sábado, 25 de mayo de 2024

El síndrome de la rumiación acabará con los políticos


Por Bernardo Socha Acosta
La rumiación mental se está convirtiéndose en otra de tantas enfermedades degenerativas y hasta contagiosas que amenazan con la destrucción de las personas y  los pueblos.

Dicen los psicólogos que el síndrome de la rumiación mental, es un estilo repetitivo de las personas que la sufren, por la obsesión incontrolada que padecen con pensamientos negativos que los atrapa y ansían causarle el mal a sus contradictores por encima de sus propias consecuencias.

Y, la maldita rumiación, no es una metáfora figurativa, sino una realidad que vivimos y nos está tratando de someter como los efectos de una pandemia.

Y, lamentablemente parece que buena parte de la clase llamada dirigente, está siendo víctima de ese síndrome, la rumiación, al demostrar siempre acciones negativas que amenazan a los conglomerados sociales.

Ya esta condición anormal, se ha globalizó porque hizo metástasis en otras zonas del mundo, donde la rumiación se ha apoderado de quienes se creían con simpatía, eran los grandes hombres constructor del bien, pero hoy todo ha cambiado y se han convertido lamentablemente en los grandes destructores de la humanidad.

Y lamentablemente nuestro medio no es ajeno y la anormal condición, está atacando de forma despiadada y destructiva, y no solo está atacando a los llamados dirigentes sino a muchos débiles seguidores que actúan con la misma sevicia destructiva sin importarles el bien común. Cada palabra que pronuncian o escriben estas personas parece esgrimir el veneno de la maldad y la destrucción.

Tomada de Psicólogos Madrid
La condición ENFERMA de muchos políticos
, es pensar erróneamente que solo ellos pueden seguir llevando las riendas del país, en una peligrosa maniobra que acarrea toda clase de estancamiento social y económico, sin que esos actores se den cuenta que no están afectando a sus contradictores, sino a ellos mismos y a la sociedad entera, sociedad que sin duda más tarde puede cobrársela.

Y esa enfermedad que es psicológica, para infortunio del país, cada vez es más aberrante y peligrosa, porque quienes la sufren, se transforman en actores maniáticos extravagantes que no se sabe a dónde los pueda llevar. Con esas conductas, los llamados dirigentes parecen no interesarle la suerte de su país, viéndolos como actúan en una alta corporación como el Congreso de la república. Eso de negarle al pueblo colombiano la oportunidad de tener logros para superar tanta pobreza y hambre, no es de dirigentes normales, sino de dirigentes mezquinos que no piensan sino es su propio bienestar.

Por eso, es ya hora de que el pueblo no siga siendo cómplice del fracaso nacional y de una vez por todas cambie a quienes en las cámaras legislativas solo se dedican a cobrar sus altas mesadas mensuales que, reciben sin ninguna contraprestación en favor del pueblo. Parece que ellos reciben las grandes millonadas mensuales solo para hacerle la maldad a los Colombianos.

Debe ser el pueblo el que actúe en las urnas para eliminar todo lo incompetente que hay y que bastante mal le ha causado a la nación.

Y hay que actuar porque en nuestro país, hay quienes prefieren jugarse a Colombia, que aceptar la voluntad popular y trabajar positivamente para forjar nuevamente una sociedad de progreso.

Pero, lamentablemente se ve con tristeza que el futuro no avizora sino catástrofes, como las que está trayendo la cruda y despiadada violencia, que no es otra cosa que la respuesta a los errores y abusos del pasado político.

Los actores de la rumiación no quieren reconocer que tantos años del abuso de poder político y económico, es la causa de la desdicha que los colombianos estamos pareciendo.

En nuestro medio la rumiación mental se extendió en este cuatrienio por la frustración de las llamadas mayorías políticas, frustración que hace que quienes la sufren se obsesionen por el poder que hoy no tienen y que no podrán alcanzarlo si continúan con el ATAQUE AL PAÍS. Es que es tanta la ceguera política, que no se dan cuenta que sus actitudes mediocres y repetitivas los continuará alejando de la simpatía popular.

La maldita rumiación, que no es una metáfora figurativa, sino una realidad que vivimos, será necesaria derrotarla con el apoyo de la sociedad de bien, porque si no se actúa, las consecuencias serán desastrosas dice Pilar Conde al analizar en términos generales esta condición de la rumiación obsesiva.

1 comentario:

  1. Y muchos les conocen y aún así les tratan y votar por ellos a sabiendas del mal que han hecho y que aún persisten en hacer el mal. Gracias por este interesante artículo.

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