sábado, 23 de octubre de 2021

Ver para creer

Mario González Vargas
Unos de los efectos inesperados de la pandemia ha sido el de atizar el inconformismo creciente con las instituciones surgidas de los procesos de integración y cooperación en varios continentes. La insolidaridad de los estados miembros que mantuvieron la producción de tapabocas, ventiladores y medicamentos y de sus farmacéuticas, avivó esa desconfianza en unas instituciones que paulatinamente se fueron convirtiendo en vehículos de Ideologías de deconstrucción y no de creación, refugio dorado de activistas y militantes, y arúspice pretensioso de épocas traumáticas, que luchan por imponer a cualquier costo, incluido el de la fractura del sistema que han infiltrado.

En la Unión Europea han surgido las primeras manifestaciones que desafían la prevalencia de las disposiciones comunitarias sobre los ordenamientos constitucionales de los Estados miembros, expresadas en sentencias de la Corte Suprema de Alemania y en la de Polonia, ambas coincidentes en que la competencia de los órganos de la Unión se limita a los asuntos que expresamente se le han delegado. Consideran que la soberanía es un atributo de estados soberanos que ejercen control sobre un territorio determinado, cuyas instituciones se fundan en la voluntad popular conferida por la soberanía que les es intrínseca. Por consiguiente, no existe el pueble europeo que ejerza tales potestades, muchas de ellas prerrogativas de la soberanía y voluntad populares expresadas democráticamente, ni pueden organismos comunitarios, incluidas sus Cortes de Justicia, decidir sobre asuntos propios y exclusivos de la voluntad popular de cada estado soberano. La invasora presencia en la burocracia y en las Cortes de la Unión Europea de personas provenientes de la organización Open Society Justice y de las onegés que ella financia con abundancia, ha obligado a investigar, no solamente los posibles y eventuales conflictos de intereses que se han dado, sino también la promoción de elementos culturales traducidos a concepciones político-ideológicas contrarias a las que sustentan las instituciones y la voluntad popular de los estados miembros.

Si por los lados de la Unión Europea llueve, en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos no se escampa. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha venido albergando exclusivamente a personas provenientes de Open Society y de las onegés que ésta financia, a tal punto que en su nómina hoy parece no haber espacio para comisionados independientes, situación que se pretende consolidar con la propuesta de un Comité Consultivo, sin participación de los Estados miembros, responsable de dictaminar la idoneidad de los candidatos nominados a ocupar asiento en la Comisión. De lograrlo, se aseguraría la preeminencia y continuidad del sesgo ideológico que caracteriza sus intervenciones y recomendaciones que cada vez adquieren un carácter intervencionista abusivo de sus competencias y misión, paradójicamente cuando afectan regímenes democráticos, siempre abiertos a garantizar el respeto de los DDHH de sus nacionales.

En Colombia ese pernicioso virus parece contagioso Así lo atestigua la insólita e inconstitucional proposición del Senado creando una comisión binacional con Venezuela para: normalizar relaciones diplomáticas; y comerciales y verificar las buenas relaciones comerciales entre ambos países, atribuyéndose olímpicamente competencias del presidente de la República. Ver para creer.

La abolición de la ley de garantías, legitima la corrupcción

Por: Bernardo Socha Acosta
Las llamadas mayorías del Congreso de la república (si así se le puede llamar) están dando la estocada a la poca credibilidad que tiene ese ente del poder legislativo, al que ya el pueblo repudia y rehúsa por sus acciones en favor de la corrupción.

El pueblo colombiano coincide unánimemente en afirmar que las mayorías del Congreso (con el caso de la Ley de garantías) legislan para legalizar los actos corruptos y poder así el actual gobierno disponer de los bienes del estado para apropiarse de las próximas elecciones.

