-----------------------------Por: JOSE OSCAR FAJARDO
¿POR QUÉ ODIAR A LOS ARGENTINOS?
Siempre he tenido claro el concepto de que cuando una persona odia a otra y habla mal de ella cada vez que tiene la menor oportunidad, sin haberla tratado nunca, es porque padece de un terrible complejo de inferioridad. Y si esa persona le lleva algunas ventajas de orden personal, físico, laboral o profesional, no me queda la menor duda. La mayoría de colombianos ha hecho carrera profesional en el odio hacia los argentinos.
El día que eliminaron su selección de fútbol del mundial, hubo gente que llegó al colmo de su sentimiento de inferioridad y lo demostraron poniéndose a echar pólvora de la felicidad. ¿Las razones “filosóficas”? Que son unos achepés, creídos, prepotentes y un mundanal de epítetos más que lo inducen a uno a creer, o más bien a colegir, que esos colombianos sufren de un preocupante sentimiento de inferioridad. Yo le preguntaría, con todo el respeto humano, a uno de esos señores que estaban echando pólvora en medio del jolgorio, si le llega si quiera a los tobillos a Tévez o a Lionel Messi, o mejor dicho al que quiera escoger. No, porque que se trata de “odiar sin ninguna razón”. Si nos ponemos a analizar la herencia futbolística de los colombianos, llegamos fácilmente a la conclusión que es casi en su mayoría de orígenes argentinos. Adolfo Pedernera, Walter Perasso, Janiot, Alfedo Diestéfano, Américo Montanini. Bueno. Y de los cuatro mejores goleadores colombianos de todos los tiempos, tres son argentinos y sólo uno es colombiano y está en el segundo lugar; se llama Iván René Valenciano y logró 217 goles en su carrera.
Los mejores equipos de fútbol colombianos tienen jugadores argentinos y no están lejos de ser de alto rendimiento y con cierto grado de espectacularidad. Que es que han ayudado a eliminar a los seleccionados colombianos para los mundiales. Eso le pasa al los equipos colombianos por llegar sin fútbol y pidiendo limosna en goles para poder pasar. Tal como le ocurre al estudiante mediocre e irresponsable que siempre anda pidiéndole notas regaladas al profesor, que incluso por eso es que los humillan y los irrespetan. ¿Acaso me equivoco, señores odiadores?
La razón “filosófica” más sólida y contundente es que los argentinos son “creídos y prepotentes”. ¿No será que esa es la cultura de ellos? ¿Será que en Colombia no hay de esos creídos y prepotentes? ¿Será que “Pedro el escamoso”, prototipo del colombiano arrancado, con ocho pesos y con pecueca, características de una abrumadora mayoría, no es colombiano? No me hagan reír que tengo un labio lo más de tieso. Por el contrario, y no me digan que no, cuánto diéramos por tener un Messi en la selección, o un Milito o Higuaín, un D’maría o un Walter Samuel. Cómo sería de dichoso sentarse uno a mirar una eliminatoria mundial de nuestra selección, pero que no la “tamboree” todo el que se le dé la hijuemadre gana.
Las razones lógicas para odiar a los argentinos, y hagan un diálogo con el espejo para no decirse mentiras, es que son superiores, quiérase o no, enverraquénse o no, a nosotros en fútbol y no nos lo dejan oler, salvo el 5 a 0 que hoy ya sólo es un recuerdo. Y todo porque en el fondo nosotros, también por herencia cultural, no somos capaces de admirar al bueno, al verraco, al duro, al que puede, al capaz. La miserable envidia nos obnubila el cerebro, y al contrario, nos hiere, nos amordaza, nos inferioriza, nos embrutece y nos brutaliza.
Y entonces, al brillante hay que echarle zancadilla, tumbarlo, desprestigiarlo, perseguirlo, hacerlo quedar mal, porque si no… estén seguros que nos gana. Y eso que no he hablado de la Rayuela, de Cortázar. De El Túnel, y de Sobre Héroes y Tumbas, de Ernesto Sábato. De Jorge Luis Borges, de Mercedes Sosa y de Facundo Cabral. Piero. ¿Luego es que en Colombia no hay superchicos petulantes y Príncipes de Gales con Renault 4 destartalado y Sisben de tercer nivel? Si es que en Colombia el “arribismo” es la enfermedad social de los estratos más desboquetados de la sociedad. Y estén seguros que con la “nueva vieja dirección técnica”, jamás volveremos a un mundial, salvo que Dios me ayude a equivocarme.
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