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martes, 19 de junio de 2007

LAS PEZUÑAS DE LA PARAPOLITICA

Por: Reinaldo Ramírez


Es evidente para cualquier observador desprevenido que las pasadas elecciones en los Estados Unidos que le dieron al Partido Demócrata el control del Congreso de ese país están generando profundos replanteamientos en la cúspide del poder imperial, tanto en el aspecto político, como en el campo económico y militar.

El esquema económico neoliberal, basado en la concentración del capital y la globalización de la pobreza, está haciendo agua en todo el mundo capitalista; la exagerada concentración de la riqueza en los monopolios trasnacionales ha privado, en el mundo, a millones de personas de las condiciones mínimas de supervivencia y estas grandes masas humanas, que día a día se multiplican, carecen, por lo mismo, de ingresos para adquirir los bienes y servicios producidos por las fábricas que le dan rentabilidad y oxigenan el capital; por esta razón el capital termina asfixiado por su propio éxito.

La estrategia militar de la dominación y el mantenimiento del sistema económico imperial, igualmente está en crisis; los esquemas de dominación de los pueblos sometidos mediante sus tropas de ocupación y su chantaje nuclear sobre las demás naciones pierden a diario la eficiencia de otros tiempos; los métodos de represión violenta empleados por los Estados Unidos y las ventajas tecnológicas de su maquinaría bélica están siendo superadas por la resistencia empecinada de los nativos de los países dominados.

A partir de la década de los años ochenta el Gobierno de Ronald Reagan y sus sucesores, pusieron en práctica la creación de bandas paramilitares tanto en América Latina como en Asia; esté método criminal de contención social en países como Colombia, creció y se desarrolló bajo el estímulo y la protección de los poderes institucionales que, con la excusa de la lucha antisubversiva, cumplen la misión específica de apoyar a las fuerzas regulares de los estados, en la tarea de hacer el trabajo sucio y reprimir, matar y desaparecer a los descontentos.

En Nicaragua, país que luego de una cruenta guerra logró derrotar la vieja y decrépita dictadura Somocista que gobernó ese país con mano de hierro para defender los intereses norteamericanos, vimos surgir la llamada “contra” dirigida descaradamente por asesores gringos y financiada por el imperio, inclusive mediante el tráfico de drogas, con la misión específica de desestabilizar el Gobierno Sandinista e impedir la realización de sus programas de reconstrucción social y desarrollo de ese país.

En nuestro país, el proyecto paramilitar tuvo por modelo la contra nicaragüense y hace parte de la estrategia norteamericana de la guerra preventiva contra las fuerzas políticas y sociales que irrumpen en la sociedad y cuestionan su política de expoliación y dominación; sin embargo, el brutal proceder del paramilitarismo se ha desbordado y ha ganado el descrédito y el rechazo de la sociedad; ahora, alarmados y temerosos por el peligro que representan sus antiguos socios, sus gestores y beneficiarios tratan de recuperar el mando sobre sus huestes criminales cuyos jefes se sienten usados y discriminados; son concientes que en la repartija de los beneficios económicos y el poder político acumulados han sido ignorados.

Los comandantes y las tropas paramilitares, tanto los desmovilizados como los que continúan armados y en actividad, se han constituido ahora son un peligro para el establecimiento por la capacidad de chantaje que les otorga su poder militar y económico y la información que poseen; sus jefes políticos, escudados en el poder del Estado buscan eludir por todos los medios su responsabilidad en la creación y dirección de este aparato criminal; los creadores de esta monstruosidad están siendo víctimas de su propio invento.

En la actualidad los promotores del paramilitarismo en Colombia están intranquilos porque tienen pocas alternativas frente a los ejecutores de su política de sometimiento de la población a sangre y fuego: si los condenan a prisión, por leves que sean las condenas, los encausados pueden denunciarlos en cualquier momento y, si los dejan en libertad, como parece ser la estrategia, siempre existirá la posibilidad de que sus antiguos socios y aliados les hagan exigencias difíciles de satisfacer; por otra parte, ante la comunidad internacional es imposible justificar la impunidad de los autores materiales de los crímenes cometidos.

Por su parte, Estados Unidos se lavará las manos frente al paramilitarismo y terminará poniendo en práctica el mismo libreto empleado con Noriega, Fujimori, Pinochet y muchos otros gobernantes títeres que han defendido los intereses del imperio en Latinoamérica.
Bucaramanga, Junio 19 de 2007
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Comentario 1:
1 comentario -

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Feliciano Esparza dijo...
Doctor Reinaldo Ramírez. Su pensamiento es el de miles de colombianos y le agradecemos su comentario porque para muchos es una satisfacción que una persona como usted hable por otros que aun cuando tenemos esas ideas no las sabemos ordenar y no tenemos la oportunidad de expresarlas por un medio que llega a millones de compatriotas. Felicitaciones y siga ilustrandonos. atentamente Feliciano Esparza
20 de junio de 2007 16:06
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