Y es que el acto tan despreciable que cometió la presidenta de la Cámara cuya confirmación adjuntamos en esta gráfica, líneas abajo, deja la peor de las impresiones  de la forma como una congresistas del partido de gobierno se descara y le da órdenes a otros legisladores para que voten el proyecto en pro de complacer sus voraces apetitos, y el de sus amigotes. No ve la hora la congresista, de abrir el camino para que desde su grupo político se violen los más elementales principios de honestidad durante las apetecidas campañas políticas del despilfarro y derroche de dineros y en esta ocasión de los dineros del estado colombiano sin limitaciones legales (ya sin ley de garantías) que los obstaculice.

Por estos actos de corrupción que se urden y se legitiman desde, donde se hacen las leyes, es que el pueblo sensato y trabajador (no el que se alimenta de las roscas politiqueras) pide a gritos el cambio de las castas políticas o politiqueras que se han devorado al país en los últimos años y solo buscan al pueblo para que paguen con sus impuestos lo que sus compinches se devoran para luego volverse a presentarse en nuevas elecciones, con distintos nombres pero con los mismos fines lucrativos y corruptos.

La única esperanza de los colombianos para que la nueva ley que abolió la de garantías, no entre en vigencia con la anuencia del presidente de la república, es la Corte Constitucional, que deberá decir si es lícito o ilícito acabar de un tajo la Ley de garantías para abrirle el camino a la GALOPANTE corrupción que se incrementa por la temporada de campaña política, donde quienes están en el poder se aprovechan para profundizar su accionar.

martes, 19 de octubre de 2021

Revelaciones del informe: Los Papeles de Pandora

Tomado del New York Times, versión en español 
Lo que los Papeles de Pandora exponen
18 de octubre de 2021
Por Nicholas Shaxson

Es el autor de Treasure Islands: Tax Havens and the Men Who Stole the World y The Finance Curse: How Global Finance Is Making Us All Poorer.


En 1969, dos años después de que las Islas Caimán, un territorio británico, aprobaron su primera ley para permitir fideicomisos secretos de baja fiscalidad, un informe oficial del gobierno abordó una nota siniestra. Advertía que una oleada de propuestas deslumbrantes de desarrolladoras privadas estaba llenando las islas. Las Islas Caimán se estaban convirtiendo rápidamente en un Estado capturado por finanzas turbias.

Esos fueron los inicios punzantes de un sistema moderno que evidenciaron los Papeles de Pandora, una enorme filtración de datos que coordinó el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación. Los documentos expusieron un revoltijo de acuerdos financieros cuestionables y secretos que involucran a más de 330 políticos y funcionarios públicos de más de 90 países y territorios, y a más de 130 multimillonarios de Rusia, Estados Unidos y otras partes del mundo. Quedó expuesta una serie desconcertante de artimañas y acumulación de riqueza, en muchos casos de las mismas personas que deberían castigarlas.

Las revelaciones, publicadas el 3 de octubre, tienen un alcance mundial. No obstante, si hay un país en el corazón del sistema, es el Reino Unido. Junto con los territorios de ultramar que controla parcialmente, el Reino Unido es fundamental en el encubrimiento de efectivo y activos a nivel mundial. Como dijo un miembro del partido gobernante, el Partido Conservador, es “la capital mundial del lavado de dinero”. Y la City de Londres, su centro financiero chapado en oro, está en el núcleo del sistema.


Para el Reino Unido, cuyo sector financiero desmesurado exacerba problemas económicos generalizados, eso es bastante malo. Para el mundo, a merced de un sistema económico amañado en favor de los ricos, es todavía peor.

El ecosistema de baja fiscalidad es, a propósito, endiabladamente complicado. Muchos instrumentos intrincados y opacos —entre ellos fideicomisos extraterritoriales, lagunas fiscales y empresas fantasma—, además del secreto bancario y regulaciones financieras negligentes, envuelven los activos de los ricos en una neblina legal turbia. Un elemento crucial son los paraísos fiscales, como las Islas Cook, las Islas Vírgenes Británicas y Jersey (una de las islas del canal de la Mancha), que pueden operar como guaridas de contrabandistas. Los ricos y los nefandos esconden su dinero ahí para protegerlo, pero también para escapar de las reglas, las leyes y los impuestos que no les gustan.

