Hace ya varias décadas en las Facultades de Derecho de Colombia se enseñaba que la ley era un precepto de carácter general y abstracto proferido por el Estado en representación y en interés de la Sociedad, cuya finalidad era “mandar, prohibir permitir o castigar”. Ahora, las cosas son distintas: la ley dejó de ser general y abstracta; éstas se hacen sobre pedido y de acuerdo a las medidas y las necesidades de los beneficiarios.
El Congreso Nacional, esa institución que fuera el Templo de la Civilidad Republicana, dejó de albergar a los voceros de la Sociedad y ahora moran allí representantes de intereses mezquinos, egoístas y hasta criminales; las curules del Congreso se compran, se alquilan y se venden al mejor postor; la ley se negocia como una simple mercancía y su contenido siempre beneficiará los intereses de quien pueda pagar su alto costo o detente el poder intimidatorio suficiente para doblegar, con el chantaje o la amenaza, la voluntad de los legisladores.
Los gestores, actores y beneficiarios de la parapolítica que, en los últimos quince años, con su accionar criminal han diezmado la sociedad colombiana; las hordas bajo su mando han dejado en el camino a miles de colombianos muertos y desaparecidos, cuyos huesos se pudren en ignoradas fosas comunes; estos autores intelectuales, ocultos en las ciudades, sin correr ningún riesgo, desataron el monstruo de la violencia y, con su conducta fratricida, han causado innumerables muertes y, es lógico, que deban responder por sus crímenes ante la sociedad colombiana y, especialmente, ante las madres, las viudas y los huérfanos que lloran en silencio a sus seres queridos.
Por el contrario, envalentonados con el poder y la riqueza mal habidos, se resisten a arriar sus banderas de horror y muerte, a arrepentirse de sus malas acciones y a pagar por sus crímenes y, con gran cinismo, reclaman airados un trato de héroes de la democracia por los servicios prestados favor al establecimiento; en lugar de brindar la colaboración y el apoyo a la Justicia para que los encausados por el paramilitarismo paguen por sus crímenes el Señor Presidente pide para ellos el otorgamiento gratuito de la libertad amparándose en una amnistía para los guerrilleros que están pagando su deuda con la sociedad.
Bucaramanga, Mayo 30 de 2007-05-30
REINALDO RAMIREZ