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sábado, 17 de octubre de 2009

TRAFUGARIO


----------------------------Por: JOSE OSCAR FAJARDO


SIN GLORIAS Y SIN VERGÜENZAS

Aclaro que yo no es que esté adjetivando a los jugadores de la selección Colombia de desglorificados y sinvergüenzas. No faltaba más. Fíjense que existe un espacio entre los vocablos sin y vergüenza, que de esa manera resultan inofensivos. Lógico que unidos, se trasforman en una palabra altamente peyorativa, y ellos, verdá’ pa’ dios santísimo, no se lo merecen. Lo que pasa es que acaba de terminar la ronda clasificatoria para el campeonato mundial de fútbol a realizarse en el 2014 por allá en el rabo de Africa, y uno no se explica cómo, o cuántas han sido las razones por las cuales esta ha sido apartada del evento. Porque uno encuentra normal que eliminen de la contienda a equipillos como Brasil, Argentina, Inglaterra, Italia, España u Holanda, por mediocres. Pero a Colombia no. No de ninguna manera porque el de Colombia es un fútbol que inspira respeto, y acto seguido voy a explicarles por qué. Uno. Porque tiene la federación de fútbol, el máximo organismo rector en cada país de los que pertenecen a la FIFA, más impoluta, sana, eficaz, sagrada, consagrada, santa, clara, preclara, honesta, sincera, honrada, superhonrada, hiperhonrada, y otros calificativos tan grandes que uno pudiera llegar a creer que se trata de los puros dioses, sin mamarles gallo y menos irrespetarlos, del Olimpo.

 Pero de ése Olimpo que está en el cielo donde se ubica la santísima trinidad. Y dios, lógicamente. Dos. Porque los jóvenes futbolistas, muy responsables ellos, se corren la cancha los noventa minutos y sudan de tal manera la camiseta, que casi todas esas prendas, en algunas ocasiones se han derretido como se derrite una babosa por los efectos corrosivos de la sal emanada de sus propios cuerpos. Y tres. Porque tienen un director técnico que bien pudiera estar dirigiendo la selección de fútbol del cielo, o en su defecto, al Atlético Mamaruca o al Real Somondoco. Bueno.

Ahora sí hablemos en serio. De antemano le presento mis sinceras excusas a los que de pronto se sientan ofendidos por lo que he dicho hasta el momento y por lo que voy a seguir diciendo. ¿Será que la selección colombiana de fútbol es un vivo pero triste reflejo de la realidad social colombiana? Resquebrajada, destartalada, descuadernada, engañada vilipendiada, empobrecida, pauperizada, agredida, humillada… Recuerden que las cosas se parecen a su dueño y que hijo de tigre nace pinta’o. Claro que yo no creo que lo de la eliminación de la selección al mundial sea un falso positivo, o los efectos tardíos por la crisis del desempleo, o por la baja del ingreso per cápita. Yo no puedo creerlo.

 Pero de lo que sí estoy totalmente seguro es que como está el fútbol colombiano, no volveremos nunca ni siquiera a un campeonato mundial de tejo. Y lo que más preocupa es que en verdad uno acierte en el concepto en que la crisis del fútbol sea directamente proporcional a la crisis social que estamos viviendo los colombianos. Porque estaríamos entrando a un punto que los físicos nucleares llaman “la masa crítica” ¿Qué antecede la explosión nuclear? Y todavía un director técnico como Gabriel Ochoa Uribe, a quien respeto enormemente, sale a decir en televisión con la frescura de un trasatlántico, que hay que respaldar al técnico Lara para que culmine su proceso. ¿Se referiría el doctor Ochoa Uribe, a quien respeto demasiado, repito, al proceso de extinción del fútbol colombiano? Menos mal que Lara es un hombre honesto y parece que renuncia definitivamente a la selección de mayores. Ojalá. Entre otras cosas, ojalá es una palabra de origen árabe que quiere decir, “con la ayuda de Alá”, es decir, hay que meterle dioses extranjeros a la selección Colombia para que funcione.

 Porque ya se probaron la mayoría de los magos nacionales y todos fueron una pifia no tanto por culpa de ellos dado que hay unos muy buenos, como Jorge Luis Pinto, sino por conducto de una Federación “ahíta de abejas”, con meros intereses personales. Ellos, y la actitud apátrida de los jugadores, constituyen la culpa de la extinción del fútbol colombiano. Borrar del mapa la actual Federación y un director técnico extranjero con sendos testículos, conforman el perfecto remedio casero sin necesidad de un referendo.  Así es Bucaramanga >

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