La riqueza que guardan los paraísos fiscales es asombrosa: los estimados van de 6 billones de dólares a 36 billones de dólares. Y algunos paraísos fiscales están más cerca de casa de lo que uno se podría imaginar. Desde hace tiempo, Estados Unidos, con sus sospechosas empresas fantasma de Delaware y fideicomisos de Dakota del Sur, ha sido una parte importante del sistema secreto. Un grupo de países europeos, entre ellos Luxemburgo, Irlanda y Suiza, ofrecen otro menú de rutas de escape. Claro está, Asia tiene a Hong Kong y Singapur.

Pero la red británica sin duda es la más grande. El Índice de Secreto Financiero de Tax Justice Network, una clasificación de los paraísos fiscales, muestra que el Reino Unido y su “telaraña” de satélites extraterritoriales están en primer lugar. Más de dos terceras partes de las 956 empresas que los papeles de Pandora vinculan con funcionarios públicos fueron establecidas en las Islas Vírgenes Británicas.

La City de Londres es crucial para el proceso. Por medio de cotizaciones en mercados bursátiles internacionales, compra y venta de divisas, emisión de bonos y más, la City maneja actividades financieras perfectamente respetables de todo el mundo. Sin embargo, también es el centro neurálgico del sistema extraterritorial más oscuro del planeta que oculta y protege la riqueza robada del mundo.

La City, otrora corazón latiente de las finanzas del Imperio británico, se ha reconstruido como un conducto vital para todos los tipos de capital internacional. El momento clave llegó cuando, en plena descolonización, el Banco de Inglaterra dejó que el país fuera el anfitrión del nuevo mercado del eurodólar. Este fue un espacio extraterritorial casi sin regulaciones y muy rentable, separado de la economía británica, donde los bancos extranjeros, la mayoría estadounidenses, podían hacer cosas que no se les permitía hacer en casa.

En los años setenta, este mercado de rápido crecimiento comenzó a unirse con los paraísos fiscales del Reino Unido y otros más hasta formar una red perfectamente integrada a nivel mundial. Desde entonces, los paraísos fiscales británicos han actuado como vehículos recolectores de diversas actividades financieras de todo el mundo, legales o no, que a menudo le encargan el trabajo contable, bancario y jurídico a empresas en la City.

En conjunto, han causado un daño incalculable. La recaudación impositiva que se ha perdido es impactante: las corporaciones usan los paraísos fiscales para dejar de pagar un estimado de 245.000 millones a 600.000 millones de dólares al año (un nuevo acuerdo global para que haya un impuesto corporativo mínimo del 15 por ciento detendrá esas pérdidas). Los individuos también guardan extraterritorialmente vastas cantidades de dinero.

No obstante, los impuestos tan solo son parte de la historia. El juego mundial del engaño que han jugado durante décadas los ricos y sus funcionarios en la City ha erosionado el Estado de derecho y ha acabado con la confianza de la ciudadanía en el sistema.

Después de la crisis financiera mundial de 2008, la cual expuso los excesos extravagantes del sistema financiero, hubo algunos esfuerzos para realizar reformas. El “vacío legal de Londres”, como lo llamó Gary Gensler, el presidente de una agencia regulatoria de Estados Unidos, fue controlado. Sin embargo, ahora que el recuerdo de la crisis se está desvaneciendo y el brexit comienza a sentirse, el gobierno quiere revivir las artes oscuras de la City. “Un Nuevo Capítulo para los Servicios Financieros”, un documento guía fundamental que publicó el gobierno en julio, señaló con claridad un regreso a épocas más permisivas. “Competitividad” y “competitivo”, palabras clave para bajos impuestos, regulación débil y cumplimiento laxo, aparecen más de quince veces.

La deferencia del Reino Unido hacia el dinero sospechoso es contraproducente. Su centro financiero demasiado “competitivo” es una maldición con innumerables consecuencias: desigualdad regional, una economía desequilibrada, productividad menguante, inversión estancada, inflación de los precios de los activos y corrupción política. Después de años de austeridad y en medio de una escasez de alimentos y combustible, el Reino Unido no puede darse el lujo de tener una City sobredimensionada.

