HORACIO SERPA
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Don Julio Nieto Bernal se negó a vivir este año de 2009 que todos califican de convulso y problemático. Su corazón se detuvo repentinamente para que el espíritu, al cual sirvió durante 73 años, fuera a reposar a instancias mejores desde las cuales no se sufren las deslealtades, ni la violencia, ni la corrupción, ni la ordinariez, ni la ignorancia, que tanto le fastidiaron.
Su deceso produjo conmoción. Explicable, porque fue un profesional de las comunicaciones, en las cuales se destacó como uno de los mejores durante medio siglo de actividad. Fue lo que ahora se llama un emprendedor. Tuvo iniciativas que perduran, hizo propuestas que produjeron cambios valiosos en el concepto de lo radial, fue locutor, entrevistador, arreglista, director, de todo hizo, siempre con éxito.
A Don Julio le quedó tiempo para hacerse profesional y aprender varios idiomas, a mas de profundizar en temas diversos de la historia, la geografía, la música, las artes en general, hasta ser considerado un hombre culto.
Dio gusto leer y escuchar tanta apología, tantas notas y frases de exaltación y de lamento a propósito de su súbita partida.
Porque este gran comunicador fue también buen amigo y una persona sobresaliente y afectuosa en los círculos profesionales y sociales que frecuentó. Le tenían respeto y aprecio. Por eso lo han extrañado y con espontaneidad han hablado de su delicada forma de ser y han contado anécdotas que hacen ver sus calidades humanas y sus valores éticos y afectivos.
Sus familiares más próximos han hablado de sus cariños, de su valiosa existencia. Lo recuerdan con admiración y en el explicable dolor de su partida sienten la alegría de haberlo tenido cerca, de haber sentido sus afectos, de haber gozado su presencia y su orientación.
Sentí su fallecimiento. No fui su amigo cercano, ni participé a su lado en alguna actividad profesional, empresarial o política. Desde muchacho supe quien era, por la radio. Lo conocí personalmente durante mi vida política, en la entrevista, en el comentario, en las breves conversaciones que sostuvimos cuando coincidimos en algún acto académico, periodístico o social.
Conocerlo tan esporádicamente, fue grato. Le tomé respeto intelectual y afecto. Lo sentí serio, discreto, culto, analítico, profundo en sus frases cortas, amable en su sonrisa, respetuoso en su voz suave. Lo vi como un periodista en el grado más alto, pero especialmente como un hombre inteligente y bueno.
La inmortalidad se logra cuando se dejan gratos recuerdos, como los dejó don Julio. Personas que lo admiran, colegas que lo elogian, ciudadanos que lo quieren solo por haberlo visto o escuchado, familiares orgullosos de su sangre. Es lo máximo a que se puede aspirar. La gloria solo existe en la mente de quien la anhela. La vanidad es flor de un día. Lo que vale de la vida es la luz del cariño que se enciende con la muerte.
Don Julio Nieto no vivió en vano. Lo voy a recordar con afecto y respeto. Volver a Inicio >
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Don Julio Nieto Bernal se negó a vivir este año de 2009 que todos califican de convulso y problemático. Su corazón se detuvo repentinamente para que el espíritu, al cual sirvió durante 73 años, fuera a reposar a instancias mejores desde las cuales no se sufren las deslealtades, ni la violencia, ni la corrupción, ni la ordinariez, ni la ignorancia, que tanto le fastidiaron.
Su deceso produjo conmoción. Explicable, porque fue un profesional de las comunicaciones, en las cuales se destacó como uno de los mejores durante medio siglo de actividad. Fue lo que ahora se llama un emprendedor. Tuvo iniciativas que perduran, hizo propuestas que produjeron cambios valiosos en el concepto de lo radial, fue locutor, entrevistador, arreglista, director, de todo hizo, siempre con éxito.
A Don Julio le quedó tiempo para hacerse profesional y aprender varios idiomas, a mas de profundizar en temas diversos de la historia, la geografía, la música, las artes en general, hasta ser considerado un hombre culto.
Dio gusto leer y escuchar tanta apología, tantas notas y frases de exaltación y de lamento a propósito de su súbita partida.
Porque este gran comunicador fue también buen amigo y una persona sobresaliente y afectuosa en los círculos profesionales y sociales que frecuentó. Le tenían respeto y aprecio. Por eso lo han extrañado y con espontaneidad han hablado de su delicada forma de ser y han contado anécdotas que hacen ver sus calidades humanas y sus valores éticos y afectivos.
Sus familiares más próximos han hablado de sus cariños, de su valiosa existencia. Lo recuerdan con admiración y en el explicable dolor de su partida sienten la alegría de haberlo tenido cerca, de haber sentido sus afectos, de haber gozado su presencia y su orientación.
Sentí su fallecimiento. No fui su amigo cercano, ni participé a su lado en alguna actividad profesional, empresarial o política. Desde muchacho supe quien era, por la radio. Lo conocí personalmente durante mi vida política, en la entrevista, en el comentario, en las breves conversaciones que sostuvimos cuando coincidimos en algún acto académico, periodístico o social.
Conocerlo tan esporádicamente, fue grato. Le tomé respeto intelectual y afecto. Lo sentí serio, discreto, culto, analítico, profundo en sus frases cortas, amable en su sonrisa, respetuoso en su voz suave. Lo vi como un periodista en el grado más alto, pero especialmente como un hombre inteligente y bueno.
La inmortalidad se logra cuando se dejan gratos recuerdos, como los dejó don Julio. Personas que lo admiran, colegas que lo elogian, ciudadanos que lo quieren solo por haberlo visto o escuchado, familiares orgullosos de su sangre. Es lo máximo a que se puede aspirar. La gloria solo existe en la mente de quien la anhela. La vanidad es flor de un día. Lo que vale de la vida es la luz del cariño que se enciende con la muerte.
Don Julio Nieto no vivió en vano. Lo voy a recordar con afecto y respeto. Volver a Inicio >