en Vietnam, en 1968 y la horripilante foto que vimos de la niña que conmovió al mundo entero cuando escapó desnuda, aterrada, luego de una depredación con napalm, de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, sin que nadie escuchara sus desgarradores gritos. Los campesinos y sus niños colombianos, claman por un milagro. Así es Bucaramanga >

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