Pero el que más sufre es el mundo. Para los empresarios sospechosos y los líderes políticos con muchos años en el poder, el ecosistema extraterritorial brinda impunidad, ocultamiento de capitales y protección de las riquezas. El sistema, irresponsable y a menudo no rastreable, garantiza que la prosperidad siga siendo un privilegio de muy pocos. Para poner un alto a la desigualdad y la injusticia, que expuso de forma tan cruda la pandemia, debemos enfrentar a los paraísos fiscales y a los intereses depositados en Londres que los protegen.

sábado, 16 de octubre de 2021

La nueva Inquisición ideológica y lucrativa

Mario González Vargas
El informe del Panel de expertos conformado a instancias de Open Society Justice de Georges Soros, el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) y la Fundación para el Debido Proceso, contentivo de la evaluación de personas candidatas a la elección como miembros de la Corte IDH y de la CIDH, despierta serios interrogantes e inquietudes que no deben pasar desapercibidos por las cancillerías de los Estados Miembros de la OEA. Si bien sus opiniones no son vinculantes, los criterios que las fundamentan preocupan, porque apuntan al desconocimiento de la naturaleza, fines y propósitos de la OEA. El Panel considera que las elecciones de magistrados y comisionados “han carecido históricamente de procedimientos y criterios transparentes capaces de brindar a las elecciones las garantías de legitimidad que demandan”, en razón de “la ausencia de la sociedad civil en la escogencia de candidatos representativos de experticia, género y otras formas de diversidad”.

Su insólita pretensión apunta a sustituir el diagnóstico de Alberto Lleras sobre la naturaleza y futuro de la OEA, de que ella “es la que los gobiernos quieran, y no otra cosa”, por la de que la OEA sea lo que las oenegés quieran, con lo que se desvirtuarían sus fines y principios de fomentar la paz, promover la democracia e impulsar la colaboración entre sus Estados Miembros. Ambientan su ideologizada iniciativa en el ejemplo de la práctica en boga en la designación de los magistrados del Tribunal Europea de Derechos Humanos, pero ocultando que el Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores de la Unión Europea solicitó una investigación que permita erradicar el monumental conflicto de intereses de magistrados provenientes de Open Society y de las oenegés financiadas por ella, y encargados de resolver sobre las pretensiones presentadas por miembros de estas organizaciones.

A lo largo de las últimas intervenciones del panel en la valoración de los candidatos a la Corte IDH y a la CIDH, los Estados miembros no parecen haber reparado en el contenido y alcance de sus resultados y recomendaciones, que ahora se materializan en la propuesta de un Comité Consultivo, sin participación de los Estados, responsable de asegurar la idoneidad de las personas, no necesariamente nacionales, nominadas a su vez en escenarios estatales, con participación de todos los grupos de interés pertinentes Los Estados Miembros asumirían las obligaciones derivadas de las decisiones de organismos de composición diversa, supuestamente independientes, apolíticos e imparciales que nominarían los candidatos, y otro que validaría esas escogencias. Configura el despojo de una función natural y propia de los Estados en toda organización para mantenimiento de la paz, impulso de la democracia y defensa y promoción de los derechos humanos.

Estamos ante el advenimiento de una Inquisición lucrativa e intolerante, como todas ellas, que amenaza los cimientos del sistema interamericano y afectaría la democracia y la paz hemisféricas. La solicitud de exclusión, arbitraria e injustificable, de Carlos Bernal y de los candidatos de Brasil y Paraguay de los órganos del sistema, constituye prueba fehaciente de lo que se nos quiere imponer.

lunes, 11 de octubre de 2021

LAS OLAS

Por: 
Carlos Ibáñez Muñoz
De donde quiera que las observe siempre estarán con traje blanco con golas, se adormecen en lechos azules o verdosos y arrulladas por el viento se desplazan de un lado a otro. Recorren leguas, acarician el borde de los continentes y en algunos se acercan tímidamente a besar sus playas y en otros se estrellan con ruido y con coraje contra los acantilados y rocas coralinas.

