ESGUINCE A LA DEMOCRACIA


GERARDO DELGADO SILVA


El Dios de los Israelitas  probó una vez a Salomón con la pregunta más ´penetrante que Dios puede hacerle a un mortal. “Y apareció el Señor a Salomón en sueños de noche y díjole: Pídeme lo que quieres que te dé. Y dijo Salomón: Da a tu Siervo un Corazón prudente para juzgar a tu pueblo y poder discernir entre lo bueno y lo malo;… Agradó pues al Señor que Salomón le hiciera esta petición; y Dios le dijo:  por haberme pedido… entendimiento para hacer justicia, yo te concedo lo que me has pedido, y te doy un corazón  sabio e inteligente, tal como antes de ti no ha habido otro ni lo habrá en adelante después de ti…”

Esto nos lo cuenta una fábula siriaca, y nos lo relata una parábola de la Biblia.
Platón en su obra más importante, “La República” plantea un Estado ideal, en el cual prevalezca la justicia. Platón refuta en primer lugar, la tesis de los sofistas de que el derecho nace de la fuerza y opina que el hombre injusto no podrá ser feliz jamás.

Lo que constituye el hecho nuevo, fundamental y sensacional de la época  contemporánea, no es la democracia que asoma constantemente a lo largo de la historia, es el  constitucionalismo. Sin su garantía, jamás  podrá asegurarse la existencia de la dignidad y de la libertad humanas, como así mismo las posibilidades de una justicia progresiva.
 Y bien. Se advierte el peligro  del sistema democrático, ante ciertas afirmaciones que cambian el espíritu de la  Constitución,  expresadas por  el Ministro de Defensa y el comandante de las Fuerzas Militares, con cierto talante de militarismo.  Apoyados en la sensación  de inseguridad, de temor,  en la opinión pública,  diabólicamente tejida por el  uribismo para que se prefiera insensatamente  el reforzamiento de una justicia penal militar y el retorno del “fuero” con nostalgia totalitaria.  Una verdadera utopía en este gobierno de Santos, abanderado del Estado de Derecho. 

Claro que hablan de su irrevocable vocación democrática, pero hablan a la luz de su propia Constitución, la de uso privativo de las Fuerzas Armadas. La legalidad constitucional es el mecanismo eficaz para asegurar el respeto de los derechos humanos y el predominio del Estado de Derecho. Es decir del poder público que descansa sobre la soberanía nacional.
Las Fuerzas Armadas respetables son de la Nación, y deben estar a su servicio, apartadas de la deliberación pública y menos atribuyéndose  la misión  de guía omnisciente de la administración  de Justicia, entregándose deliberadamente a  excursionar por fuera del orden constitucional.

El actual Ministro de Defensa, en tan corto  tiempo incurre a menudo en manifestaciones  de simple descarrilamiento constitucional. Es preocupante  para la democracia, su pronunciamiento acerca del “fuero penal militar”, que pretende impulsar, porque se entrelaza irremediablemente la  impunidad y se volvería al tétrico pasado, cuando se extendió  la competencia de los Tribunales  militares al juzgamiento de civiles,  una refulgente cola del Estado de Sitio y del Estatuto de Seguridad. Significa anclar el pensamiento turbulento del señor Uribe, que pasa por alto los derechos fundamentales, por el camino de espacios sin Derecho como los recorridos por los parapolíticos. 

La posición del Ministro y del Comandante de las Fuerzas Militares es un exabrupto  jurídico pues supone de manea gratuita que la aplicación de la Ley Penal por la justicia  ordinaria, es un dique para lograr  la paz.

No entiende el señor Ministro, ni el Comandante ni tienen tampoco porque entender el ordenamiento jurídico y los valores suprapositivos, que constituyen el fundamento esencial de toda organización estatal.  Significa el desmonte de la defensa de los derechos humanos y un sablazo al Poder Judicial establecido en la Constitución con carácter independiente y soberano.

A los jueces  desde antiguo   ha vuelto siempre la mirada la sociedad, cada vez que se desquician las reglas de convivencia.  Los jueces son los encargados de dar a cada uno lo que le corresponde conforme a derecho en nombre de la República y  por autoridad de la Ley.

Ahora bien. A todas luces mucho más  estremecedoras, inusitadas y vergonzosas las declaraciones del Comandante de las Fuerzas Militares cuando desconociendo la semántica de la palabra “héroe”, paradójicamente dijo: “El Coronel Plazas Vega, es un héroe nacional”.

