El goce pagano y el carnaval

                                                             TRAFUGARIO

Por: JOSE OSCAR FAJARDO

Dice Sigmund Freud, el creador del Psicoanálisis, que el hombre nace para el placer. Que el hombre es hedonista por su propia naturaleza. Y no es sólo porque lo diga él, Freud, que es una evidencia científica, sino además porque es una verdad axiomática. Un axioma es aquella premisa que no necesita demostración. La suma  de las partes es igual al todo.

En el momento que estoy escribiendo esta columna, es viernes dos de la tarde y hace una hora empezó el Festival Nacional del Río Suárez, entre otras, evento de carácter nacional-internacional. Durante este festival el goce pagano es bacanísimo, pero todavía no puedo hablar de lo que apenas va a suceder. En cambio sí puedo hacerlo del Carnaval que se llevó a cabo el primero de Enero en el marco de las ferias y fiestas de Barbosa. Del que no tengo ninguna duda, fue aproximadamente un éxito si no fuese porque ocurrieron algunos hechos que deslucen la totalidad del goce pagano del carnaval. Voy a demostrar por qué. Antes que nada se debe tener en cuenta que cuando hay eventos donde se agolpan grandes cantidades de gente, y más con cierto nivel de licor como sucede en un carnaval popular, “estadísticamente es normal que ocurran incidentes” e incluso muerte de algún participante por razones que sobra explicar. 

Grandes tragedias han ocurrido en estadios famosos del mundo. Les recuerdo una luctuosa jornada con más de 300 muertos: Estadio nacional de Lima, Perú, 1968. Otra. Estadio Alfonso López, de Bucaramanga, década del 70, con más de diez muertos, aunque oficialmente se dice que sólo hubo tres. Y muchísimos heridos. Lo mismo ocurrirá en el carnaval de Barranquilla o en el de Río de Janeiro, adonde llegan gentes de todos los rincones del mundo. Para que no hubiese muertos, heridos o aporreados y damnificados,  habría que suspender a toda costa el trago y los borrachos. Y para poder hacer esto, tendría también que hacerse el carnaval en el Cielo y con la ayuda de Dios Nuestro Señor que todas se las sabe. Si no hubiese trago y marihuana y perica y qué sé yo, no habría carnaval. ¿O me equivoco? Y si usted es tan arrecho, querido amigo lector, vaya prohíba eso, y más verraco todavía, haga cumplir la prohibición.

Con lo que sí estoy de acuerdo que se suprima de por vida, son los toros de la “corraleja” ese mismo primero de enero, y no por convicciones filosóficas ni mucho menos religiosas, sino sencillamente porque una persona que lleva uno, dos, tres y más días tomando trago revuelto con jugo de tarántula, ácido de batería, extracto de calzones de loca y otras cosas, no está MENTALMENTE en condiciones de tomar decisiones, de utilizar la lógica, de actuar racionalmente y muchísimo menos de defenderse. Por eso se le manda al toro si agüeros, sin dudas y sin contraindicaciones. Por eso es así de animal. Porque en ese momento su apocado cerebro es una simple maza de chicle. Por eso tira a suicidarse o a hacerse romper el cu…ero de ese hermoso bicho que por lo general pesa más de 400 kilos. Y todo el panorama empeora cuando se actúa colectivamente. Porque las desbandadas masivas de gente,  las grandes masas, las enormes manadas, nunca utilizan la inteligencia racional y por eso es que existen los “hooligans” en los estadios y las desbandadas o las avalanchas en las colas de la universidad o a la entrada de los estadios, por sólo nombrar algunas. Y miren ésta, más perla aún. En una concentración pública y masiva de musulmanes en un Ramadán, por motivos que nunca quedaron claros, se presentó una desbandada que dejó varios cientos de muertos, muchos heridos de gravedad, y un gran número de damnificados. Lo verraco es que estaban orando a moco tendido, y no bebiendo ácido de mapaná como hacen en un carnaval. Entonces, que se acabe el carnaval pero que también se acabe el fútbol y las colas para entrar, y  con mayor razón los ramadanes de los musulmanes. ¿Será? “El hombre nace para el placer”. S. Freud.