Carlos Ibáñez Muñoz |
Ese es el panorama que se
vislumbra para las elecciones próximas al Congreso de la República. Que
"jartera" como dicen las señoras chismorreando en la peluquería, o
los hombres en los cafetines o en los parques. No hay nada novedoso; son los
mismos de siempre; algunos ya en edad de buen retiro y con la posibilidad de
jugosas pensiones, se tornan inamovibles por usar un término en boga, y se resisten a dejar el almíbar de la
mermelada a pesar de que ya cumplieron su ciclo y deberían dar el paso a un costado para que
lleguen mentes jóvenes y frescas; otros, quienes transitaron por las curules y
pasillos del Congreso, sin pena ni gloria, intrascendentes en los debates de
control político y en la producción de leyes, donde su voz resonaba solo cuando
contestaban a lista, o en los cocteles o ágapes; totalmente anónimos y
desconocidos; otros, expertos en el cabildeo con ministros y altos cargos del
Estado en procura de burocracia y contratación pública, así como de voceros de las
multinacionales y de grandes grupos económicos que buscan protección a sus
grandes capitales, introduciendo uno que otro mico a cambio de que les
financien sus campañas; otros, hábiles en las componendas armando alianzas y
coaliciones para constituirse en mayorías legislativas para sacar adelante
leyes y los nombramientos de altos cargos, para luego pasar cuenta de cobro o
facturar por utilizar un término contable; otros, como borregos aprobándole al
gobierno cuanto proyecto de ley presente para hacerse merecedor de los cupos de
asignaciones del presupuesto nacional para llevar a las regiones, pero eso si,
condicionando su colocación en los entes territoriales a cambio de que la
contratación la manejen sus amigos; muy
pocos son los estudiosos, los que investigan, los que brillan,los que ejercen
un efectivo control político, los que denuncian las irregularidades, los que
argumentan con altura intelectual y se preparan en el manejo del Estado. Lamentablemente ese es el escenario que nos depara la democracia
representativa, la antítesis de la representación del pueblo y de los intereses colectivos, y por ello
tanto Cámara como Senado son las entidades más desprestigiadas en la percepción
de los colombianos. A pesar de todo volverán, y ya se preparan para que les
renueven el "mandato popular "
y hacerse a la credencial de "padres de la patria"; ya están en el
tinglado buscando posibles alianzas así sean con sanctas, abriendo sedes o
pequeños directorios que funcionan solo por temporada electoral, conquistando
líderes menesterosos, unos mañosos y curtidos y otros sanos e ingenuos; en fin,
montando el parapeto electoral y buscando la financiación, herramienta
imprescindible de mayor peso que la ideología, el programa, y las
propuestas.
Que podemos hacer? Esta generación ya no pudo erradicar las
costumbres malsanas de la política, hay
que dar un salto cultural y político para lograrlo, querer más a la patria,
salir a votar por los mejores, poner en la picota pública a través de las tertulias,
los rumores y las redes sociales a los indeseables, aislarlos así tengan mucho
dinero para invertir en las campañas. Por todo estas malos comportamientos de
los políticos y de los partidos
alcahuetas, miles de jóvenes y profesionales observan desde lejos y con
repudió el manejo de lo público. Nada les entusiasma, no ven espacios de
participación y el Estado patrocina el statu quo, por lo que prefieren irse al
sector privado a aportar sus conocimientos y no adentrarse en la selva espesa y
llena de componendas que manejan los mercaderes de la Política.
CARLOS IBAÑEZ MUÑOZ
EXALCALDE DE BUCARAMANGA
NOVIEMBRE 2016
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