Pelícanos, alcatraces , pájaros de distintas especies y colores rozan sus vestidos y se adentran en sus coronas blancas espumosas en busca de peces y ya fatigados reposan sobre sus lomos mientras reemprenden su vuelo.

Desde arriba el sol rompe el azul del firmamento, se cuela por las nubes y les dispara rayos de luz que adornan su voluptuosas ondas de agua irradiando destellos esplendorosos.La luna y las estrellas las iluminan en la noche y se convierten en espejos donde estas se contemplan con coquetería recibiendo un soplo cálido adormeciéndolas al vaivén de los vientos.

Los hombres del mar enamorados de la vida y náufragos de amor arrojaban botellas con mensajes a sus queridas damiselas desde pretéritas épocas y estas los transportaban. Muchos, antes de ser engullidos por los abismos de sal marina, con ellas como transporte imploraban por su rescate arrojando frascos con mensajes escritos para salvar la vida.

También fueron testigos de épicas batallas de corsarios, piratas y entre naciones y de náufragos huyendo de la pobreza de sus países y de las dictaduras.

Poseen su genio, algunas veces se embravecen y convertidas en tsunamis arrasan pueblos, destruyen embarcaciones y dejan ruina y muerte a su paso cuando la naturaleza se sacude en sus profundidades.

Pero también se confunden con la alegría de los niños que corren con baldes y palitas a buscar arena y caracoles de colores para hacer castillos de arena con sus fosos de agua que estas les proporcionan.

Igualmente a los jóvenes los divierten cuando surfean sobre sus lomos y con figuras que salen de sus tablas forman arcos iris y gotitas de agua que acarician sus rostros. O los muchachos que la esperan a la orilla para zambullirse o brincar asomando solo su cabeza. O los de mayor edad quienes con cautela mojan escasamente sus tobillos y se sientan a recibir baños de arena. También de manera picaresca y solapada moja y le arrebata la ropa a los bañistas descuidados que corren tras ellas a recuperar lo que les quita.

Son los juguetes del mar, las que le ponen ritmo, las que nos hacen suspirar en las playas, las que bambolean las embarcaciones, las que miramos y encantan nuestros oídos cuando plácidamente acarician la arena de la playa y se devuelven en un ciclo interminable como nuestras vidas; las que nos recuerdan los amores que llegaron y se fueron así como ellas llegan y se alejan de la playa dejando marcas en la arena.

Un hola de bienvenida para saludar a nuestras OLAS desde mi rincón del mar.

Octubre de 2021.

sábado, 9 de octubre de 2021

El reto de una sociedad incluyente.

Mario González Vargas
En el mundo globalizado en el que vivimos resulta imposible escapar o sustraerse a la militancia de las corrientes ideológicas que se expresan y expanden sin consideraciones a fronteras estatales y ni siquiera a la diversidad de civilizaciones que coexisten en el planeta, a las que afectan con distinta intensidad, según sus diferentes particularidades. En Occidente, desde finales del siglo XX, lo que hoy conocemos como la “cultura cancel” y el pensamiento “woke”, elaborados en las universidades estadunidenses, se propaga de la mano del denominado progresismo. Sus lugares de incubación preferidos son las universidades y su terreno predilecto de expansión es la política, acorde a su pretensión de erigirse en vehículo de expiación de los pecados de civilizaciones que busca fraccionar por considerarlas condenadas a la desaparición. Con la exaltación de las minorías suplanta las reivindicaciones sociales colectivas y sustituye la comprensión del ser semejante por el que supuestamente encarna una diferencia insuperable en razón al color de su piel, a su origen étnico o a su identidad sexual. Convierte a las minorías en sujetos de desprotección, libres de responsabilidad por su condición de víctimas de las estructuras dominantes. Llama a destruir sin ofrecer esperanza de construir, poque desconoce que los seres humanos somos depositarios de una historia antigua que no escribimos y que no podemos reescribir, y nos condena a la fatalidad de no superar el pasado y avanzar en la construcción de una mejor humanidad. Ello explica la vandalización de estatuas, de vestigios de civilizaciones que nos precedieron, o la quema de obras y publicaciones que pudiesen entenderse como estereotipos estigmatizantes de poblaciones minoritarios, como sucedió recientemente en Canadá. Es la nueva forma de inquisición que se alimenta con proscribir lo que creen que fuimos y odiar lo que consideran que somos, fundada en el sentimiento del odio como visión justificadora de la humanidad.

