------------------------------------------ Por: Silvia Mercado
casino online) El sábado 7 de marzo, Sankajahuira, un pueblo de la provincia boliviana de Omasuyos, fue el triste escenario de una suma de atropellos contra la dignidad humana. Es posible que pocos se hayan enterado; casi sólo fue noticia en diarios locales. Relatos escalofriantes de la invasión a la propiedad privada, golpizas e intentos de linchamiento, el fuego y las piedras sólo generaron angustia puertas adentro. Se ve que para la prensa extranjera no ocurrió demasiado; habrá que suponer que el suceso se leyó como poco relevante, y que era más suculento esperar a que Evo Morales, presidente del país donde no hay respeto mínimo por los derecho humanos, salga con alguna picardía folklórica y revolucionaria. Y así fue. Mientras que para el mundo Bolivia es noticia porque su presidente masca coca en la ONU, Bolivia se halla sumergía en una parcial dictadura disfrazada en ropajes indígenas y amparada por una nueva constitución política del estado.
“Nos sacaron a patadas. Estoy muy indignada por el maltrato que sufrimos. Estaba con mis dos hijos en mi casa, un hermano y un sobrino y a todos nos han agredido. Ya no hay justicia en Bolivia. El presidente es de piel negra igual que yo, ¿por qué tiene que mandar a su gente así? Es mi casa, yo la he construido. A la fuerza nos han sacado, a empujones, a chicotazos y a patadas. Es mi casa, no es casa de ellos para que me hagan esto”. Declaró Lidia Catari, la esposa del ex vicepresidente Víctor Hugo Cárdenas; un aymara boliviano cuyo gran pecado es haber sido una de las voces que se manifestaron por el No en los meses previos al referéndum constitucional.
Hoy la nueva carta magna es, prácticamente, el estandarte con el se defienden quienes tomaron la vivienda de Cárdenas. “¡Recuperado para el pueblo, carajo!”, se lee en la puerta de su casa. Para los comunarios de Omasuyos, la jurisdicción indígena originaria campesina rige desde la aprobación de la nueva constitución, y no contentos con el saqueo y la toma del inmueble, decidieron iniciar gestiones para su próxima expropiación.
Mientras tanto, el evidente exceso contra la propiedad privada se nubla entre artículos y vacíos legales. Álvaro García Linera, actual vicepresidente boliviano, si bien admite el derecho de propiedad, también asiente que la comunidad pueda hacer los trámites para expropiarla; expresamente dijo: “si su casa fuera declarada de utilidad pública y destinada a otro fin más importante, no puedo oponerme a la figura de la expropiación”.
La Justicia también ha decidido mostrarse gris al respecto. Tenues investigaciones “indagan” las agresiones que sufrió la familia Cárdenas; en relación a la toma de la propiedad se descartó cualquier intervención, pues según fiscales locales se trataría de un asunto civil y comunitario. Así pasan los días y la única ley que rige en la provincia Omasuyos es la del estado civil de sitio decretado por sus propios dirigentes; “si entra la policía, si entra algún fiscal, nos vamos a movilizar; vamos a aplicar el estado de sitio civil en la provincia Omasuyos no tienen por qué ingresar a investigar".
La opinión pública boliviana se pronunció solidaria con Cárdenas; cientas de voces coinciden que nada justifica la violencia ni la toma del espacio privado. Sin embargo, el miedo a expresarse impone el silencio, pues corre el rumor de que se maneja una lista negra entre los grupos de choque del Movimiento Al Socialismo. Rumor o no, parece que le tocó el turno a Marlene Paredes, ex diputada del mismo partido, quien denunció agresiones físicas y también la toma de su propiedad. “Llegué a mi propiedad y ellos ya estaban ahí, habían saqueado todo lo que había y se instalaron en mi casa. Cuando me vieron, me querían embarrancar, todos con palos, latigazos y piedras me han atacado”, relataba Paredes, mientras mostraba hematomas en su cuerpo y afirmaba que la amenaza se había cumplido.
Es un hecho que la libertad en Bolivia tiene un ultimátum. Pese al dolor de muchos, un referéndum constitucional ha enterrado nuestros valores fundamentales. No se juzgará la intolerancia, no se respetará la propiedad privada y muy fácilmente se agredirá la dignidad humana. Mientras tanto el mundo no verá más que un país pobre; verá y aplaudirá a presidente hace gala de su indigenismo y de sus agravios contra el imperio. El mundo no verá las heridas que deja el autoritarismo y no verá la violación a los derechos humanos. Se ve que los ojos de los medios están atentos al siguiente show de un personaje. Volver a Inicio >
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