Elnuevosiglo.com Colombia, miércoles 10 de junio de 2009
HORACIO SERPA
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La Organización de Estados Americanos, OEA, tomó una determinación histórica al derogar la resolución emitida el 31 de enero de 1962, mediante la cual se expulsó a Cuba del Sistema Interamericano. Se necesitaron 47 años y un cambio esencial en el clima político mundial para tomar una decisión de esa magnitud que abre nuevas esperanzas de integración Americana.
La expulsión de Cuba de la OEA se dio en el marco de la guerra fría, cuando Estados Unidos impulsó ese mecanismo para aislar a los regímenes Marxistas. Colombia fue promotor de esa medida, que acabada la guerra fría y registrado el fin del Comunismo parece una estatua a la intolerancia y una bofetada a la inteligencia.
La nueva decisión interpreta las actuales realidades globales y, sobre todo, los profundos cambios que ha vivido el continente, gracias a los mandatos de izquierda democrática de Lula en Brasil, Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Michelle Bachelet en Chile, Cristina Krischner en Argentina, Mauricio Funes en El Salvador y Fernando Lugo en Paraguay.
También, a la presencia de Barack Obama, quien cambió los paradigmas y está imponiendo una agenda de entendimiento y diálogo entre los pueblos. Con Bush en la presidencia era impensable una medida de ese tipo, principalmente por el influyente lobby que ejerce la extrema derecha cubano americana, que con sus Senadores y Representantes alzaba la voz en Washington y Miami cada vez que se insinuaba un cambio de política hacia la isla.
Con Obama y Hillary Clinton la política internacional de Estados Unidos ha dado un giro radical, que va más allá de la guerra en Irak o Afganistán, y tiene como norte recuperar el respeto y la dignidad del pueblo norteamericano, desprestigiado por los anteriores gobernantes, quienes violaron las normas del derecho internacional, trapearon con Naciones Unidas y manosearon a la OEA hasta el cansancio.
Volver a mirar hacia América Latina pasa por el meridiano de reivindicar a Cuba en la OEA. Así lo ha entendido Obama. Y lo hace, además, por razones estrictamente pragmáticas: entre más aliados tenga Estados Unidos, mejor. Y, de paso, le quita el sabor amargo a las demandas recurrentes de los países amigos de Cuba para alcanzar ese reintegro.
Cosa que, por lo demás, no sucederá. Fidel y el gobierno de la Isla han sido claros en que no volverán a la OEA, sino que Cuba espera el fin de ese sistema y la construcción de otro escenario.
HORACIO SERPA
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La Organización de Estados Americanos, OEA, tomó una determinación histórica al derogar la resolución emitida el 31 de enero de 1962, mediante la cual se expulsó a Cuba del Sistema Interamericano. Se necesitaron 47 años y un cambio esencial en el clima político mundial para tomar una decisión de esa magnitud que abre nuevas esperanzas de integración Americana.
La expulsión de Cuba de la OEA se dio en el marco de la guerra fría, cuando Estados Unidos impulsó ese mecanismo para aislar a los regímenes Marxistas. Colombia fue promotor de esa medida, que acabada la guerra fría y registrado el fin del Comunismo parece una estatua a la intolerancia y una bofetada a la inteligencia.
La nueva decisión interpreta las actuales realidades globales y, sobre todo, los profundos cambios que ha vivido el continente, gracias a los mandatos de izquierda democrática de Lula en Brasil, Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Michelle Bachelet en Chile, Cristina Krischner en Argentina, Mauricio Funes en El Salvador y Fernando Lugo en Paraguay.
También, a la presencia de Barack Obama, quien cambió los paradigmas y está imponiendo una agenda de entendimiento y diálogo entre los pueblos. Con Bush en la presidencia era impensable una medida de ese tipo, principalmente por el influyente lobby que ejerce la extrema derecha cubano americana, que con sus Senadores y Representantes alzaba la voz en Washington y Miami cada vez que se insinuaba un cambio de política hacia la isla.
Con Obama y Hillary Clinton la política internacional de Estados Unidos ha dado un giro radical, que va más allá de la guerra en Irak o Afganistán, y tiene como norte recuperar el respeto y la dignidad del pueblo norteamericano, desprestigiado por los anteriores gobernantes, quienes violaron las normas del derecho internacional, trapearon con Naciones Unidas y manosearon a la OEA hasta el cansancio.
Volver a mirar hacia América Latina pasa por el meridiano de reivindicar a Cuba en la OEA. Así lo ha entendido Obama. Y lo hace, además, por razones estrictamente pragmáticas: entre más aliados tenga Estados Unidos, mejor. Y, de paso, le quita el sabor amargo a las demandas recurrentes de los países amigos de Cuba para alcanzar ese reintegro.
Cosa que, por lo demás, no sucederá. Fidel y el gobierno de la Isla han sido claros en que no volverán a la OEA, sino que Cuba espera el fin de ese sistema y la construcción de otro escenario.
Pasará algún tiempo antes de que se construya un nuevo espacio de integración regional que incluya a Cuba y a Estados Unidos en el mismo tinglado. Será cuestión de tiempo y de muchas negociaciones.
Lo que debería seguir, y ese debe ser el próximo paso de esta estrategia de integración de Cuba, es el levantamiento del embargo económico, decretado unilateralmente por Estados Unidos desde hace más de cuatro décadas. Esa medida ha sido un estruendoso fracaso y una afrenta para los latinoamericanos. Más noticias >