El mundo de hoy, cada día más mestizo, evoluciona en la dirección opuesta a la que pretende establecer esa cultura de separación que promueve el confinamiento de la humanidad en guetos estancos en los que pueda cultivar mejor sus sentimientos de odio en relación con quien le resulta diferente, pero al que cree despojar de su predominancia y de las estructuras que genera. Es una visión que conspira contra el destino de Latinoamérica, la región más mestiza del mundo, incluyente en la diversidad que la caracteriza y opulenta en la riqueza de una cultura que parece anunciar nuevos tiempos para la convivencia y el entendimiento de la humanidad. El mestizaje de todo el hemisferio, más que una osadía se intuye como una realidad transformadora de las relaciones orbitales.

Es esa la visión que empieza a estar en juego en las próximas elecciones y debe inspirar la decisión ciudadana. No debemos prohijar los engaños que suponen ocultar sus creencias y tener presente que el exrector de la universidad que prohíja el “wokismo” evidentemente lo comparte, como también lo hacen quienes auspician la tiranía de las minorías, así se ubiquen en un centro ilocalizable. Una sociedad incluyente constituye nuestro futuro.

sábado, 2 de octubre de 2021

Réquiem por el Centro, paso a la Unidad

Mario González Vargas
Aún antes del inicio formal de las campañas electorales del próximo año, el escenario artificial que se quiso construir se empezó a derrumbar estrepitosamente. La pretensión de hacer del denominado centro, de coordenadas y contenidos imprecisos, la congregación de los profetas del futuro no resistió los afanes, egos y ambiciones de sus diversos componentes, ni pudo, a pesar de sus malabares y artimañas, encasillar a los colombianos en un escenario de repudiables extremos y una nueva y redentora equidistancia. Fue una apuesta atrevida contra la memoria colectiva el haber querido disfrazarse de heraldos de una nueva política, cuando su pasado reciente los ubica, unos como alfiles de Samper, César Gaviria y Juan Manuel Santos, otros en el Polo Democrático, y algunos más tributarios de las amnistías a organizaciones insurgentes. Para muchos, sus némesis terminaron en garrotera hirsuta con sus antiguos protectores. Y el tibio, injustamente abandonado a su suerte en procesos de incierto desenlace.

El efímero y difuso centro cedió su espacio al paulatino reagrupamiento de la izquierda hoy denominada progresismo. Aspira ésta a que el cambio de nombre le permita remozar su imagen sin trastocar sus esencias y extender su predicación a diversos sectores sociales y a temas que la indolencia de sus contendores ha desechado. Ni el partido Verde en proceso de deconstrucción, ni el partido Dignidad en fallida acción de elaboración, ni el Nuevo liberalismo en improbable propósito de renacimiento, ni en Marcha en absoluta incapacidad de rumbo y metas, tienen posibilidad de evitar la apropiación que hará Petro de sus menguadas huestes y de la personería de ese nuevo emblema que oculta trasnochadas y fallidas concepciones. El odio y el resentimiento serán sus alicientes y la estatización del sector productivo sus objetivos, la igualdad resultará de la aplicación del más bajo común denominador y la libertad se dispensará a cuenta gotas por el amo de turno por tiempos que serán vividos por la gente como infinitos.

