Deja a un lado las almas tormentosas y encrespadas porque navegan sobre mares agitados, infestados de tiburones hambrientos venidos de otros mares, de oleajes pronunciados que se mueven en desorden con olas que se acarician con choques sonoros de manera turbulenta.
También navegan sobre nubes grises y negras que vociferan con estruendosos ronquidos, perforadas por rayos y centellas de colores de mercurio arrastradas por vientos huracanados con silbatinas.
Si les das la oportunidad ellas te buscarán y te revolcaran el alma buena que tienes adentro y te la sacarán del cuerpo para alojarse ellas. Te mancillarán, te vapulearán, te amargaran la existencia y te inundaran de odios y rencores contra los demás y te convertirás en presa fácil para desde allí sembrar la discordia, la envidia, la maldad, volviéndote tóxico, repelente, traidor y tormentoso.
Carlos Ibáñez |
Aprovecha un onomástico más de quien llegó a sembrar amor, perdón y reconciliación a lo largo y ancho del mar de Galilea para asimilar su parábola y alejarte de las almas fugitivas y perversas que te amargan la existencia.
Carlos Ibáñez Muñoz
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