---------------------------Por: JOSE OSCAR FAJARDO
LO QUE DIJO EL ALCALDE…
…Ulises Balcázar, mandatario de Floridablanca, en una conferencia de prensa durante la inauguración de varias obras con alto contenido social en esta ciudad del Departamento: “Aquí estoy poniéndole la cara a Santander”. Me atrevo a decir que más que el discurso de un político fue una charla cargada de nostalgia por el hecho delictivo que según él, le endilgan, porque eso tiene su autoría intelectual, pero que le tienen desbaratada su alma y la de su familia que es lo que más ama en esta vida. Era la segunda vez que yo veía a Ulises Balcázar y estoy seguro, en este momento no tiene ni la más remota idea quién carajos soy yo. Es decir, que en plata blanca yo no tengo ninguna amistad con él. No obstante ello no es óbice para que escriba y opine lo que estoy escribiendo y opinando. Me conmovió como ciudadano, como periodista y como ser humano, porque debe ser terrible aquella tumba de seres vivientes que es la picota pública. ¿Quién tiene la verdad? Sólo él y Dios saben con la exactitud de un vuelo espacial, qué fue lo que pasó en realidad.
Cuando su discurso trascurría de una manera sencilla pero elocuente, a mí se me vino a la cabeza El Proceso, aquella prodigiosa novela de Frank Kafka, el mismo autor del relato de La Metamorfosis. En El Proceso, Joseph K, el protagonista, en una infinitud indescriptible es sometido a un proceso oprobioso en que no tiene posibilidad de una defensa concreta, y por un delito del que nunca llega a saberse nada. Nadie sabe nada de lo ocurrido y ni siquiera el mismo procesado sabe de qué lo acusan. Finalmente es sentenciado a muerte de una manera aleve y muere acuchillado. Por la ignominia contra el procesado dentro del relato, esta novela me produjo un profundo escozor en el alma. Invito a todos los periodistas a que la lean y a todos mis lectores a que hagan lo mismo.
Aclaro con vehemencia que no estoy defendiendo a nadie aunque tengo algún derecho, pero me abstengo de acusarlo porque no tengo ningún derecho. Para eso existen los jueces de la República y las leyes de un Estado de Derecho. Luego mi cabeza se convirtió en un pandemonio cuando inopinadamente vino a mi memoria ésa célebre frase, “Más vale condenar a un inocente que absolver a un culpable”, que expresara un juez militar durante el proceso por el asesinato del general Rincón Quiñonez, hace ya un resto de años. Una verdadera perla del Derecho Penal. Luego en una perorata personal, el doctor Ulises Balcázar, con quien nunca había intercambiado una charla, me contó que “él y su familia estaban muertos en vida” por la horrorosa presión sicológica en que vivían sumergidos desde que apareció el fantasma de la negra historia en los medios de comunicación. Cómo sus hijos y su esposa en más de las ocasiones preferían no salir a la calle por no hacerle frente a una andanada de dimes y diretes de mala prosapia que a última hora parecían el argumento inequívoco de una telenovela mexicana de esas que les dicen culebrones por lo profundo de su mediocridad. Me contó también, que el problema, siendo tan grave para su operatividad administrativa y su estabilidad emocional, de ninguna manera le había impedido conseguir algo más de cien mil millones de pesos para invertirle a la ciudad y que ahí estaban a ojos vista de la comunidad, más de 300 obras para inaugurar. Y con orgullo prolijo y escondiendo con toda la fuerza sus lágrimas, me confesó con algo de regocijo que según un informe oficial, durante sus campañas, por él habían votado más de 105 mil personas en la ciudad. Entonces, como en un artilugio literario expresó: “Como quisiera yo que más de uno fuera alcalde de Florida a ver si son capaces de hacer lo que he hecho yo”. “Yo no tengo la culpa que la gente de Florida me quiera tanto”, me dijo cuando se dio cuenta que yo estaba guardando mi grabadora de periodista.
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