Cuando se construyó a la Troncal del Magdalena, cientos de residentes del eje de la vieja carretera de Bogotá a Santa Marta, que pasaba por Barbosa, Socorro, San Gil, Bucaramanga, Rionegro y otros municipios, se quedaron sin camiones para reparar y sin camioneros a quienes ofrecer servicios. Como respuesta nació en San Gil la gran idea de fomentar el turismo y debemos reconocer que ha sido el principal logro del desarrollo regional de las últimas décadas. Así lo consagran además la mayoría de los Esquemas de Ordenamiento Territorial, que incluyen el desarrollo turístico como fuente de empleo.
Sin embargo el turismo se alimenta de dos materias primas: El paisaje natural, que son las montañas, los ríos, los bosques, la selva, etc. que como lo dice Andrés Hurtado García, el de Santander es el mas rico y variado de Colombia. También del paisaje cultural, que básicamente son los pueblos y ciudades, con sus hoteles, restaurantes, carreteras e infraestructura en general.
Durante más de doscientos años “la mejor arquitectura de Colombia” como define Rogelio Salmona la de nuestros bellos pueblos andinos, fue construida, mantenida y mejorada por nuestros antepasados, quienes lograron alta calidad urbana, con sencillas y hermosas edificaciones. No me refiero a sólo a aquellos pueblos ya declarados Patrimonio Nacional, como son Barichara, Girón, San Gil y Socorro, aquellos otros como Charála, Málaga, Curití y Zapatoca, entre otros, muchos los prefieren por encontrarlos menos contaminados y menos afectada su arquitectura por los inmigrantes.
Estos dos componentes, el paisaje natural y el cultural, son para todos los santandereanos nuestra “gallina de los huevos de oro” y lamentablemente la estamos destruyendo. Esto va a tener un gravísimo impacto para el futuro del turismo, cuando los visitantes encuentren los pueblos destrozados y vías invadidas de tugurios, como ya se observa en el cañón del Chicamocha.
Es responsabilidad de los Alcaldes y de la CAS el control del patrimonio, personalmente conté esta semana veinticinco construcciones sobre la vía nacional, entre el puente del Chicamocha a Aratoca, y en tres de ellas pregunté por las licencias y los permisos y la respuesta fue la misma, “eso por acá no se necesita”.
Preservemos este patrimonio, que es nuestra “gallina de los huevos de oro”, que hoy alimenta a mas de doscientos mil santandereanos.