Horacio Serpa
El
Partido Liberal ha asumido el reto de ser la vanguardia de las reformas
esenciales que necesita el país. El marco en el que se realizarán será el de la
paz. Si las farc y el eln renuncian a la lucha armada, será gran avance pero no
suficiente. Necesario hacer la reforma rural agraria, por ejemplo, como la
reforma educativa, la de la salud. Muy importante, inaplazable, modificar el
modelo económico de desarrollo.
Si
no se hacen las reformas, a fondo, para transformar el país, muy poco será lo
que gane la mayoría de los colombianos. Continuará la desigualdad, el
desempleo, la discriminación y mala calidad de la educación, la destrucción de
nuestra riqueza natural y la fragilidad del sistema de salud, con “paseos de la
muerte”, tutelas, decrepitud de los servicios de urgencia, consultas tres o
cuatro meses después de solicitadas y enormes despilfarros. No es lo que
quieren los colombianos. No es justo.
Los
partidos políticos, con el compromiso de los demás estamentos sociales y
empresariales, tienen la responsabilidad de los cambios. Si el Partido Liberal
quiere subsistir y de nuevo volver a ejercer el liderazgo político,
necesariamente tiene que optar por ser el principal agente de las
transformaciones nacionales. Lo fue en otras épocas, cuando gozaba de la
confianza y aún del delirio de la mayoría del pueblo. Hoy tiene de nuevo la
oportunidad.
Se
ha propuesto que para las elecciones del año entrante la Unidad Nacional asuma
el compromiso de presentar candidaturas conjuntas. Es una iniciativa viable que
permitirá importantes victorias a los partidos amigos del gobierno del
Presidente Santos. Con seguridad en muchos municipios y departamentos serán
posibles los acuerdos, y en otros se establecerán reglas para que las campañas
no se vuelvan pugnaces y desagradables entre fuerzas políticas amigas.
Las
elecciones del año entrante serán un reto especial para medir el prestigio del
Presidente Santos y la solidez de su gobierno. También constituirán una
oportunidad para Centro Democrático, empeñado en sumar a su sector dirigente
muchos Alcaldes y Gobernadores. Otra vez, como hace 22 años, el tema de la paz
y de la guerra incidirá en los resultados.
Octubre
de 2015 será la fecha de apertura para las elecciones presidenciales de 2018.
Parece lejos, pero en política los tiempos transcurren a velocidades
increíbles. Será una carrera de vértigo, entre los uribistas tratando de
recuperar el poder y el Presidente Santos, con sus amigos, viendo la forma de
mantener los acuerdos de paz, que para entonces ya deben estar aprobados y en
plena ejecución.
Al
Partido Liberal le toca pensar con criterios de largo plazo. Para sacar
adelante las reformas, que desde ahora debe volver un compromiso nacional,
requiere que una mujer o un hombre de sus filas, de las nuevas generaciones,
demócrata, con insobornables perfiles sociales, asuma la Presidencia de la
República. ¿Quién? Por ahora basta con definir que en el 2018 habrá candidatura
liberal.
Bogotá
D.C., 30 Noviembre, 2014