Por ello los procesos electorales que recientemente se han surtido este año en países del hemisferio y los que tendrán lugar antes de finalizar el año, deben examinarse con detenimiento porque no serán ajenos a nuestras elecciones en el 2022. Nadie escapa hoy a los efectos de la globalización, especialmente en un continente en el que afloran tendencias que apuntan a la instalación de regímenes totalitarios susceptibles de alterar los principios de paz y democracia del sistema interamericano. La elección en el Perú y la que se anticipa en Nicaragua corresponden a la génesis y resultado final de lo acontecido en Venezuela. Ese tejido de solidaridades ideológicas constituye la mayor amenaza para la supervivencia de la democracia en Colombia. Nada es creíble en Petro, así se trate de no expropiar, de creer en Jesús, de sus supuestas enfermedades, del origen de los aportes a su campaña o de su peculio. El tránsito de Perú a la dictadura y la consolidación de Ortega en Nicaragua son suficiente evidencia para que no nos veamos condenados a la esclavitud sin final que ya prevalece en Cuba y Venezuela.

sábado, 25 de septiembre de 2021

La patología ambiental del progresismo populista

Mario González Vargas
En Colombia estamos en mora de adelantar un debate serio e informado sobre la principal amenaza que se cierne sobre la vida en el planeta y que aún no constituye la prioridad ni de los ciudadanos, ni de los gobiernos, a pesar de los rasgos apocalípticos que se acrecientan con la prevalencia de una irracional despreocupación sobre sus descomunales efectos. Los objetivos acordados para combatir el cambio climático y sus efectos en el Acuerdo de París del 2015, no han sido cumplidos satisfactoriamente por sus signatarios, pero si utilizados como banderas electorales que los despojan de la seriedad, urgencia y capacidad de convocatoria que requieren para garantizarnos la supervivencia en la “casa común”. Ni siquiera la caída en la disminución de la emisión de gases de efecto invernadero durante el 2020, por efecto de la pandemia, ha logrado que la recuperación se adelante con nuevos conceptos e instrumentos para construir un cuerpo de políticas limpio, verde, seguro, que permita un cambio profundo y sistémico que sea sostenible y asegure la conservación y protección de la naturaleza y de la vida humana.

Entre nosotros, y con miras a las elecciones del 2022, se ha caído en vulgar caricatura con la que los sectores autodenominados alternativos, que gustan vestirse de verdes, suponen que la transición del petróleo y el carbón a fuentes de energía limpias se consigue a corto plazo con el aumento de la producción y exportación del aguacate. Reina la irresponsabilidad en un tema que hoy angustia a las nuevas generaciones, que encarna una amenaza actual, precisa y descomunal para la continuidad y supervivencia del género humano en la Tierra, que se ha multiplicado en los últimos años en todos los confines con desastres y destrucciones que no dejan dudas sobre lo que nos espera, si no reaccionamos a tiempo y apropiadamente. Hemos abandonado el manejo del tema en manos del populismo progresista, que lo articula y manipula a su antojo para acceder al poder, sin que nos percatemos que recibirá el mismo inocuo y falaz tratamiento que han dado sus gobiernos a los derechos humanos, bajo la égida de la hipotética igualdad, con la que han violentado la libertad, la democracia y el bienestar de los pueblos. Conservar y proteger la naturaleza y la vida no son conceptos ni postulados revolucionarios, sino premisas, acciones y políticas que salvaguarden los equilibrios indispensables a nuestra supervivencia, y consagradas en la Constitución. Si las soluciones de Petro llegasen a materializarse, podrían replicarse emulando el insólito tratamiento de las basuras que sumió a Bogotá en una crisis sanitaria sin precedentes, que hoy cobraría unos costos imposibles de satisfacer.

En Colombia contamos con capital humano y científico, con una política de Transición Energética con legislación propia, con una expansión importante de energías renovables, con capacidades para detener la deforestación y garantizar la protección del Amazonas, que no pueden feriarse para satisfacer un populismo enfermizo de quien cree jugarse en el 2022 su última oportunidad de satisfacer su patológica ambición de poder.

martes, 21 de septiembre de 2021

El motociclista ruidoso, le espera la peor suerte: Científicos

 

Por: Bernardo Socha Acosta

Los motociclistas que cohabitan con elevados decibeles de ruido asociados con altas velocidades deberán enfrentarse, no solo a la modificación cerebral, sino a severos traumas sicomotrices.

