Trafugario
Hace quince días en esta misma
tribuna yo denuncié sin agüero que en las elecciones de consejeros culturales
departamentales se habían presentado vergonzosas irregularidades como eran las
de elegir, a punta de mafia, representantes de algunas disciplinas artísticas a
“tipejos” que poco o nada tienen qué ver con las Bellas Artes. Que la
secretaria departamental de cultura, doctora Luz Mary Hernández, habiéndose
cerciorado de los hechos, no tomó las medidas correctivas que ha debido tomar. Por
eso afirmé sin dudarlo que en Santander no paga ser “intelectual pilo” porque
eso, el mismo gobierno se lo congratula a coñazos. Es decir, a los mismos
gobernantes les vale “güevo” que la gente se empecine con el Arte. Los verdaderos
artistas que miren a ver a quién roban para que hagan su Arte. Entre otras
cosas no han dado respuesta oficial a la impugnación que se hizo por la
“fechoría” en la elección del representante de Literatura. Creo que ni la
darán. Pero como si eso fuera “pescao”, hace poco estuvo en Barbosa el
secretario de Agricultura, doctor Alejandro Gil, quien venía con la orden
expresa de adelantar la discusión, concertación y ajuste del proyecto
agroindustrial, asociado a la Planta de Exportación de Bocadillo Veleño. Pero
resulta que para exportar bocadillo veleño, elemental mi querido Watson,
primero hay que fabricarlo. Pero antes que eso, primero hay que cultivar y
producir guayaba. Pero mucho más antes que eso, hay que reorganizar y
tecnificar su producción que es de 70 mil millones de pesos al año.
Se tienen actualmente dos proyectos
productivos de guayaba, uno para 100 familias y otro para 1500 familias entre
productoras de guayaba y hoja de bijao para el empaque. Porque la verdad monda
y lironda es que, el 80% de la guayaba procesada, viene de otras regiones del
país. Téngase en cuenta que hoy se necesitan 1.000 hectáreas en cultivos de
guayaba para abastecer las fábricas actuales, y 1.000 más para incursionar en
el mercado en fresco. A estas alturas del partido el Secretario de Agricultura
propone que los recursos del Incoder, del Estado, 750 millones de pesos, sean
para un proyecto de repoblamiento de la planta, para procesos sanitarios y para
el cultivo de la hoja de bijao utilizado en el empaque artesanal. Mejor dicho,
reitero para mayor claridad y convicción del lector, el doctor Gil argumenta
fríamente, que se puede hacer lo siguiente: “La Cadena Productiva de la
Guayaba, debe acordar financiar el proyecto de transformación, aprovechando los
recursos del Incoder para este año, de 750 millones de pesos”. Entonces el doctor
Guillermo León Castillo Estévez, secretario técnico de la Cadena de Producción
de Guayaba y representante oficial del Ministerio de Agricultura, le aclara que
“bienvenidos los recursos del Incoder, pero que, dónde están los recursos de la
Gobernación para la parte productiva”. El doctor Gil le contesta con la
frescura de un trasatlántico que, “en estos momentos no tenemos recursos para
esto; tenemos muchos compromisos ya adquiridos y yo no me puedo comprometer”.
Dios de los cielos, digo yo. Entonces si no hay plata ¿A qué carajos fue el
doctor Gil a la reunión? ¿A qué lo mandó el Gobernador? Deduzco que a mamarle gallo a miles de
familias que viven de la producción del bocadillo veleño. O a sabotear nuestra
herencia cultural que es un legado de los indios Cocomés, de los Agataes y de
los Chipataes. Dios quiera que yo esté
equivocado porque sería muy lamentable, además de un fracaso político, que el
Gobernador se prestara para semejante felonía. Lo mismo que pasó con la
elección de los consejeros culturales hace unas semanas atrás. Y se quedaron
muertos de la risa.