TRAFUGARIO
Por: JOSE OSCAR FAJARDO
El domingo pasado les expliqué
con sobrados detalles por qué me estaba gustando más de la cuenta la selección
colombiana de fútbol y sobra dar explicaciones. El jueves que acaba de pasar, a
eso de las siete de la noche llegué al parque Santander al que hacía mucho
tiempo no veía tan atiborrado de gente. La noche estaba fresca, la catedral de
La Sagrada Familia estaba tenuemente iluminada como siempre pero se le veía
preciosa, y la Orquesta Sinfónica de la UNAB interpretaba una exquisita melodía
de Félix Mendelssohn: Obertura las Hébridas Opus 26. Sin recurrir a
extravagancias en realidad parecía una pequeña ciudad europea. El movimiento
ondular de las hojas de los árboles y la música clásica le daban ese aire como
si fuera una antigua pintura de Manet, y eso hacía el ambiente algo
sobrecogedor. Yo estaba muy emocionado porque, dicha la verdad, eso nunca se
había visto en una feria popular y de las que se acostumbran a realizar en
Bucaramanga dada nuestra herencia cultural.
Pues ya nos habían
acostumbrado nuestros antiguos mandatarios que una feria era una rasca de doce
o quince días aderezada con muertos y heridos y muchos accidentes de tránsito.
Pero los conceptos cambiaron porque hubo alguien que planteó ese cambio
conceptual. Tengo que aprovechar esta tribuna que es mi columna para decirle al
alcalde doctor Luis Francisco Bohórquez y todo su equipo de trabajo, al
director del Instituto Municipal de Cultura, doctor Henry Armando Carrizales,
que este nuevo paradigma de feria y de fiesta en donde prevalece la cultura de
las Bellas Artes, es un paso enorme hacia el establecimiento de una sociedad
indiscutiblemente adelantada. Ahora mismo me viene al pensamiento que Julio
Cortázar, el escritor argentino de “Rayuela”, en su obra cumbre literaria decía
que Buenos Aires era la “París de América Latina” y el desarrollo cultural
hacia las Artes eran sus razones de fondo. Y así vi yo a Bucaramanga en estas
fiestas populares, obvio, guardadas ciertas proporciones. Créanme queridos
lectores, ustedes que me han leído tanto, que no es de ninguna manera
sensacionalismo barato. No. Fue que me gustó tanto el cambio de conceptos
feriales, que me ocurrió lo mismo que con la selección Colombia. Debo confesarles
con toda la humildad que llevo más de la mitad de mi vida metido en el Arte
literario y por eso me emociona tanto. Además las presentaciones teatrales se
dieron en toda la ciudad. Las danzas en el Instituto de cultura.
El teatro callejero en el
parque San Pio y en el parque la Cigarra.
Imposible no destacar también que la empresa privada se metió la mano al
bolsillo y por decir algo, lo de Colombia moda fue todo y más que un éxito. Es
cierto que a mucha gente no le gustó para nada este nuevo modelo de feria que
se puso en escena para esta fecha. Incluso oí gente renegando porque ellos
querían el bebido y el circo de siempre, y eso es normal. Ellos ya lo
entenderán cuando alguno de sus hijos les explique que la vistosidad y la
alegría de una fiesta popular, no es directamente proporcional al consumo de
licor y de algunas otras cosas. Alguna vez lo entenderán, y entonces se darán
cuenta que el Arte popular tiene y maneja contenidos más valiosos que un
diluvio de toneladas de artimañas de colores con las que se ha engañado,
alienado y persuadido a la gente desde las historias más antiguas hasta las más
recientes. Bucaramanga, como la primera
ciudad del nor-oriente colombiano, tiene mucho para dar por su diversidad costumbrista
y por su trasferencia cultural con la costa Caribe y con la República
Bolivariana de Venezuela, así muchos digan que no. La Etnia europea venida a
este territorio durante la colonia podría dar algún indicio. Solamente lean La
“Culebra Pico de Oro”, y después ustedes me dicen si definitivamente yo estoy
MFP. Reitero mis aplausos para el señor alcalde, para el director de Cultura y
para todo su equipo de trabajo. Y eso que no hablé del intercambio comercial
con la Costa y Venezuela que pesa mucho más.