Trafugario
Cuando uno escribe literatura
de ficción, como que le queda bastante fácil escribir de asuntos del más allá,
e incluso titularlos de esa manera. Como si fueran de ficción. Y por otro lado,
se me viene a la cabeza que Hitler se va a disgustar conmigo por estar comparándolo
con Donad Trump. Pero es que hacía muchos años que no se escuchaba un político
en ningún país del mundo que tenga tantas agallas trogloditas como las que se
gasta Donald Trump. A uno le parece increíble que en la primera potencia del
mundo, en una Nación como los Estados Unidos de América donde la ciencia
moderna ha dado de los más grandes frutos en casi todas las áreas de la
tecnología, surja un personaje que quiera manejar las riendas de su destino con
una ideología tan nefasta como cavernícola. Es aterrador encontrar un personaje
que se valga de su enorme fortuna y de su corrosiva labia luciferina para
conquistar adeptos con el fin de llegar al poder de un país que tiene más de
cinco mil megatones en artefactos nucleares, capaces de desbaratar un
continente entero y muy posiblemente,
sacar al globo terrestre de su natural eje de rotación. Pero supongamos que
este es un párrafo de una novela de Julio Verne. Sin lugar a dudas y con todo
el respeto que no se merece, para mi Donald Trump es un paranoico obsesivo cuya
megalomanía juntada a su resentimiento hacia los latinoamericanos está por
encima del odio que sentía Hitler por los judíos. Uno de los pilares de la
filosofía de Adolfo Hitler para doblegar al pueblo alemán con su discurso
explosivo, era el Harrenvolk, o principio de la pureza de la raza. Con ese
cuento siniestro llevó a los campos de concentración de Autzwich, Dachaw,
Treblinka, Bergenvelsen y muchos otros más en Alemania, Polonia y Rusia, a
millones de judíos, de gitanos y de comunistas, a los que él consideraba de una
raza infinitamente inferior. La cosa era
en esos tiempos más profunda pero por ahora dejémoslo así. Aterrador es pensar
que el Hitler siglo XXI, llámese Donald Trump, como lo demuestran los
resultados de las elecciones primarías de muchos Estados de la Unión, el
loquito está logrando arrasar. Trump le tiene horadado el cerebro a sus
seguidores con la idea que a los musulmanes hay que acabarlos no importa
incluso que sean originarios de naciones amigas de los Estados Unidos. Y su
proyecto de solución es la misma “Solución final” de Hitler con los judíos
conduciéndolos a un holocausto total. Con el agravante que Trump es más
mortífero que Hitler porque es mucho más bruto y tiene a su disposición armas y
tecnologías diabólicamente más modernas y definitivas. Por fortuna y que nos
sirva de paliativo a los latinos, el mismo Partido Republicano, al que Trump
pertenece con el enajenado furor de un
fundamentalista de ultraderecha, ya se dio cuenta y ya calculó
infinitesimalmente que este hombre puede llevar al armagedón al pueblo
norteamericano. Las Camisas Pardas de Trump, o sea las SS de Hitler, no es otro
que el Ku Kux Klan. El antisemitismo que pregonaba con tanto ardor Hitler a
principios del siglo XX, es el mismo antimusulmanismo y antilatinoamericanismo
que pregona con odio y esquizofrenia Trump, cada vez que abre sus fauces para
expresar la andanada de ofensas y amenazas que él llama orondamente discurso
político. Y también se me mete en la cabeza como una obsesión, que la tragedia
va a durar dos mandos seguidos que podrían llegar a ser de horror, como fue la
tragedia de los judíos en la Segunda Guerra Mundial.