------------------------------------Por: JOSE OSCAR FAJARDO
SI ME PISA LO MATO
Hace algunos años me explicaba un
amigo mío, ingeniero mecánico, que en el pueblo de él, un tipo le pisó un callo
a otro, y este en medio de tan terrible dolor, sacó su pistola y a bala lo
despachó. Lo tostó. Hasta ahí eso es normal en este país del Sagrado Corazón en
donde hasta el Sagrado Corazón carga pistola.
Pero lo que más me dejó perplejo, fue que mi amigo, ingeniero, repito, o
sea que no era tan bruto, casi se rasga la camisa y casi se parte los dedos de
las manos de tanta fuerza que hacía con el fin de convencerme de que de ahí, de
ese delito, había nacido la figura jurídica de “Ira e intenso dolor”, hoy
desaparecida de los códigos colombianos.
Menos mal. Porque yo me acuerdo que antes de eso, y eso no hace muchos
años, un tipo pillaba a la consorte “pedaliando” con Jaimito el lechero, con el
vecino o con el panadero, y eso lo autorizaba automáticamente para que, en
medio de su “ira e intenso dolor”, le traspasara a bala el tafanario al
agresor. Incluso lo autorizaba para que
lo quebrara. Digo que afortunadamente dado que ya no funciona semejante atenuante tan “descachimbado”, porque de lo
contrario ya no existirían las tres cuartas partes de la población del país con
lo cachones que somos los colombianos. Si hay alguien por ahí un poco colorado,
que tire la primera piedra que yo le ofrezco un reportaje en el New York Times
de cualquier manera.
Cómo será entonces si se lleva a cabo
o se aprueba el proyecto que permitirá más armas en la calle. Porque, así
ustedes no lo crean, unas 381 mil armas de fuego, que están en poder de los
ciudadanos, y que tienen sus salvoconductos vencidos, regresarán a las calles
por conducto de un proyecto de ley que se estudia actualmente en el Congreso de
la República. Vaya, vaya, vaya que es cierto y no se trata de una parrafada de
El otoño del Patriarca. Pero váyanse decúbito dorsal y vean lo que dice el
informe oficialmente: “La idea es simplificar la renovación de los permisos
para el porte legal de armas, y abrirle el camino a quien las tenga en su poder
para que las usen o las devuelvan a las autoridades correspondientes.
El
proyecto plantea que en cualquier momento la persona pueda renovar su
salvoconducto sin pagarle intereses al Estado”. Ahora miren estas perlas que
entrega medicina legal considerando el tema y teniendo en cuenta la estadística
real. De 1.486 muertes violentas que se han registrado en lo que va corrido del
año en Bogotá, 520, o sea el 34.9% fueron ocasionadas con armas de fuego. Y según las cifras entregadas por
la Secretaría de Gobierno del Distrito, el 91% de las armas incautadas y que
están relacionadas con algún homicidio, no tienen salvoconducto. También queda
claro que muchas de las armas con que se cometen homicidios a diario, están
amparadas con salvoconductos legales entregados por el Estado. ¿Entonces? Como
siempre: “Fue que Tongo le dio a Borondongo y Muchilanga le dio a Bernabé”. Yo
lo veo así de sencillito. Con ese nivel de agresividad que tenemos los
colombianos por la herencia cultural de 200 años de guerras, genéticamente producto
de español ratero con india violada, con índices progresivos de alcoholismo,
drogadicción y prostitución en todas las edades concebibles, con semejantes
desempleo tan asfixiante y corrupción tan aberrante, surge la pregunta del
billón: ¿En qué momento se jodió Colombia? Porque es que en el país, a ojos
vistas de la humanidad, cualquier mequetrefe o cualquier badulaque retrasado
mental carga un arma de fuego y no exactamente para jugar a “Tipos y Apaches”
sino para matar de verdad. ¿Y todavía el Congreso Nacional estudia la
posibilidad de legalizar 300 y picodemil chopos más para paliar la situación? Y
lo peor de todo es que la gente ya se acostumbró a la fragilidad de la vida y a
la cotidianidad de la muerte como se la quieran dar.