Los graves daños que sufre el conjunto craneoencefálico con el sistema nervioso, conlleva a complicarse la interpretación del habla, provocando una creciente dificultad para distinguir los sonidos, según el último estudio de la Escuela de Ciencias.

La exposición de una personas a recibir los altos decibeles del sonido, así sea captado por el sistema raquídeo como es el caso de los motocicletas a través de la vibración, va degenerando la normalidad cerebral  y como resultado el afectado va perdiendo su capacidad para el desempeño de sus ocupaciones habituales, asegura el diagnóstico de un equipo de investigadores.

El estudio selecciona 10 efectos nocivos del excesivo ruido:

Problemas cardiovasculares, debido al aumento de la presión arterial como consecuencia de una exposición a un nivel de ruido de 85 a 90 decibeles.

 A este efecto se suma el estrés y le sigue la depresión y los disturbios para conciliar el sueño.

Y la cadena de daños para el motociclista se incrementa con la pérdida auditiva que suma nuevos problemas por el detrimento de la comunicación, y finalmente los graves daños del sistema nervioso que pueden acarrear resultados catastróficos para esa franja de conductores de motos modificadas.

El trabajo del grupo de especialistas aclara que el uso de la motocicleta como medio de transporte popular, no es en sí el problema; el problema radica en la modificación de los sistemas de escape que adoptan algunos motociclistas creyendo que se van  destacar en su conducción y lo único que están es cavando su propia  desdicha.

En otro documento publicado por la Revistas digital, Pensar Salud, acerca de los graves daños por los altos decibeles se afirma textualmente:

Para tener en cuenta

Los ruidos son sonidos fuertes e indeseados que interfieren o impiden nuestras actividades, llegando incluso a configurar un tipo de contaminación: la contaminación sonora.

A finales del siglo pasado, la OMS recomendó que los niveles de ruido en el exterior durante el día no excedieran los 55 decibles (dB). Diez años después recomendó además un valor máximo nocturno de 40 dB para prevenir efectos adversos sobre nuestra salud.

Cada vez son más las fuentes de ruido que generan un verdadero problema ambiental, sobre todo en las ciudades. El transporte, ya sea público o particular, con los bocinazos, aceleraciones exageradas y alarmas, es solo un ejemplo.  A eso se suman las obras de construcción, los ruidosos servicios de limpieza y recolección de basura, los locales comerciales, bares y salones de fiestas. 

A la hora de determinar el grado de molestia de un ruido son varios los factores a tener en cuenta, entre ellos la intensidad sonora y el tiempo de exposición. Pero también influyen las características del sonido y la sensibilidad individual. El ruido tiene también un componente subjetivo, que al ser  vivenciado negativamente por una persona puede producir efectos adversos en la salud.

Y para complementar el anterior documento, esta redacción averiguó otros detalles que son de interés de la comunidad, como

¿Cuál es el nivel de ruido permitido en Colombia?

En Colombia se ha establecido que el máximo permitido durante las horas del día en las zonas residenciales es de 65 decibeles (dB); en zonas comerciales e industriales, hasta 70 dB y en zonas de tranquilidad 45 dB; mientras que en las noches el máximo permitido es de 45 dB en zonas residenciales; 60 dB, en comerciales.

Recogimos quejas que sobre ruido nos han hecho llegar las comunidades de diferente sectores de los municipios de Bucaramanga, Floridablanca, Girón y Piedecuesta, en relación con algunos Motociclistas que reiteradamente, en avanzadas horas de la noche  pasan por las silenciosas vías, causando atropello en la tranquilidad de las familias  sin que haya AUTORIDAD  alguna que haga algo contra estos abusivos motociclistas.

Y a propósito, qué entidad es la encargada estos municipios mencionados, de ejercer este control y la respuesta es, El Área Metropolitana como autoridad ambiental.

Dejamos entonces esta denuncia, como queja de las comunidades, para que el Área Metropolitana asuma su responsabilidad dentro de sus funciones.

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