Expresión que sirve para medir ante todo el grado de desprecio de los derechos humanos, el reflejo de la razón de Estado, esa que  no permitió la protección de los civiles,  en el improvisado operativo militar.  Protección obligatoria para Colombia  según la Convención de Ginebra  de 1949, y los protocolos anexos. El derecho humanitario fue eliminado. Y los terroristas del M19, consiguieron que el ejército  respondiera con los mismos métodos, que lo demeritaron ante propios y extraños por el desenlace funesto. La Nación ha llorado sobrecogida al pie de esas tumbas  venerables.

De ahí que expertos internacionales en el manejo  de tomas terroristas, consideraron desacertada la misión del Ejército, cuando los terroristas no se hallaban en el nivel más alto de fatiga sicológica.

El “héroe” Representando el horror con perversidad instintiva, sin que le preocupara la suerte de los rehenes, ni las súplicas  clamorosas del Magistrado  Reyes Echandía: “Por favor no disparen más, somos rehenes, les habla el Presidente de la Corte Suprema de Justicia, tenemos heridos, necesitamos la Cruz Roja”,   dio en su condición de uno de los comandantes,  una respuesta sin  alma, pronunciada  por las ametralladoras  y los rockets, sin la más mínima consideración  por la vida y la dignidad humanas.  Las palabras del doctor Reyes resumen el fracaso táctico y la eliminación, repito,  del derecho humanitario.

En esta problemática violenta de la Patria ubicua y por lo mismo tenazmente enmascarada, afirmó el “héroe” a la prensa que estaba: “defendiendo aquí la democracia maestro”.  

¿Es sostenible ese calificativo de “héroes”, a los  autores de los amargos genocidios, los eufemísticos falsos positivos”; como a los de Guatarilla, Jamundí, etc., etc.,  dramáticos testimonios de la  agonía espiritual de Colombia?

Y bien. Al referirse el comandante de las Fuerzas  Militares a los lineamientos de la justicia penal ordinaria , en el sentido de que los jueces deben estar  inmersos  dentro de la arquitectura  militar, para crear las condiciones óptimas de administrar justicia, y pienso, como base fundamental para la paz; nos está demostrando  no tener la más mínima idea sobre la ciencia penal. Esa de  Francesco Carrara, El Miguel Angel del Derecho Penal, Enrique Ferri, Eugenio Cuello Calón, Luis Jiménez  de Asua, Hans Welzel, Carlos Lozano y Lozano, Jorge Enrique Gutiérrez Anzola, Luis Carlos Pérez, Bernardo Gaitán Mahecha, Alfonso Reyes Echandía, Francisco Antolisei,   para citar estos pocos genios, dentro de las legiones en el  mundo entero que trazaron caminos de civilidad.  La ciencia penal tiene como principal objetivo el encuentro de la verdad identificada con la realidad.

El Juez cuenta con las nociones de ser,  de causa, de sustancia y de fin.  Ordenamientos intelectuales que  aplica por imperativo de la razón, mediante una actividad lógica y dialéctica, de inducción y deducción,  iluminado por la Sicología, el Sicoanálisis Criminal la Sociología Penal, la Criminalística,  teniendo presente el principio fundamental  de la presunción de inocencia del sindicado, hasta  llegar el espíritu del juzgador  al estado de certeza que es el conocimiento afirmativo y triunfante.

Se entiende que el juzgador,  parte del análisis de la conducta humana como  dato estructural  y necesario del ilícito  penal,  de brazo de la  sana crítica,  que lo conducen a discernir lo verdadero de lo falso. Solo así se conciben las providencias de la justicia, que hacen posibles la  convivencia y la paz como expresión de la soberanía nacional. Aquí se fundamenta el  Estado de Derecho, la esencia misma de la democracia. Por ello,  los jueces ostentan en el mundo,  la más sublime de todas las dignidades.

En puridad de verdad,  los jueces no requieren de improntas militares para su sagrada misión.   Las decisiones de la justicia se profieren dentro de la disciplina procesal de las pruebas como ciencia que se pertenece a sí misma y no se debe sino a la verdad

La historia nos cuenta que Atenas le ha legado a la humanidad la filosofía y el Derecho.  Esparta con su militarismo no le dejó nada, como que no tenemos noticia cierta en que parte de Grecia estaba situada.

Con acusadora precisión,  surgen límpidas las palabras de Clemenceau. “La justicia penal ordinaria, es a la llamada justicia penal militar, lo que la música clásica, es a la música militar”.


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